Querida Maruja, fuiste uno de los ídolos de mi niñez junto a Lola Flores, Imperio Argentina, Paquita Rico, Vicente Parra, Tony Leblanc, Sara Montiel, Nati Mistral, María Dolores Pradera…
Con el tiempo fui haciéndome amigo de muchos de vosotros y con Carmen Sevilla y contigo tuve la suerte de trabajar en varias ocasiones.
Me gustaría plasmar aquí ese mundo en el que los teatros se abarrotaban con espectáculos extraordinarios protagonizados por figuras y gente de tu talla y categoría. Cuando llegué a Madrid estabas en el Teatro Price (hoy Ministerio de Cultura). Quién nos iba a decir que en lugar donde triunfaste tantas noches se iba a convertir, con el tiempo, en la sede de la Administración que nos impondría el dichoso 21% de IVA.
Tu, por fortuna, a todo le sonreías. Reíamos contigo, siempre, de todo. Pero me consta que este 21% que ha dejado en su casa a tantos cientos de compañeros no te hacía la más mínima gracia.
Recuerdo, Maruja, que en el espectáculo del Price estabas espléndida, guapa, joven, delgada… cantando extraordinariamente con tu gran voz y derrochando arte por los cuatro costados. Luego te vi una y otra vez en Madrid, y en el maravilloso teatro San Fernando de Sevilla. Recuerdo tus charlestón, tus tangos, coplas…
Fuiste una enorme artista llena de personalidad. Es una pena que la gente joven te recuerde, exclusivamente, por tus últimas apariciones televisivas. Pero quiero reivindicar aquí que en tu momento tuviste una fuerza y una luz enorme.
Tuve la suerte de trabajar contigo en Telecinco. Pero me llenó, especialmente, hacer contigo y con Paco Cecilio una revista. Nunca olvidaré lo que reímos, lo bien que lo pasamos (nosotros y el publico). Podría contar cientos de anécdotas de aquel espectáculo. Una de ellas fue cuando mirabas las medias de todas las bailarinas y, si alguna las llevaba rotas, las multabas. Era otra manera de entender el espectáculo…
La verdad es que nunca tuve la sensación de que eras la jefa y la que mandaba. Eras una compañera más que dabas consejos a todos. Luego vino mi etapa televisiva y recuerdo que fuiste una de las pocas que me felicitó porque, según tú, “me había consagrado”. Te lo agradeceré siempre.
Siempre has sido generosa considerando el trabajo de los compañeros y, todo hay que decirlo Maruja, también un poco tacaña a la hora de invitar a algo. También te recordaré por eso.
Eres la persona más positiva que he visto. La mujer más alegre y divertida. Estar contigo en cualquier reunión era tener los chistes y las bromas aseguradas. Recuerdo el día en el que me dijiste: “Miguelito, el primer día que te vi tenías cuerpo de banderillero, pero miarma, ya se te ha puesto de picador”.
Se va contigo una época, un sentimiento y una grandísima artista con mayúsculas. Una mujer que ha defendido un escenario como muy poca gente. Hiciste incursiones extraordinarias en el cine. Estuviste espléndida en Pelusa, imitaste a tus compañeras, triunfaste en Hispanoamérica…
Jamás te olvidare. La alegría de tus labios y tu cara estarán en mi corazón. Y que siempre, en los malos y en los buenos momentos, hiciste «trianería» en tu manera de vivir.
Maruja, da recuerdos a todo el mundo. Me imagino la juerga que se va a formar ahí en el cielo. Algún día subiré y las compartiré con vosotros, a eso que llaman el “tablao de la gloria”. Adiós Maruja.