Fue la primera mujer consejera delegada en España, de Christian Dior. Distinguida como Caballero de la Legión de Honor de la República Francesa, nació en París y vivió una infancia “idílica” en el castillo familiar de Grenoble. La Princesa Beatriz de Orléans es hija y nieta de los Condes de Franclieu y los Marqueses de Lazaire, quienes le legaron una disciplinada educación ilustrada y universalista “sin mimos”. Separada del Príncipe de Orléans, conserva de él cuatro hijos, su mayor conquista. Su agenda sigue estando cuajada de compromisos digna de quien se confiesa una trabajadora nata que se ha ganado el cariño de todos por su constancia y su profesionalidad.
¿Cuál es el secreto de un gran relaciones públicas?
Lo primero es querer a la gente. Es un papel de escuchar a la gente, de querer a la gente, porque si no es absurdo. Tener la capacidad de trans e tienes que transmitir. Puede ser de una marca de lujo, de un museo…de lo que sea, lo importante es asimilarlo todo bien para poder así transmitirlo correctamente. Un relaciones públicas debe leer prensa a diario para saber qué pasa en el mundo. No puede estar al margen de la actualidad. Pienso que se deben hablar al menos tres idiomas, haber viajado a todos los países del mundo para conocer los distintos comportamientos y las diferentes culturas… Es una suma de distintos requisitos.
Leo una media de cuatro periódicos al día. He trabajado en Comunicación para Christian Lacroix, Gyvenchy, Thomson, por supuesto para Dior, para multitud de marcas, también para Elle…Tienes que estar al tanto de lo que ocurre en el mundo. Al menos cuatro periódicos hay que leerse a diario. Leo uno en francés, dos en español, uno americano…Eso debe ser básico. Vivimos en una época en la que todo es imagen, entonces es indispensable tener una imagen de todo el mundo a diario. El mundo hoy día es muy pequeño. Si viajas por Europa, ahora le va a tocar a España la Presidencia de la Unión, te das cuenta que somos ya uno. Me apasiona Nueva York también. No puedo vivir sin viajar a Nueva York. Es una especie de droga. Hay unos billetes fantásticos además. Nueva York es otro mundo. A tu edad deberías irte ya… (sonríe). Te cambiará la visión del mundo, te cambia el chip. Todo es distinto allí. En Europa pensamos que somos lo más. Nuestra Cultura es otro nivel desde luego. No tiene iglesias románicas, ni góticas, pero da igual. Te quedas boquiabierto allí. Hazme caso vete a Nueva York de inmediato (sonríe).
Escribió un libro sobre el glamour ¿Qué significado tiene esta palabra para Beatriz de Orléans?
Hoy en día me parece una palabra un poco caducada. Existió por supuesto pero hoy la concepción del glamour no es la misma. El hecho de ya no ver a las grandes personalidades y artistas con un pelo impresionante, una cintura de avispa, unos pechos impresionantes, unos tacones de una manera, maquilladas como un árbol de navidad…Hoy el mundo es otro, el mundo cambia rapidísimo. Hoy predomina sobre el glamour el estilo. Ya no está de moda el glamour. Es una palabra que además está fuera del mundo actual. Eso sí, la palabra glamour me encanta.
¿Qué es para la Princesa de Orléans la elegancia?
La elegancia consiste en estar bien en tu piel. Se trata de sentirse uno mismo, ir de manera adecuada en el momento adecuado. Puedes tener un vestido fantástico de Dior pero si lo llevas para ir por la mañana al supermercado no es elegante. Si vas a la playa llena de joyas y maquillada como un árbol de navidad tampoco es elegante. Ir de manera adecuada en el momento adecuado. Luego también está en la manera de andar, de dirigirte a la gente. Pienso que la elegancia se adquiere con la edad. A los dieciocho años puedes estar guapísima, espectacular, en cambio años antes puedes estar llena de complejos porque estás un poco gordita. La elegancia se va adquiriendo con el tiempo. A los treinta y cinco años una mujer puede ser súper elegante. Tú eres elegante con ese vaquero, esa chaqueta y esa camisa. El elegante se ve en su manera de andar, de ser, de hablar. No creo que haya una definición de elegancia. Hay pocas personas que lo son. No se trata de ir vestido completamente de Dolce & Gabbana, es absurdo. Se trata de ir acorde con tu personalidad. Es una armonía entre tu interior y tu exterior. Parece un tanto tonto pero no hay otra manera de decirlo.
¿Qué es lo que no puede faltar en el armario de Doña Beatriz de Orléans?
Un traje de chaqueta de Dior, por supuesto. Un traje largo de Lacroix y unos zapatos de Dimitris.
¿Cree que juega un papel importante la imagen en nuestro día a día?
Cada vez más. Hoy día es imposible que una persona triunfe si no tiene una buena imagen. Mira a los políticos. Antes no pensaban en esto que te digo. Hoy todos tienen sus asesores, sus estilistas. Vivimos en la era de la imagen. Todo es imagen. Cada vez es más importante.
¿Cómo fue su infancia en un Castillo como el de Grenoble?
Tuve una infancia idílica, divina. Un castillo precioso del siglo XVIII. Una vida muy estricta, muy disciplinada y sin mimos. Ideal, feliz de la vida. Hoy en día los niños tienen que hacer mil cosas. Clases de tenis, clases de idiomas, luego quince días en un sitio, una semana en el otro. Nosotros no salíamos a penas y no pasaba nada. Era una vida feliz pero sin mimos. Intentaron educarnos como personas cultas, educadas, inteligentes, porque la inteligencia consiste en interesarse por distintas disciplinas. No se puede saber sólo de matemáticas o de filosofía. Hay que tener interés por la geografía, la historia, la astronomía, la política…por todo. Es esencial que desde pequeño te inciten a despertar interés por aprender. Si con seis años te llevan a un museo o a un concierto llegas a tener interés por todo eso.
De vez en cuando se deja ver por Sevilla, ¿Qué le gusta de nuestra ciudad?
Me encanta Sevilla, mis dos hijos se han casado en Villamanrique. De Sevilla me gusta todo, todo. Sevilla es absolutamente mágica. Es una ciudad que tiene una belleza impresionante. Su luz, sus sombras, es distinta. Sevilla es una ciudad rica en Cultura y de los sevillanos lo único que puedo decir es que sois geniales (sonríe).
¿Es una marbellera más?
Andalucía, desde luego, y dentro de Andalucía San Pedro de Alcántara donde tengo una casa. Sigue siendo un pequeño paraíso. Espero que dure mucho así.