Por José Antonio Rodríguez.
Siglo XIII
Fernando III: Existe una leyenda que relaciona, directamente, la fundación de la hermandad del Santo Entierro con Fernando III “El Santo”. Al parecer, la hermandad se origina en torno a una imagen de Cristo Yacente que se le aparece a una mujer paralítica que vivía en el barrio de Colón. Cuenta que el Cristo estaba emparedado y, al caerse los ladrillos del muro de la habitación, quedó al descubierto la talla. La mujer paralítica, al ver esto, salió corriendo quedando liberada de su discapacidad. Cuenta la leyenda que esto llegó a oídos del Rey Fernando III, que ordenó construir una capilla en aquel lugar milagroso.
Siglo XVI
Carlos I: Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, llamado «el César» concedió el título de “Imperial” a la hermandad de Guía – hoy, de La Lanzada- en 1522, al aprobar sus reglas. Podría ser la primera incursión de los Austrias en asuntos de cofradías y lo hizo, nada más y nada menos, que a través de uno de los reyes con los que España alcanzó mayor prosperidad económica en toda su historia con los nuevos mercados abiertos tras la conquista de América y la política imperialista del regente.
Felipe II: La hermandad del Museo tomó las armas reales de Felipe II para integrarlas en su escudo. Dicen que este Rey conoció a la Soledad de San Lorenzo cuando ésta tenía su sede en el Convento Casa Grande del Carmen, de la calle Baños. Además, Felipe II fue hermano de la Vera Cruz, por cuya vinculación ostenta la hermandad el título de “Real”.
Siglo XVII
Felipe IV: Cuentan las crónicas que en la visita que el Rey Felipe IV hace a Sevilla en 1624, el monarca tuvo un encuentro con la Virgen del Patrocinio – de Gloria -. Al parecer, el Rey paseaba falúa por el río cuando pisó tierra firme para llegar hasta el Patrocinio, ante cuya imagen se postró. En este hecho encontramos el origen de la defensa real que se hizo de este título, en gratitud por los favores dispensados por la Virgen durante su reinado, extendiéndolo entre sus reinos y consiguiendo de Roma en 1656 la institución de la Fiesta del Patrocinio de Nuestra Señora. Por ese motivo, la hermandad del Cachorro ha organizado desde tiempo inmemorial, cada año, solemnes sufragios por el alma de Felipe IV.
Carlos II: Con Carlos II comenzó la tradición que vincula a los Reyes de España a la hermandad del Santo Entierro. Es decir, cada vez que en España se proclamaba un Rey, éste pasaba a integrarse en la hermandad con el cargo de Hermano Mayor.
Siglo XVIII
Con el siglo XVIII llegaba una nueva casa real, la de los Borbones, en un tiempo de luces e Ilustración que no impediría nuevas vinculaciones y concesiones.
Suele afirmarse que el título de Real de la hermandad de la Hiniesta proviene de una concesión del propio Felipe V durante el llamado Lustro Real (1729-1733), la larga estancia de la nueva corte de origen francés en una Sevilla que trataba de conservar glorias pasadas.
Carlos III: El monarca se vinculó a las hermandades de San Bernardo, la Mortaja y los Servitas. Todas ellas conseguirían el título de Real bajo su reinado a pesar de que ya corrían las luces de la ilustración y todas las corporaciones debían someter la aprobación de sus reglas al Real Consejo de Castilla.
Carlos IV: Concedió títulos y prerrogativas a las hermandades de la Carretería, el Silencio, el Valle o la Trinidad.
Siglo XIX
Fernando VIII: Fue uno de los Reyes que más presencia tuvo entre las hermandades sevillanas. Fue hermano de la Quinta Angustia, Gran Poder, la Exaltación, la Lanzada, la Amargura o el Amor.
Isabel II: Tenía verdadera pasión por la ciudad y se consideró devota de numerosas imágenes. Tuvo vinculación con hermandades como La Cena, Pasión o La Lanzada. En San Isidoro, por ejemplo, la nombraron “Patrona perpetua y hermana especial”, como recuerda el libro que recoge los “augustos nombres de nuestros soberanos como hermanos”.