Bodegas Hidalgo-La Gitana, S.A., fue fundada en 1.792 por don Pantaleón Hidalgo, iniciando el negocio de la manzanilla como almacenista, surtiendo de vino a los exportadores de Jerez y Puerto de Santa María. Fue su hijo Eduardo Hidalgo el que, con gran espíritu comercial, empezó a viajar y a ofrecer los vinos, teniendo grandes éxitos por la calidad de éstos, por lo que ya fue necesario hacer una gran inversión en locales para la crianza, tanto en calidad como en cantidad, de manzanilla y de otros vinos que por avanzada edad de ésta, se desarrollan como el Amontillado y el Palo Cortado.
Para ello, y como buen conocedor de la zona óptima en Sanlúcar para la crianza, eligió la Banda de la Playa que, en aquella época, era el “paseo marítimo” de Sanlúcar. Desde esa zona hasta la desembocadura del Guadalquivir, no existía ningún obstáculo inmobiliario, todo era zona de navazos (zona agrícola, donde se cultivaba bajo el nivel del río), edificando en el año1.850 un complejo de bodegas de unos 14.000 metros cuadrados, ventiladas inmejorablemente por el aire del Atlántico que provoca en Sanlúcar el microclima especial, que la hace único punto geográfico en el mundo, donde se cría la manzanilla. Además, dicha zona, al estar a bajo nivel freático, proporciona a la crianza un índice de humedad, que hace de ésta otro ingrediente natural importante.
El nombre que don Eduardo dio a la Compañía fue Vinicola Hidalgo y Cía., S.A., ya que, desde su fundación, una de las ideas principales fue la de ser siempre un negocio familiar, lo cuál, al día hoy sigue siendo así. Actualmente es la sexta generación directa de fundador, la que compone el Consejo de Administración, labor nada fácil en tantos años, lo que ha sumado muchos enteros al éxito que mantiene la familia Hidalgo como criadores y exportadores de sus vinos.
¿Por qué La Gitana?
En cuanto a las marcas se refiere, fue don Eduardo Hidalgo el que, por amistad con una señorita de raza gitana, sacó la marca para la manzanilla, en aquel entonces Manzanilla Pasada, término que, en aquella época, definía a una manzanilla con un mínimo de 14 años en madera, ofreciendo ya al mercado un vino con gran estilo, madurez y fragancia marinera, desembocando en un toque salino en la boca, característica fundamental en una manzanilla.
Para la imagen de la marca, don Eduardo, gracias a sus tertulias en la provincia, conoció al padre de Joaquín Turina (compositor de música clásica gaditano) que, como buen artista también, accedió al encargó que don Eduardo le hizo de una pintura con el busto de una guapa gitana, pintura que hoy se conserva en perfecto estado en la Compañía.
Poco tiempo después y de una manera un poco informal, dicho artista pintó otro busto de Gitana en el pellejo de una pandereta, detalle que gustó hasta tal punto, que hoy es el anagrama de la Compañía.
Ni que decir tiene que, gracia a la gran labor comercial de don Eduardo y de todos los herederos, La Gitana es hoy la primera marca de manzanilla, tanto en el mercado nacional como en el extranjero, por calidad y cantidad. Tenemos también la suerte de tener como capataces de su crianza a toda una generación de grandes conocedores de la elaboración de éste tipo de vino.
Anécdotas muchas en estos 221 años de andaduras dentro del mundo del vino. Debemos tener en cuenta que la manzanilla La Gitana antes que nada es mujer, por lo que pide siempre respeto para su consumo. La mayoría de las anécdotas rondan a que, cuando se le ha tratado mal ésta siempre ha vencido todas las bromas que se han gastado. Numerar las anécdotas sería muy largo. Es mejor descubrirlas degustándola diariamente, preferiblemente en copa grande de vino, recipiente que, al ser mayor su cubicaje, La Gitana respira de otra forma, llegando a un resultado final precioso en boca y en nariz.
Finalmente, y hablando del futuro, cada vez estamos más convencidos de que éste girará en torno a la calidad, en todos los procesos ya que no debemos olvidar que el vino no solo tiene el aspecto romántico de su elaboración, también hay que satisfacer una necesidad del consumidor y una necesidad de los canales comerciales. El concepto calidad, es para nosotros el primer eslabón, encontrando su máximo esplendor en la copa grande, como único vino blanco en el mercado con cinco años de crianza, para acompañar pescados, tanto frito como a la plancha, mariscos, arroces y cualquier tipo de ensalada mediterránea.