Por José Antonio Rodríguez.
Los Montpensier
Mención aparte merecen el matrimonio compuesto por Antonio de Orleans y la infanta Luisa Fernanda, Duques de Montpensier. A falta de ser Reyes – la gran pretensión del Duque – estos se asentaron en Sevilla y establecieron su pequeña corte en el Palacio de San Telmo. Su “reinado” sin reino consistió en emprender grandes negocios y revitalizar, en parte, la vida social y económica de una ciudad en la que las procesiones de Semana Santa se popularizan como un fenómeno turístico que, con la llegada del ferrocarril, trae a Sevilla ingentes cantidades de viajeros, muchos de ellos, invitados por los propios duques. Fueron hermanos del Gran Poder, Carretería, Pasión, San Isidoro, la Quinta Angustia y Montserrat, verdadero ejemplo de cofradía romántica. En las cofradías encontraron los duques un vehículo de ascenso social pero, también, las hermandades hallaron en ellos una fuente de mecenazgo para los numerosos estrenos que se hacen en la época.