Juan Robles ha sabido crear un imperio de la restauración en Sevilla que da trabajo a doscientos empleados y en el que ha implicado a toda su familia
por José Antonio Rodríguez Benítez
Cuando a los cinco o seis años Juan Robles comenzaba a frecuentar el bar que tenía su padre en la Puerta Osario y veía como se llenaban los vasos de vino de Villalba del Alcor, no podía suponer todo lo que le vendría con los años. Con paciencia, sacrificio e inteligencia, este restaurador ha sabido crear un imperio con denominación de origen sevillana y en el que ha ido sumando a toda su familia. Primero a su mujer, que a sus ochenta años se sigue metiendo entre fogones cuando la cosa lo requiere. Posteriormente, a sus hijos con sus respectivos cónyuges… y en un futuro cercano serán sus nietos. La cuarta generación de “Robles” ya tiene planificada la formación para que, de alguna manera, todos puedan seguir dándole vida a la empresa.
En la actualidad son doce negocios en el entorno de la Catedral al que hay que sumar “Robles Aljarafe”, en Castilleja de la Cuesta, cuya construcción ocupa una hectárea de terreno y en la que pueden comer mil seiscientas personas al mismo tiempo.
Juan Robles sigue frecuentando sus negocios a diario aunque ahora es su hijo Pedro el que ejecuta las acciones de la empresa. Tuvo claro que el futuro también pasaba por abrirse al extranjero a través de dos caminos: el primero de ellos, conociendo en eventos internacionales las nuevas tendencias de la cocina. Y el segundo, llevando a estos eventos lo mejor de la gastronomía andaluza. “En el Congreso Mundial de Turoperadores Americanos, en las Vegas, servimos gazpacho y papas con chocos y tuvo un éxito tremendo”. Y, de esta manera, la cocina de Robles ha viajado ya a casi cuarenta países de todo el mundo a través de distintas acciones.
La crisis
Otro de los méritos que tiene la empresa es que durante la crisis económica no ha dejado de contar con ninguno de los doscientos empleados que tiene la plantilla. “Detectamos la crisis con antelación y reforzamos nuestra estructura”, explica Pedro Robles. “Abrimos establecimientos con las nuevas tendencias y distintos precios a los que acostumbraba la casa. También debemos tener en cuenta que ha habido un cambio generacional. Ha llegado una generación que ha viajado mucho, conoce nuevas cosas y demanda otro tipo de establecimientos”.
Veladores
En muchos de los negocios de nueva creación, Robles ha apostado decididamente por la colocación de veladores, especialmente, para dar la posibilidad tanto al sevillano como al turista de disfrutar de algo tan arraigado en la ciudad como es comer al aire libre. Sin embargo, en los últimos años ha nacido una corriente contraria producida, quizás, por una falta de regulación. “La ciudad vende al turismo experiencias de la calle por la temperatura que tenemos. El noventa por ciento de nuestras reservas quieren terraza. Estamos a favor de que la ordenanza se cumpla pero todos los problemas de la ciudad no pueden girar ahora en torno a los veladores”, explica Pedro Robles.
En cierta medida, en la casa lamentan la “criminalización” que, a veces, se hace contra los hosteleros en este sentido. “El turismo es el principal motor económico de la ciudad y requiere que le demos servicios. El cliente quiere estar en la calle”.
Juan Robles recuerda la dilatada trayectoria que tiene la empresa al servicio de la ciudad y su vocación por mejorar la sociedad a través de ongs, competiciones deportivas etc.
También, destacan su compromiso por el medio ambiente y la estética general de la ciudad ya que, por ejemplo, la basura de los distintos establecimientos es centralizada en un local donde se mantiene a quince grados hasta que es recogida para su reciclaje. De esta manera, se evita que la suciedad se almacene en las calles del centro histórico.