Mario Niebla del Toro Carrión.
Director de la Revista Escaparate
La escritura es una forma de completar las carencias del alma de quien le da forma. Quizás sea el ejercicio de serenidad y reflexión que lo propicia lo que nos haga tomar conciencia para propiciarla. Las cosas maravillosas, que son simplemente cotidianas, intento identificarlas a menudo pero muy especialmente en torno a mi cita mensual con usted en este velador de papel. Es cuando me acerco a esta terraza al aire tremendamente libre cuando observo con detenimiento a mi alrededor para identificar lo que quiero contarle. No puedo llegar a este punto con las manos vacías. Me siento en deuda permanente con usted. No puedo ser un trovador de palabras huecas. El objeto de este café mensual que tenemos usted y yo a medias no es otro que el de entregarle una reflexión por si en algo este nómada de la palabra encuentra algo que aportarle para su bolsillo espiritual. Esta columna libre nació con la intencionalidad de llevarle a la fascinación por la vida y al distanciamiento de la indiferencia a la que nos arrastra la prisa en la que nos deslizamos instalados sin rumbo. Debo reconocerle sentirme aterrado no pocas veces por la idea de llegar a un punto de abstracción de lo mundano, por mi afán de elevación bohemia del alma, que me lleve a apartarme, a alejarme a un universo paralelo, a un mundo metafórico, hasta el punto que me lleve a acariciar la locura socialmente no admitida como tal. Siempre que me siento para esta revelación mensual lo hago solo, elijo una banda sonora que me motive a reflexionar y elijo un vino o un té delicioso para beberlo a sorbos entre líneas, mimado en los detalles. No me sirve cualquier copa o cualquier taza. Es mi momento, el nuestro. Sinceramente pienso que la soledad es la mejor compañía para dejarnos empapar por la esencia de nuestra propia existencia y de nuestras tribulaciones y pensamientos. Vivimos días en los que está de moda ser feliz, incluso parece una necesidad no sólo serlo, sino parecerlo. Sin embargo, creo que en este momento de mayor comunicación 2.0 estamos escasos precisamente de comunicación pura y de verdad desnuda. Sobran “hastag” y faltan abrazos ¿Cuantos selfies vacíos de autenticidad nos salpican a diario de quienes no se apartan para pensar, meditar y encontrar el camino de la felicidad? Cientos, miles, continuos. Es cierto que es maravilloso poner de moda la felicidad, pero una felicidad de fondo, más que de forma. Este ejercicio cotidiano pero especialmente mensual de observar para vomitar mi pensamiento en este punto debe ser una constante, pienso, en nuestra vida, para identificar lo maravilloso que puede llegar a ser el mundo, desde lo más común a lo más extraordinario. Déjese escuchar a sí mismo. La vida es un continuo ejercicio de cata. Fomentar la curiosidad y las ganas de aprender es alimentar la ilusión y las probabilidades de crecer. Busque el escape, la soledad y escúchese. Tenemos dos orejas y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos. Haga su examen particular, localice lo que le hace sentir bien y foméntelo. Haga lo mismo en sentido contrario. Aléjese de aquello que no le complazca. Sea en ese sentido egoísta. Piense en usted y luego ya veremos. Hágase un favor, apague la televisión, el teléfono móvil, descuelgue el fijo, túmbese en el sofá o en la cama de su dormitorio y póngase su música favorita. Empiece por no pensar en nada. Pasado un tiempo deje que las ideas vayan fluyendo por su cabeza hasta que comiencen como en un baile a hacer entrada en su mente todas sus preocupaciones. Una vez reunidas, piense en la manera de ocuparse, que no preocuparse, de las solucionables e inevitables y de un tijeretazo borre las que le ocupan y le restan, relativícelas, aquellas que hacen que pese su mochila vital. Esa que le impide avanzar. Encuentre el Eureka de su plenitud y serenidad de espíritu. La reflexión en soledad, apartados del ruido en todas sus caras y versiones, es tan necesaria como la oración para el creyente. Es la fuente donde beber el alma. No se deje contaminar por la pseudo felicidad 2.0 de “selfies” y redes sociales, de las que por cierto soy fan, si sabemos entenderlas y aprovecharlas y busque la verdad, el sosiego espiritual que le haga sentir bien y pueda llegar incluso a proyectarlo a su entorno, haciendo del suyo un mundo mejor. Ese es mi brindis de este mes. No se rinda, ni conforme. Empléese en ese favor. Hágase este mundo más atractivo, más hermoso, más apetecible, apasionante incluso. Esta invitación le sugiere un poco de soledad y silencio para poder darle facilidad a nuestros oídos para escuchar lo que realmente nos apunte a ser razonablemente felices. Curiosamente esto que es bastante razonable puede sonar a locura. Pero como dice una amiga mía: “Ni falta que te importe.” Nos vemos a la vuelta de la esquina, en un mes. Ya me contará.