Mario Niebla del Toro Carrión.
Director de la Revista Escaparate
¡Tierra a la vista! Vivimos batiéndonos el cobre cada día en la lucha por nuestra felicidad y aunque el camino recorrido haya sido inhóspito en no pocas ocasiones el objetivo siempre acabó mereciendo la pena. Vivimos divisando un momento de claro cambio. Vemos más cerca que lejos la tierra prometida. Estamos viviendo una recuperación nacional tan ansiada como peleada por todos. Hemos quemado el forraje de nuestro alrededor para quedarnos con la esencia y la verdad. Vivimos a pecho descubierto una batalla a la que acabaremos pudiéndole la partida sin duda alguna y sin dormirnos un minuto. Gregorio Marañón decía: «Vivir no es sólo existir, sino existir y crear, saber sufrir y gozar y no dormir sin soñar. Descansar es empezar a morir». Vamos dejando atrás un tiempo brillante que nos lleva a la luz en el que hemos sacado lo mejor de nosotros, gastando tiempo o invirtiéndolo reubicando conductas y personas. Las máscaras cayeron a la hora en punto para vivir más cerca de una verdadera verdad. Este tiempo en el que hemos mejorado nuestra visión de las cosas nos ha traído una clara conciencia de lo que necesitamos y de lo que queremos. Aunque sé lo que no quiero y lo que quiero dudo hasta de lo que quiero porque la duda nos hace grandes, nos hace crecer. El espíritu crítico ha entrado en nuestras vidas cual elefante en una cacharrería para hacernos madurar como personas y como sociedad. Llegó el momento de cuidar actitudes haciendo balance para conseguir aptitudes. Aspiramos a ser súper hombres, modélicos, de tal manera que el error llegue, porque va intrínseco a la condición humana, pero de forma más moderada por la sapiencia adquirida en estos años de crecimiento en la adversidad. ¡Qué bueno que llegaste, crisis! Con ella dejamos de huir y volar a ninguna parte para asentar los pies en la tierra y centrarnos en lo que de verdad importa. Las personas importantes, los objetivos importantes, nuestra felicidad verdadera como camino, despeñando por el barranco de nuestra vida a todos y todo lo que sobra. Aunque, como elegí un día, Sevilla es mi forma de vida, en esta edición noventa le cedemos el protagonismo a Marbella por ser uno de los grandes escaparates de la cara amable de la vida y de la mano de diez entrevistas diez por la genialidad de los interrogados con los que nos metemos en las entrañas de esta ciudad hermana andaluza para este octavo verano juntos. Sevilla sigue siendo nuestra musa y un teatro precioso en el que moriré bailando, en el centro, como en el centro del ruedo mueren los toros bravos, lejos del cobijo de las tablas. Espero que esta revista le contagie de la ilusión y las ganas de vivir que empapan cada línea y cada página de esta fantasía de papel grapado. En un mes nos volvemos a ver aquí, prestos a ser los más gallardos luchadores por la felicidad y el crecimiento. Cuídese y sea todo lo feliz que pueda.