Mario Niebla del Toro Carrión.
Director de la Revista Escaparate
Si la vida no le trata bien, venga conmigo. Váyase de los prejuicios, lance al vacío con todas sus fuerzas la palabra envidia, desde lo más alto del barranco de su vida. Corra sin mirar atrás por el futuro que es el presente continuo. Acuda al encuentro de la ilusión. Ilusiónese sin derrochar energía, pero ilusiónese incluso por el mero hecho de ilusionarse. Viva con ella, viva con la ilusión. Huya sin consuelo de las ataduras, huya incluso a media noche, en medio de la madrugada, que es cuando todo se ve más claro, aun estando a oscuras. No se enganche ni ate más que a lo que le haga feliz, sin pensar más que en ser feliz, pero no haga el nudo muy fuerte para cuando quiera huir de lo que le frustre, de lo que le reste, de lo que le absorba energías o anule. Este verano como todos es para mí, como siempre, el mejor de todos y así será hasta el del año que viene. Cualquier tiempo pasado no puede ser mejor. ¡Ni pensarlo puedo! ¡Ni pensarlo quiero! Aproveche estos días de “descanso” o de cadencia en el ritmo de las cosas para planificar, a velocidad de crucero, como el mejor estratega, como el mejor marino, los propósitos para un nuevo septiembre, que siempre llega como una segunda primavera a nuestras vidas. Diseñe, proponga, plantee, elabore hojas de rutas con un único destino que no es una meta sino un camino: la felicidad. Exprima estos días para planear sin parar en este fin de año que es cada agosto lo que nos hará crecer en el nuevo curso. Disponga de sus herramientas sin temor a incumplir como un bellaco. La vida le dará otra oportunidad. Ya me lo ha chivado. Ilusiónese con ello y con todo. Corra sin parar porque como pare puede caerse. Pero si se cae puede levantarse hasta el infinito, porque recuerde: si el plan B falla el abecedario es larguísimo hasta la zeta. Estoy feliz con este verano que Dios me ha regalado, que las circunstancias han acompañado, que las estrellas y las energías han empujado y que yo he recibido con los brazos abiertos. Presto a disfrutarlo y presto a estrujarlo para sacarle el mejor jugo para un nuevo año que estrenaremos en cero coma dos colmado de energía positiva, con fuerza como fuerte y dispuesto es un torero para no salir corriendo al salir el morlaco por los chiqueros. Si todos nos auto superamos con auto reflexión, tan de este tiempo de “descanso”, chiringuito y espetos y con las herramientas desarrolladas de esa lucha interna que deducimos de esa pelea que todos libramos de los hombros para arriba, porque todos tenemos miedos, viejos complejos y cruces que cargar o combatir; saldremos hacia adelante. Jamás despavoridos, que es como saldrían hasta los más valientes figurones del toreo si no usaran las herramientas que nuestra cabeza es capaz de darnos. El valor será otro de nuestros aliados, ese que sentimos una vez siendo niños. El valor será ese viejo amigo que rescataremos para jugar a vivir. El valor y, por supuesto, la pasión, porque no entiendo la vida como he proclamado tantas veces sin ella. Cante y baile sin parar, aunque no sepa cantar y menos bailar. Cante en la ducha, en la orilla de la playa, en medio del campo, en medio del mar, en el paso de peatones, en el balcón, en la mesa, en el sillón, en el coche, en la bicicleta, en la vespa, pero cante y baile, baile y cante, cante y baile pero no deje de cantar y bailar hasta el final. Que todo el mundo cante y baile. Pienso que el primer paso para ser feliz es estar dispuesto a estarlo. Como le decía al principio, si la vida no le trata bien, venga conmigo, levántese del apoltronamiento y venga, sin mirar atrás, conmigo, por el camino de la felicidad.