De puertas para adentro: El Pino de San José
Ya dijo Platón, que si hay algo por lo que merezca la pena vivir es por la contemplación de la belleza. Eso fue en la antiguedad más lejana, la más clásica, la que tantas veces hemos reinventado en Occidente y ha impreso su estilo en la Historia del Arte. No vengo a hablar de la antigua Grecia, Botticelli o Jacques-Louis David. Vengo a hablar de Andalucía, de las flores y de los rayos de sol que se filtran entre las hojas de los árboles.
Desde la construcción de la casa en 1939, El Pino de San José es testigo de la vida que pasa en torno al campo andaluz, aledaño a la fastuosa Carmona, el tiempo aquí pasa más lento, y la luz pasa a ser la de un decorado sin fin, una luz que no se olvida fácilmente. Todo está en su sitio, la tradición imperiosa, inamovible conecta con la obra del escultor Fernando Oriol que sorprende a cada paso como un nuevo rayo de luz que se cuela desde unos de los techos de ladrillo visto más bonitos que he visto.
Entiendo en la inspiración constante que es pasear por los jardines y patios que rodean la vivienda. No en vano, el arte floral, materializado en la mítica floristería Búcaro, es marca de la casa.
El Pino de San José, es un lugar donde las celebraciones, los detalles, y la belleza se cuidan hasta el extremo, siendo pionero en celebración de bodas.
Texto: Ramón Vergara
Fotos: Raúl Caro