“No me quiero morir nunca, pero me gustaría que fuera en un escenario”
El duende y la cocina se unen un día en pleno barrio de Santa Cruz, en LaHerre Tapas.
Cayetano Fernández González, “Nano de Jerez” se pone el mandil para cocinar un rico gazpacho “de toda la vida” con el arte que solo él puede ofrecer. Su vida es el cante y así cocina, cantando. La fusión del flamenco y la cocina que se dan la mano en esta entrevista para recordar.”
Mientras prepara los ingredientes, Nano habla de sí mismo y su vida. Se considera “un personaje” que nació en una fragua donde estaba su padre, “ahí ya llevaba yo los genes del flamenco y parece que Dios me iluminó para que yo fuera cantaor”, recuerda con nostalgia.
Para Nano el cante “es mi vida y es mi profesión. No me quiero morir nunca, pero me gustaría que fuera en un escenario”. Y es que “el flamenco es algo que Dios manda desde arriba, hay que nacer con él y tener cualidades. Es como el toreo, es como la vida real: le cantamos a la muerte, le cantamos a la vida, a las penas, al amor,… desde que nacemos hasta que morimos, ahí están las letras del flamenco».
Entre productos de primera calidad de la huerta andaluza que van a dar forma a este gazpacho, nuestro protagonista asegura que “el flamenco ayuda a ser feliz en los momentos que tienes dos copas de vino y que ya eres otra persona. Ese ratito que Dios nos manda de alegría y ya estás en una nube. Después ya llegarán las penas, los momentos buenos o los malos…”, porque “a materia prima del flamenco es el silencio. Cuando estoy en el silencio, en la soledad de casa, pienso en tantas cosas bonitas que… Sin tu quererlos pero la mente te da esos ratitos buenos de soledad”.
Dios quiso que en su libro de familia, Jerez fuera protagonista. Aun así, «si no hubiera nacido en Jerez, hubiera nacido en Triana; si no hubiera sido cantaor, hubiera sido torero”; porque “el toreo va muy enganchado al flamenco. Yo no me juego la vida delante de un toro pero cuando salgo a ese escenario estoy peor que Paula, me sudan hasta las manos. Un torero torea con sentimiento y uno tiene que cantar con sentimiento. Si un animal te ayuda, tú le tienes que devolver lo que te está dando, pues esto es igual con el público”.
El gazpacho está a punto, mientras tanto, Nano pontifica que con «el flamenco se nace y no se hace». Recuerda los años de su niñez, donde ese flamenco «tenía otra forma de escucharse. No es que hoy se escuche bien, pero estamos más modernos. Tuve la suerte de vivir la edad de oro del flamenco. Muchos me preguntan, ‘¿cómo ves el flamenco hoy?’ Les digo, que ‘hay muy buenos artistas pero yo no cambio la Sevilla que yo conocí cuando llegué aquí’. Aquí conocí a Matilde Coral, Rafael el Negro, al Arenero,… a mucha gente. Por otro lado yo trabajé con muchos artistas como Camarón, con la Paquera,… pero mis años no los cambiaba por la Sevilla de ahora, con esa de hace 40 años”.
Recuerda de donde le vino el arte: “Desde chiquitito mi padre traía al Borrico, a Terremoto, al Sordera,… En mi casa siempre había una garrafa de vino a granel. Imagínate”. La primera vez que se subió a un escenario fue con quince años en la Fiesta de la Bulería en Jerez y “gané 400 pesetas”. Y es que para Nano “la vida sin flamenco no sería vida”. Su DNI señala que tiene 70 años pero aun así se aventura a poner su epitafio, con el arte que solo él puede atesorar: Quiero que me recuerden diciendo que “tenía una chispita de pureza, que no se pierda el cante jondo. Que era un bombero gracioso pero que cantaba bien por bulerías”.
El plato está en su punto, el punto que el regala para hacer feliz y regalar arte. ¿Su receta? “Que me quieran mis amigos y que sea una buena persona, nada más.” Porque “el arte lo manda Dios. Dios te ha dicho: «Tú vas a ser cantaor, bailaor, torero o electricista»”. Ole.
Texto: Mario Niebla del Toro
fotos: Raúl Caro
Gazpacho de Remolacha
• 1/2 kilo de tomate maduro
• 1/2 pimiento verde
• 1 diente de ajo
• 1/2 pepino
• 1 dl de aceite de oliva
• 4 cucharadas de vinagre de vino
• 1 rebanada de pan sal fina
• 1/2 kilo de remolacha
– Se escalda y pelan los tomates y se introducen en el vaso de la batidora. Añadir posteriormente el pepino pelado y troceado, la remolacha, el pimiento, el ajo y el pan remojado en agua. Se tritura durante unos segundos y se añade un gramo de azúcar, la sal, el vinagre y el aceite probando para rectificar si fuera preciso.
– Se pasa por un colador a una sopera y se deja enfriar durante una hora.
– Después se sirve en tazas individuales acompañando con una guarnición de dados de pan, de pepino, de cebolla, de tomate y de huevo duro.