La entrevista de portada de este mes de Escaparate es todo un terremoto. Imparable, inagotable, pero tremendamente adorable. Giusy Muchetti es una de esas personas que no pasan de largo por la vida de quien se tropieza con ella. Durante un inolvidable viaje por Italia a través de sus casas y su entorno hemos conocido a una señora con una vida rica, muy rica, en vivencias, en triunfos, en contratiempos, pero su vitalidad y genialidad la han hecho llegar a una madurez con una juventud bárbara. Casada con el Conde Seco de Aragona y en segundas nupcias con el internacional ingeniero industrial Vicenzo Gnutti, vive en la actualidad una bonita historia de amor con un gran señor, Gino Seguso, heredero de la más antigua fábrica de cristal de Murano de Venecia. Giusy adora a su hijo, Maximiliano, casado con la Archiduquesa de Austria, Catalina de Habsburgo- Lorena, a los que adora. Abuela atípica, pujante constructora e incansable viajera es nuestra entrevista de julio. Un placerVive a caballo entre Mónaco, Francia, Italia y Suiza, ¿de dónde es Giusy Gnutti?
Me siento muy italiana. Soy por parte de madre de una familia que tiene dieciséis siglos, una familia muy importante. Me siento sobre todo italiana, pero viviendo en el mundo como una gitana. Como una gitana «gipsy», no una de lujo (risas).
¿Qué papel tiene la familia en su vida?
Es muy extraño lo que te voy a responder, porque a mí me han enseñado que el peso de la familia es muy importante y que naces con una especia de misión que tienes que llevar hacia delante en la vida. Sin embargo, ocurre que un día te das cuenta que ya no es así. No obstante, existe esta base de solidez recibida por mi familia por las cuáles yo me siento muy responsable de los míos y a los que considero mis amigos.
¿Cómo fue su infancia en el Palacio de La Breda?
Mis primeros años por desgracia, no conocí a mi madre. Cuando nací mi madre estaba muy enferma. Después de la guerra, éramos dos niñas que nos criamos con «nanis». No la recuerdo muy bien. El resto de mi infancia transcurrió tranquilamente. Mi padre era muy severo y estricto, mi madre también. Mi hermana no vivió conmigo, vivía con su abuela materna y yo con mis padres.
¿Cómo era la educación que recibieron en aquel ambiente tan distinguido?
Muy estricta, muy, muy estricta, con unas bases muy arraigadas y muy severa. Era una mentalidad completamente distinta a la de ahora.
¿Qué significado guarda para usted pertenecer a una de las familias más antiguas de Italia?
Significa que tienes que portarte bien, comportarte adecuadamente y que debes dar un ejemplo a los demás. Es una gran responsabilidad. No puedes actuar como todo el mundo. ¿No? Eso es la vida, eso es lo que me han enseñado. Eso es lo que corresponde a esas bases sólidas. Son cosas que tienes dentro de ti y que no puedes cambiar.
¿Quién es Máximiliano?
Maximiliano es mi hijo único y al que adoro. Él significa mi futuro, mi esperanza y que hemos querido tanto. Es un niño muy, muy, querido. Es una prolongación mía, debe serlo, claro. No mía porque me pertenece, sino porque él es una prolongación de nosotros, de nuestra familia, de donde ha nacido, como lo serán sus hijos también. Aunque, claro, ellos son más modernos, los tiempos cambian.
¿Cómo es la abuela Giusy?
Adoro a mis nietos pero por desgracia los veo muy poco, porque viven en otro país. A veces soy una abuela típica y otras mucho más moderna. No sólo me llaman abuela, sino que me llaman «nonina» (abuelita). Cuando nació el primero de mis nietos, Constantino, en seguida me llamó «nonina» que, la verdad, no es muy «chic» (risas). No es muy «chic», pero si el niño me llama así ese debe ser mi nombre, porque deben respetar los demás su manera de expresarse y su personalidad.
¿Cómo es la Archiduquesa Catalina de Austria como nuera?
Fantástica, divina, es una nuera fantástica y para mí es como una hija. Es la hija que nunca he tenido.
Se ha casado dos veces y ahora Gino Seguso es su caballeroso compañero de viaje, ¿hasta cuándo se puede creer en el amor?
Me he casado dos veces y ¿sabes por qué? porque en las viejas familias había costumbre de casarse entre ellas y el primero pertenecía a una de ellas. Sin embargo mi padre era de familia burguesa. Eso mi abuela no lo soportaba. Mi abuela ni siquiera saludaba a los burgueses. Nosotros teníamos un palacio con una galería muy larga y mi abuela se sentaba para ver a la gente caminar pero sin tratarlas. Después me divorcié y viví en Bélgica durante siete años y me casé por segunda vez con un hombre que tenía diecinueve años más que yo y que era un gran industrial a nivel mundial Vicenzo Gnutti. Su apellido da nombre todavía a muchas barras de latón en el mundo de la siderurgia: las Barras Gnutti. Él adoptó a mi hijo Maximiliano que nació de mi matrimonio con el conde Seco de Aragona. Es una familia muy importante que emparentó con la familia imperial de Constantinopla y por eso el escudo de los Seco de Aragona tiene el manto de armiño. En el amor se puede creer siempre y cuando se trabaje muchísimo en el camino del amor. Para tener una relación como la del primer día, con entusiasmo. Nosotros somos muy diversos, él es veneciano y yo soy lombarda, él es más tranquilo y yo más nerviosa, y eso me impide recrear cada día más que una nueva historia.
¿Cuál es el verdadero lujo?
El verdadero lujo es estar bien de salud, tener un poco de dinero y estar contento con lo que uno tiene. Eso es el gran lujo.
Y luego las joyas…
Bueno, pero eso ya lo tenemos… (risas) y dar felicidad a las demás personas. Tú tienes que hacer feliz a los que no lo son.
Su vida es de película y puede decirse sin dudarlo que es una mujer muy afortunada, en los negocios, en el amor… ¿Se siente feliz con su vida?
Mi vida ha sido realmente toda entera de película, no en parte. He tenido una vida muy difícil pero he tenido de todo. Pero siempre trabajando muchísimo y siempre con un balance positivo porque cuando eres alguien positivo la vida te suele traer positividad.
Es una triunfadora en el mundo empresarial, ¿nunca pensó llevar una vida de señora tradicional en su casa y en torno a su familia?
Cuando tenía cinco o seis años yo quería ser actriz de cine. Un día en el colegio de monjas me caí al suelo y una de ellas me dijo «¡pobrecita!». Años después mi hermana Clelia me preguntó «¿no recuerdas lo que contestaste a la monja cuando te dijo ¡pobrecita!?». Y me recordó: «Pobrecita será usted, porque yo soy rica». Ella era pobre y yo era rica. Piensa que yo tenía seis o siete años y yo ya sabía que iba a vivir una vida loca, una vida increíble, o en París o en Venecia. Siempre he vivido en las casas más bonitas como la que conoces de Brescia en Panorámica o los otros palacios de la familia. Siempre he vivido en las casas más bonitas, porque tú no sabes en los palacios que he vivido…
¿Cómo es su día a día?
Me levanto muy temprano y trabajamos todo el día (risas). Hasta los sábados y domingos si se tercia (sonríe). Sí y mi felicidad es una felicidad que me construyo internamente día a día.
¿Se siente realizada?
Sí, por lo que he logrado, incluso en momentos de crisis.
¿Le da miedo algo?
No, porque si me tuviera que morir ahora mismo… he hecho tanto… que estoy muy serena.
¿Qué le hace sufrir?
La falsedad, cuando las personas no me dicen la verdad me hacen sufrir mucho. No puedo soportar a una persona que sea falsa.
¿Se ha sentido decepcionada alguna vez?
Muchas veces, pero no es importante. Es bueno para crecer y para entender la vida.
¿Qué espera de la vida?
Tener salud y cabeza.
¿Tiene algún secreto que me pueda contar?
No, porque soy un libro abierto.
PERFIL:
¿Un libro?
Donde caen los ángeles de Joan Veren.
¿Un color?
El azul, el naranja, dos colores.
¿Un día?
El día del nacimiento de Maximiliano. Me gustan siempre los día 5, porque mi madre antes de morir me dijo «Acuérdate del día 5» y murió el día 5.
¿Una película?
Cualquiera de Fellini.
¿Un plato?
Roast beef.
¿Una ciudad?
Roma, porque a cada paso que das en Roma sientes la antigüedad.
¿Un lugar?
La Polinesia, bellísima.
¿Un personaje histórico?
El Emperador Carlos V.
¿Una frase?
Presto su, andiamo! (¡Venga, arriba, vamos!)