Mario Niebla del Toro Carrión.
Director de la Revista Escaparate
Vivo con cierta decepción estos días con todo lo que sucede en España. Veo fotos de la Transición y de los primeros años de la democracia y mi asombro y desidia embarga mi optimismo innato. Me topo con fotografías y vídeos de grandes señores que amaban a España desde el prisma que lo sintieran con todas sus fuerzas, con tanto respeto, siempre solemnes, a la altura… Esos días en los que el ser revolucionario y progresista era una realidad y no un teatro… Para muestra en este momento una botonera… ¿Son los mismos que criticaban a “la casta” los que ahora se sientan a negociar con ellos para trincar del erario público? A los que me refería antes asistían en sus apariciones públicas muy dignos acicalados, todo lo digno que sus posibilidades les brindaban. ¿Qué nos ha pasado? ¿Por qué esta degradación? Lejos de lanzar un mensaje que pueda tacharse de frívolo, apelo a los dirigentes de la cosa pública a vivir con respeto, además de con compromiso y honradez que se presupone, el cargo que ostentan. España no puede convertirse en el bastión del mal gusto. Una edil dando de amamantar en una rueda de prensa, como si no hubiese habido madres en política antes; otro en camiseta como si fuese al muelle a cargar cajas de pescado de la Bahía, cuando no con mensaje de populista provocación con apología del mal gusto y la grosería… Ir en camiseta no exime de ser un ratero más. Miren ustedes señores, estáis tela de antiguos con todo lo “modernos” que sois. Usar un pequeño levante para quitar la Bandera de una plaza es de un coeficiente intelectual deficiente, además de ser más carca que el primero. Os estáis vistiendo pero de gloria si resumís en esto vuestro ideario progresista de pancarta y coleta. Con la falta que nos hacen progres de verdad, de hecho y no de derecho, como revulsivo para sacar de la poltrona a los de siempre adormilados por el bien común de España, o del Estado con perdón… ¿Acaso para ser buen político que defienda los derechos de los ciudadanos hay que ir como si se saliese de una escombrera? ¿No se puede ser de izquierda como aquellos intelectuales, y no de boquilla, que lideraban la añorada “Gauche Divine”? Aquel movimiento de intelectuales y artistas de izquierda que se extendió por la Barcelona de los años sesenta. Eran de izquierda de verdad, tan de izquierda que a muchos de derecha engatusaron con unos ideales que nada tenían que ver con el mal gusto, sino con el deseo de cooperar con el bien común. Modernos formados. Escritores y poetas, cantantes y fotógrafos de prestigio, modelos y cineastas, arquitectos y diseñadores, que soñaban sobre firmes convicciones de libertad que discutían en tertulias sin tapujos. Se erigen hombres y mujeres que no señores y señoras, condición que no la da el dinero ni el estatus social gracias a Dios, como buque insignia del progreso sacando a la calle banderas más antiguas que el hilo negro, despotricando como “niñatos” en las redes sociales con temerosa impunidad, sectarismo y agresividad y hablando de rojos y azules en un mundo globalizado y multicolor. No han hecho más que llegar a sentarse en sillones aterciopelados cuando no salimos de uno y nos enteramos de otro patinazo. Un grupo emergente estructurado débilmente en fantasmas que ya desaparecieron. No es progresista una alcaldesa que coge el metro y deja a tres chóferes municipales sin trabajo. Eso no es progresismo. Eso es hacer un papelón que se lo creerá su prima porque yo no. Hagan honor al cargo que el Pueblo y sobre todo los pactos con “la casta” les han brindado y no hagan el indio. Me dais vergüenza y me preocupa que demos una imagen tercermundista. Son muchos los que antes dedicaron vidas enteras a los desvelos por el bien de España y los españoles. País, para no molestar con “nación”, en el que el Turismo y la imagen exterior son tan cruciales en el ámbito económico. En este punto, me sale recordar a un gran español, el bilbaíno y socialista Miguel de Unamuno, de amplísima cultura antigua y moderna, filológica, literaria y filosófica y una de las personalidades más destacadas de la literatura española del siglo XX. Desterrado por su actitud crítica de oposición a la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Diputado de la II República cuando cayó el Régimen del jerezano dictador. Para los anales de la historia pasará su célebre frase: “Venceréis pero no convenceréis”. Por ella fue destituido académicamente y confinado a su domicilio por Franco donde murió en diciembre del sangriento 1936. Yo me creo a señores de esta altura de miras, de sentimiento y de compromiso. Cuando compromiso podría pasar por suicidio público. Nunca abandonó su traje de chaqueta para tener credibilidad y en una España más iletrada que la de hoy. Y nadie dudaba de lo zurdo que era… “¡Soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio; español sobre todo y ante todo”. “Me duele España” era su frase y el resumen de un sentimiento real que nada tiene que ver con ropa sino con la verdad en todas sus facetas. La verdad que hoy falta en tantas cosas y también en la política actual.