Mario Niebla del Toro Carrión.
Director de la Revista Escaparate
Muchos han sido los obstáculos de todo color que se nos han puesto por delante en esta década de fiesta juntos. Me gusta llamarle fiesta porque es como entiendo la vida, pero es una osadía por mi parte, con el corazón en la mano, para mirármelo con el psiquiatra. En muchas ocasiones la vida más que una fiesta es una feria de impedimentos, de vanalidades, de luchas injustas de una selva urbana que hacen mermar las expectativas al más iluso e idealista. Señores, esto y cuando digo esto me refiero a la realidad de posibilidades y del handicap de lo factible, está todo planteado para no querer hacer nada que se salga de lo corriente. Todo empuja a querer aburguesarse por prescripción médica. Como se le ocurra a alguno sacar los pies del tiesto que se amarre bien los machos, que se faje bien fajado y se tire al ruedo. Lo burocrático, la competitividad laboral insana, los prejuicios de una sociedad apelmazada en un espíritu provinciano, las pocas oportunidades y las mínimas facilidades de esta ciudad de mis amores me hacen comprender continuamente a quien aspira a llegar a final de mes con una cerveza helada en la mano, sin más. El peaje que se cobra la realidad es un desgaste de coco y huevo. Llevamos diez años nadando a contracorriente, porque no hemos nacido para hacer más de lo mismo. Pues desde esta colina de los diez años quiero decirle que aun no han llegado a poder con nuestras ganas. Lo siento, seguimos empujando para arriba con esto y con lo que te rondaré morena. Seguimos arremangándonos, remando fieles a un estilo y a una filosofía de vida, mirándonos al espejo y reconociéndonos en él, trabajando por un sueño, bregando por la excelencia, por huir de la mediocridad, por alimentar la difusión de nuestra musa que es Sevilla, a la que no me canso de amar por mucho que me quiera cansar. A Sevilla la quiero y el querer es irracional, se quiere o no se quiere no pregunte por qué. Así lo haré hasta el último segundo de mi vida. Eso sí, no le tengo rencor a quien decidió huir de esta maravillosa tierra autocomplaciente y acomodada. Entiendo, queridos sevillanos del exilio, que hayáis cogido el petate y optado por crecer en un mundo de oportunidades que espera fuera de las murallas que nos vertebran. El día que llegue el verdadero amor propio del sevillano por hacer de esta ciudad grande, desde todos los frentes públicos y privados, empezaremos a despertar de esta siesta en la que vivimos muertos, sumergidos en un mundo hecho para las ventanillas del vuelva usted mañana, un planeta local de flojos y conformistas. Escribo estas líneas con un pellizco crítico porque es tremenda la soledad en medio del océano que sentimos quienes decidimos un buen día construirnos nuestro propio camino, con la valentía de los pequeños empresarios, del emprendedor de a pie, del autónomo que tira para adelante con más ilusión que medios. No está hecha la vida para recostarse a media tarde en el verde del Parque de María Luisa, mientras se ve pasar las palomas embuchadas por las manos de los niños de Sevilla. A pesar de ello y pese a todo, quiero decirle que estoy muy feliz y muy orgulloso de todos y cada uno de los que creyeron en mi proyecto y dieron lo mejor de ellos por engrandecer esta revista que cumple su primera década de vida. Vosotros, anunciantes, patrocinadores, colaboradores, trabajadores de esta familia que escribe el ocaso de su décimo capítulo con aliento recién estrenado para empezar el undécimo… Seguiremos dando guerra. Guerra de amor, de ganas, de nuevos proyectos, nuevas metas porque es lo que tenemos por delante. ¿Rendirnos? Jamás nunca. GRACIAS, siete letras y resumen de mis sentimientos en este mismo instante y el de mi equipo por nuestros primeros diez años siendo compañeros de baile en esta fiesta hostil que es la vida. GRACIAS.