30 Ene, 2017 | cartas del director

Mario Niebla del Toro Carrión.

Director de la Revista Escaparate        

Este es el día que llevaba rondando hace tiempo. Hoy efectivamente es el día, el suyo. Llegó el verano a nuestras vidas y es el momento de bajar el ritmo para pensar, sobre todo en nosotros y en nuestros planes con nosotros mismos. Aparque y bájese. El verano siempre lo he entendido como un fin de año porque el marcador del almanaque inicia el goteo de sus días rojos y negros en septiembre que es una segunda primavera. Ese segundo verano del membrillo en el que despertaremos a un nuevo curso con energías renovadas y con ganas de comernos el mundo sin comernos a nadie. Si me permite la sugerencia, busque en estos días tiempo para estar sólo, para pasear, busque tiempo para perderlo que lo necesita tanto como dejar la mente en blanco arrastrados por el murmullo de las olas y sus mareas. Una perfecta sinfonía de caracolas que nos calará para refrescar nuestra mente en todas las direcciones. Busque ese tiempo que lleva un año anhelando y bébaselo con amigos, con la familia o mejor dicho con quien le dé la real gana. Búsquelo por lo que más quiera porque a final de año seguirá siendo treinta y uno. Lo viva como lo viva será treinta y uno. Se lo prometo. Busque el abrazo más sincero. Busque reírse a carcajadas aunque digan que no es elegante. Busque su vino favorito en el supermercado, dejando las prisas fuera, al otro lado de la caja rápida, y piense con quien o quienes se lo beberá en el porche, en la terraza o en medio de la playa bajo la imponente mirada de las estrellas. Sueñe despierto porque la vida es maravillosa. La vida es un paseo lleno de baches pero aun así maravillosa, sobre todo si nos hacemos de amortiguadores para superarlos. Este es el tiempo de aprovisionarnos de esas recetas, de esas técnicas que nos harán identificar los chinos que se colaron en nuestros zapatos para librarnos de ellos y lanzarlos todo lo lejos que podamos. Sacúdase bien los pies, cálcese y continúe su camino, sin mirar para atrás. Nunca. Viva un tiempo estival donde pueda conocer lugares no explorados, en el que podrá ir a ese concierto que tenía en el tintero, en el que podrá leer el periódico con la tranquilidad de un jubilado entre sorbos de café y olor a pan recién tostado. Conozca a gentes nuevas, nuevas pero sobre todo interesantes. Salga de la rutina para verse a sí mismo desde fuera y enderezar lo que no le gusta de lo que vive, de lo que hace, de lo que es. Este es el día para “resetear” la mente y reiniciar, de cantar y bailar o de estarse quieto. Báñese de noche en la playa, desnudo o vestido pero báñese de noche porque no podrá hacerlo en otro momento seguramente. También de día, a pleno sol, con la inmensidad azul de fondo que le invita a pensar. Libérese de lo correcto por unas horas. Sea políticamente incorrecto por un momento. Las normas están para cumplirlas y para saltárnoslas con mesura desmesurada. Sorpréndase a sí mismo sin que la duda le pueda esta partida que le propongo. Coja su libro y deje que la mente se relaje de tanta rutina pegajosa que poco a poco se ha ido comiendo su frescura, su espontaneidad, su curiosidad, su esencia. Aproveche para hacer esas llamadas y quedar con los amigos a los que la bobina del resto del año le impide hacerlo. Aproveche para escuchar y ser escuchado. Bájese en la siguiente parada para respirar, lento y con la armonía del vuelo de los flamencos de Doñana que van y vienen de Marruecos cada verano. Quiérase un montón, muchísimo, para proyectarlo al mundo. Duerma con las ventanas abiertas, oliendo a damas de noche y jazmines, pero duerma lo justo y siempre soñando para vivir un verano despierto, reflexivo, con enjundia , con jugo, con hipótesis y conclusiones. Elabore su lista de listas mental con propósitos para arrancar en septiembre y ejecutar o no en su mayoría. Ya habrá avanzado con el mero hecho de haberla elaborado. No quede con quien le dé pereza, olvídese de eso de una vez. Ni loco que estuviera. No hable de lo que no quiera, ni pensarlo. No haga de hecho lo que quieran que haga. Jamás, porque su vida es suya. Este es el tiempo de hacer sólo y exclusivamente lo que quiera en este encuentro con uno mismo que nos hará volver y vencer. Estos días de cenas tranquilas de veladores y charlas interminables al frescor de la noche de verano tienen que ser los días del renacimiento de las ideas en el camino a la felicidad. Quiérase más. Sea generoso consigo mismo. Derroche buena energía en usted. Sea “derrochón” sin temor a equivocarse. Para rectificar siempre habrá ocasión cuando llegue el día de mañana, pero hoy es hoy. No se lo piense más. Este no será un verano más, sino el verano, a secas. Este es el día que llevaba rondando hace tiempo. Hoy efectivamente es el día, el suyo.

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