Su sueño era ser bailarina, como el de su madre y junto a ella bailaba rock cada tarde de su niñez. El cáncer le arrebató la persona que más quería en el mundo y para ayudar a combatirlo ha montado una empresa en vanguardia para su prevención. Sencilla, feliz y muy familiar, la primogénita del popular cantante Bertín Osborne nos abre la casa sevillana de su padre, la Hacienda San José, para hablarnos de su vida, de su marido, con el que acaba de cumplir una década casados y de Santiago, Fausto y Valentina, sus hijos y perdición, con los que baila cada tarde como ayer… Se lo inculcó su madre siendo una niña..
¿Cómo era Alejandra en su más tierna infancia?, ¿con qué soñaba, a qué jugaba…?
Pues no me acuerdo, la verdad es que no me acuerdo (risas). Por lo que decía mi madre, era un poco traviesa. Me gustaban otras cosas más que las muñecas, como patinar. Veía a mis primas con las típicas muñecas y me daba un poco de envidia pero no eran los mío. Era más de campo que de muñecas. Me encantaba patinar, me llevaba todo el día patinando. Había un amigo de mis padres que venía a casa y siempre me pedía que patinara. Me presentaba como “la gran patinadora…” y yo emocionada… Bailaba muchísimo, con mi madre bailaba de pequeña todos los días. Musicón, rock, de todo.
¿Qué querías ser de mayor?
He querido ser un montón de cosas. Yo quería ser monja, luego enfermera. Mi sueño total era ser bailarina como mi madre. Ella nos lo inculcó todo el rato. Todas las tardes en el salón bailábamos con mi madre, que yo lo hago también con mis niños, porque es lo que he vivido en casa y lo que me gusta. Mi niña baila súper bien. Mis hijos los tres bailan muchísimo. Escuchan música y se les va el cuerpo.
¿Cómo es tu día a día?
¡Muy aburrido! (risas). Despierto a Santiago primero, a las siete y cuarto, lo llevamos al colegio, luego oficina… bla, bla, bla, bla… Mi día a día es como el de muchas madres, empresaria, trabajadora…
¿Quiénes son Santiago, Fausto y Valentina?
¿Te hago la típica respuesta? (risas). Ellos son mi vida (risas). Mis niños son la alegría de la casa, además que lo son realmente. Me muero por ellos. Están todo el día saludando a todo el mundo por la calle. Son un gustazo de niños. Muy sociables los tres. Muy alegres. Muy extrovertidos, súper extrovertidos, con mucho carácter.
¿Qué rasgos destacaría de cada uno de ellos?
Santiago ha sido siempre muy activo. Pensé que era hiperactivo, muy inquieto, muy curioso, tiene seis años. Valentina… se me ha cambiado hasta la cara (risas). Es como yo pensé que sería, como yo quería que fuera mi niña. Es bruta pero femenina, teatrera que ni te cuento, súper alegre, te partes con ella. Es muy teatrera pero obediente. Desconcierta. Fausto es un personaje. Es muy tranquilo. Yo creo que tiene un toque dado, pero bueno… (risas). Locura, bohemio, de repente te sorprende con un grito de emoción.
¿Es Bertín Osborne un abuelo al uso?
Es un gran abuelo. La pena es que lo disfruto poco. Mis hermanas sí lo tratan más. Es súper buen abuelo, se queda con los niños, juega con ellos…Si está aquí los niños dicen con la boca grande “nos vamos con mi abuelo”. Montan a caballo con él, juegan al pádel con él… Es un abuelazo.
Te has lanzado a la aventura empresarial en la que una enfermedad tan presente en vuestra familia como el cáncer es el detonante principal ¿cuéntame esta faceta con Genstudies?
El cáncer siempre me ha preocupado muchísimo porque en mi familia lo ha habido, lo hay… es una cosa que la tengo en mente siempre. Mi madre se fue por un cáncer. Es un pensamiento muy negativo pero yo sé que me moriré de cáncer, porque es la enfermedad del siglo XXI. Ahora mismo está habiendo unos avances increíbles y en eso trabajamos en mi empresa, en poder prevenirlo. El milagro de su curación a tiempo. Todo esto empezó por Lucía, mi socia y amiga, que me comentó que en unos laboratorios de Irlanda estaban haciendo unos análisis genéticos para prevenir el cáncer. Nos pusimos a ello y creamos Genstudies. Lo que queremos es ayudar a esas personas que tienen ese miedo igual que yo, que tenemos todos, para acercarle el consejo genético con el que poder preverlo y combatirlo a tiempo. Esto lo hace la Seguridad Social con una lentitud y si tienes muchos antecedentes. Nosotros lo que queremos es llegar a la primera persona de la familia. Sabiendo que es hereditario no queremos esperar a que tres miembros de la familia lo tengan. Está la empresa montada, es una cosa muy interesante y que nos ocupa mucho tiempo. Tenemos un oncólogo que le explica todo lo que necesita saber y en tres o cuatro semanas tienen los resultados de los análisis que previamente se hacen y la consulta nuevamente con el oncólogo con las recomendaciones. Somos los intermediarios que agilizamos esas pistas sobre la existencia de una mutación y qué probabilidad tiene de sufrir un cáncer en función del tipo de mutación con una prevención precoz. El cáncer se puede prevenir. Para quien quiera conocernos puede contactar con nosotros a través de la web www.genstudies.com.
¿Quién fue Sandra Domecq?
(Silencio). Nunca estoy preparada para esta pregunta. Es, sin duda, la persona más importante de mi vida, la más, a la que más he querido, a la que más todo. Totalmente, pero por favor no me preguntes por ella que me muero. Es la persona más importante de mi vida y aunque ahora tengo a mis hijos, que son lo más grande en mi vida ahora, ella sigue siendo mi madre… La recuerdo todos los días de mi vida, ahora que soy madre, antes y siempre. Me la imagino muchas veces viendo a mis niños. Eso me da mucha penita.
¿Cómo compaginas ser madre y empresaria?
¡Como se puede! Es complicado compaginarlo, súper complicado, porque las mujeres en general lo tenemos más complicado. Nos ocupamos de todo y aunque Quino ayuda bastante, él no puede lo que quisiera. Yo tengo más libertad al ser la empresa mía. Compaginar las fotos y los baños (risas). Tres hijos, dos de ellos bebés… y aunque tengo una persona que me ayuda no deja de ser muy complicado, pero como se puede. Venía a la entrevista esta llamando en el coche al supermercado por la compra… (risas).
Ahora que has respirado vuelvo a tu madre, ¿qué recuerdas de tu madre ahora que lo eres también?
¡Mira lo que me decía la tía! Yo le decía siempre que tenía muchas ganas de ser madre y pronto. Entonces para picarla alguna vez le decía: “Mamá tengo unas ganas de tener niños y dejártelos los fines de semana para irme de cachondeo con Quino por ahí…”. Salía rápidamente y decía muy digna: “Mira, que yo soy muy joven, yo tengo muchas ganas de salir y de vivir y cuando yo quiera ver a mi nietos iré a verlos cuando pueda y donde quiera” y se reía a continuación. A ella no le encantaban los niños, le gustaban sus hijas que para ella eran lo máximo. Vivía para ellas y por ellas. El resto, quizás algún sobrino contado. Cuando me casé, fui un día con ella a acompañarla al supermercado, ya estaba enferma, porque yo la acompañaba a todos lados. Y entrando vio ropa de niños y de repente me miró fijamente a los ojos, se paró y me cogió la barriga y dio un suspiro grande en forma de “¡qué ganas!”. Hubiera sido una gran abuela, súper abuela, porque era una gran madre.
¿Es buen compañero de viaje Joaquín Buendía?
Es el mejor compañero del viaje de mi vida. Número uno. Es un diez. Me aguanta mucho. Es mucho más tranquilo que yo. Entonces nos compenetramos muy bien, nos compensamos. Es un padre súper padre, es un marido súper marido. Llevamos diez años casados. Felices.
¿Qué esperas de la vida?
¡Uy! Yo salud. Salud, salud. Salud para toda la gente que me rodea y que me quiere. Soy feliz con poco más. Cuando cumplimos los diez años de casados nos regalamos un fin de semana en medio del campo, desconectados, en medio de la montaña, sin ruido, unas estrellas impresionantes… Yo miraba al cielo sin parar, deseando que pasara una estrella fugaz para pedirle salud para mi familia y mi gente. Aquella noche no pasó ninguna por supuesto… (risas). Al día siguiente le decía a Quino que tenía que pasar y pasó y me dijo “¡lo has conseguido tía!”. A partir de tener salud se puede conseguir lo que quieras.
¿Eres feliz?
¿Feliz? Sí, lo soy.
¿Tienes alguna receta para serlo?
Receta no sé porque son muchas cositas al día. No se es feliz constantemente. Se es feliz a ratitos. Soy feliz por las mañanas cuando se despiertan mis niños que es cuando más me gustan. Se despiertan y se ponen de pie en la cuna y te dicen riéndose “¡mamá, hola!”. Eso es un momento de felicidad. Esos ratitos. Se van a dormir y es otro momento de felicidad. Se van a dormir y me quedo con Quino en el sofá viendo algo de tele que no vemos mucha y es otro momento de felicidad. Vivir la felicidad a ratitos.
¿Te ha gustado la entrevista?
¡Sí! Pensé que serías más malo conmigo (risas).