1 May, 2018 | cartas del director

Mario Niebla del Toro Carrión.

Director de la Revista Escaparate        

Sevillano, despierta, ha llegado la primavera. Escribo esta carta empapada del primer abril que es el mes de Sevilla. Llega un nuevo abril vestido de mil colores, olores que saben a siempre, a eternidad. Si hay una palabra que resuma a Sevilla esa puede ser abril. El mes alegre de castañuelas y buen vino, de tópicos y típicos renovados que convierten a la ciudad de los sueños en un lugar idílico donde vivir, enamorarse y hasta morir, disculpe, lo más tarde posible. Abril es para Sevilla como el albero para la Maestranza, como la guitarra al cante, como el sol al día y la luna completamente llena a la noche. Abril es un despertar emocional que se traduce palpablemente en una alegría no contenida en las caras de los sevillanos. ¿Se da cuenta? ¿No lo nota? Sevilla se despereza del letargo del invierno iniciado en la cuaresma de recogimiento y sentimiento para pregonar al mundo con un cielo de farolillos y miles de bombillas la fiesta de la vida. Abril es el exceso, la fiesta como decía, porque hasta los jardines se desbordan explotando de vida, de ganas de vivir. Por balcones y ventanas desborda vida pura en macetas, tiestos y poyetes. Sevilla asiste a la mejor metáfora de la propia vida, efímera, con un comienzo y un final para acabar condensada en sólo recuerdos, como es la misma Feria de Abril que es la Feria de Sevilla. Esta tierra bendecida por tantas historias, tantas gentes que nacieron, compusieron, cantaron, pintaron, bailaron, filmaron, conquistaron, se enamoraron, murieron e hicieron historia, en definitiva, desde este mismo lugar vive sus días grandes, expansivos. Sevilla estos días es España entera. Sevilla en abril es un icono nacional, porque aquí sabemos que esto no es un valle de lágrimas y España es pasión y alegría y las penas se cuentan por sevillanas, con palmas al compás. Nace un nuevo abril y lo hace desde nuestro interior hacia fuera. Abril es la exteriorización de una filosofía de vida. La gente de Sevilla se enamora de un jazmín, de una mata de romero, de clavellinas y de claveles, porque es el mayor jardín de flores de España. Abril es una locura que nos contagiamos como pollos sin cabeza, unos a otros, sin control, ni ganas de tenerlo, porque la vida es una locura desde su concepción hasta su ocaso. Por eso Sevilla se enamora de un querer caduco como sus flores, con la ilusión de enamorarse una y otra vez por el propio gusto de enamorarse. Abril es un cartel pero también un canto a la vida. Sevilla, perdóneme, pero no puede estar más guapa en abril, olé con olé y olé. Vivamos abril como nuestro primer abril, porque llega para hacernos despertar y amar la vida con su luz especial, espacial, y sus días más largos para vivirlos y bebérnoslo hasta el final, mirando al cielo azul hasta el último buche que Dios nos regala a los sevillanos desde que amanece hasta que anochece, porque desde que amanece apetece. Sevilla en abril es como una bulería que nos hace levantarnos de cuajo de la silla. Abril no es para estar sentado, porque renace para enseñarnos una vez más que esto no durará para siempre, que es el momento, el nuestro, el suyo y el mío. Abril es lo suyo, de hecho. Abril es festejo y presente, para no vivirlo en borradores, sino pasados a limpio. Esto es hoy, no mañana, porque, como dijo el poeta, jamás duró una flor dos primaveras. La vida, como Sevila, nada más que hay una y abril es la más bella invitación a gozarla, a masticarla, a saborearla y a llenarse de ella. Abril en Sevilla es sintonía de Albéniz, es Arenal taurino y habano en boca. Abril es la mismísima gloria bendita. Abril es en sí la excusa para elegir esta ciudad como modo de vida, como escenario del espectáculo que es la propia vida. No me imagino la vida sin Sevilla, ni sin abril. Abril es volantes, una buena jaca, un caballista y una amazona impecables. Es la gracia, la simpatía y la alegría. Abril es cantes que arañan estrellas y es noches de día y días de noche exprimiendo hasta el último aliento la vida llena de ella. Abril, sevillano, ha llegado y hasta gallardean las banderas de las plazas. Cójale del talle y acompáñele que es su turno, el turno de la vida, el turno de Sevilla. Su turno.

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