Por IGgnacio de Cossío y Pérez de Mendoza.
Que inmenso error están cometiendo todos los protagonistas en Sevilla. Es cierto que faltaron las formas a la hora de comunicar una angustiosa situación y que los acuerdos al parecer pudieron romperse en algún momento con muy mal estilo. Pero por encima de todos los intereses siempre debió prevalecer entre todas las partes el agradecimiento que todos le deben a la afición de Sevilla, que aunque mermada cada vez más, aún siguen feria tras feria refugiadas en las trincheras del abono y de las corridas sueltas. Nadie pensó en ella entonces y nadie pensará en ella ahora mucho me temo.
Todo parece esgrimirse en una cuestión económica que viene arrastrándose desde hace años o esa es la imagen que parece sobresalir de todas las declaraciones vertidas e incluso de los silencios maestrantes. La empresa quiso rectificar a tiempo pero debieron existir cuestiones que se nos escapan a todos cuando nadie recogió su guante. Por todo Pagés deberá hacer unos carteles muy atractivos y bajar un porcentaje muy serio las entradas si quiere que la Feria no sienta las ausencias de quienes son insustituibles en los tendidos que no son otros que la misma afición o el público foráneo, que a modo de tribus unas y otras se encuentran en peligro de extinción. Sin lugar a dudas, esto será lo más complejo máxime tras la negativa reconfirmada de los cinco toreros en cuestión y el silencio del sexto maestro.
Aquí pueden pasar dos cosas: una que salga un nuevo torero que quiera repartirse el pastel con los ausentes u otra: que sea un auténtico petardo y de seguir un par de años así se tambaleen hasta las columnas de la casa maestrante. La imagen de la ciudad por esas fechas se vería afectada, la taquilla para los empresarios no digamos y qué decir del prestigio del escenario donde todo nace. Ya lo he dicho mil y una veces que la Maestranza no es nada sin los mejores toreros y los mejores toros. La Maestranza no está por encima de nadie, ni siquiera el público abarrotan los tendidos, los únicos artistas son ellos los profesionales, los que se dan cita en el centro del ruedo, sin esto no hay función, no hay nada.
Perder las formas y el ser desagradecidos nunca debió ser algo de lo que presumir públicamente con orgullo. Los seis toreros son grandiosos, pero deben de hacer un gesto al menos por todos los que les admiramos y seguimos con una lealtad máxima. Los empresarios también deben hacer un gesto de verdad para que puedan volver los grandes toreros, para que nos de la sensación que ustedes además de ser grandes aficionados lo demuestran en los momentos más difíciles que es cuando se ven las verdades. A los maestrantes no les pediré que hagan público contratos y ganancias que serían de agradecer para que vieran todo lo que ustedes hacen por las obras sociales y el verdadero porcentaje contractual con la empresa, pero sí les ruego otro gesto en pro de un prestigio que de no venir los grandes y de reiterarse en sus posiciones nada volverá a ser igual.
Recuerden todos que cuando uno de los nuestros se marcha de la plaza, ese ya no vuelve más. No digamos si tenemos que hacer nuevos afiliados… En definitiva, todos llevan algo de culpa y de perdón en sus actos, cerremos las heridas y volvamos al diálogo, están abocados a llevarse bien, todos y cada uno viven de esto, aman esta fiesta y rabian de dolor cuando los toreros más grandes no acuden a nuestra plaza. Si algún día fuimos catedral, referente, santo y seña del toreo. Pleguémonos a la causa, nobleza obliga.