Mario Niebla del Toro Carrión.
Director de la Revista Escaparate
Una amiga mía tiene un dicho que me hace mucha gracia: “Si no está limpio está fresquito”. Tanta que me da que pensar. El conformismo, que es una herramienta para no sufrir en el mundo de las frustraciones, es a la vez el cáncer de una sociedad mediocre que busca en la autocomplacencia su salvoconducto hacia la supervivencia. Mire usted, si no está limpio está sucio. Lo de fresquito es otra cosa que nada tiene que ver. A veces nos topamos y, sobre todo, en el mundo laboral, con individuos con puestos de responsabilidad con falta de preparación, que piden cosas que realmente desconocen pero con la confianza de un experto. ¿Alguien se ha parado ante la inquisición de su lavabo para cuestionarse frente al espejo si es íntegro en su vida? Estamos ante un momento de televisión basura que arrastra a un público basura con una opinión basura y con unas aspiraciones basuras. Una nevera llena y diez euros para unas cervecitas. ¿Esas son las inquietudes de la sociedad media actual? Vivimos una vez y me duele la retórica de repetir que debemos aspirar a vivir con integridad. Las papas fritas y los pimientos asados. No todo vale con tal de no arriesgar, de levantarnos de la poltrona del sofá, con tal de no buscar la coherencia entre lo que queremos ser, lo que somos y lo que exigimos a los demás. Tenemos que gastar tiempo en reubicarnos y reubicar por tanto nuestras vidas y nuestro entorno. ¡Qué buena ocasión el periodo estival para ello! Tenemos que aspirar a ser la mejor versión de nosotros mismos, explotando al ciento uno por cien nuestros recursos personales. No sea perro y sea un conformista convencido. No le interesará a nadie y al que menos a usted mismo. Si para ser inconformista y encontrar la plenitud de su alma tiene que ponerse el mundo por montera, tírese sin más dilación al ruedo de la vida. Clave los talones en el albero. Eche la derecha adelante y plante la muleta planchada con la izquierda a media altura para templar la envestida del toro que serán los demás opinantes y la dificultad intrínseca de la propia vida. Haga de esos arranques a traición una obra de arte y su ideal de vida. No se quede en el tendido viendo como su vida pasa por delante de sus narices por comodidad sin pena ni gloria por evitar el ruido. Y si le critican por ello, diga a voz en grito como dijo una gitana en una boda en Jerez con mucho arte: “¡Si quitrican que quitriquen!”. Este es el mensaje que quiero lanzarle desde este tejado de papel, a bocajarro pero sin esconder la mano: No se conforme, ¡por amor de Dios! Si no está limpio tiene que estarlo y no se conforme con que esté fresquito que es, además de conformista, de ser un guarro. Huya de la comodidad, de la mediocridad, huya rápido como una gacela en busca de una vida íntegra, plena, feliz por tanto.
Cambiando de tercio, esta tirada número 114 de Escaparate es una edición más pero paradójicamente no lo es. Es la décima vez que estamos presentes en las Carreras de Caballos de Sanlúcar de Barrameda, consideradas de Interés Turístico Internacional. Estas carreras son únicas en el mundo. La pista donde se desarrollan es la orilla que se forma con la bajamar sanluqueña desde Bajo Guía a La Jara. Por ella galopan purasangres al tiempo que lanzan fango, coquinas y almejas al aire con el Sol agotado del atardecer mientras se esconde entre las copas de los pinos del Coto de Doñana. Escaparate desde su primer año de vida entendió que tenía que estar cada verano en esta coqueta e histórica ciudad, hermana natural y favorita de Sevilla. Dos ciudades unidas por el cordón umbilical que es el Río Guadalquivir, por el que entraron las mayores conquistas de la historia del Imperio Español. Escaparate está en los palcos de su hipódromo efímero de Las Piletas, pero también en sus tiendas, hoteles y en sus restaurantes, templos del buen comer y del mejor beber en los que se dan cita amigos y familias de toda la vida. Esta cita deportiva social, regada con manzanilla muy fría criada en el silencio de sus bodegas a sólo unos metros, mantiene el sabor de siempre de una sociedad exquisita con la que Escaparate siempre quiso tratar y emparentar. Diez años después Escaparate es una revista tan sanluqueña como sevillana y es para todos los que hacemos mes a mes esta publicación un orgullo tremendo poder contarlo con lo que ha llovido en esta década incierta de tribulaciones y mudanzas en nuestra sociedad. Quiero por último darle las gracias al Pueblo de Sanlúcar de Barrameda y, concretamente, a la Sociedad de Carreras de Caballos por brindarnos de forma incondicional una mano amiga de la que valernos para seguir levantando este medio de comunicación. Escaparate se fraguó precisamente entre copas de manzanilla y pensadas y más pensadas en otros tantos atardeceres con Doñana como telón de fondo. Sanluqueños, gracias…