Todo comenzó en Italia. No sabía si pasar mis vacaciones en Sicilia, como desde hace tres años llevaba haciendo, pero tenía todo organizado y mis amigos italianos me esperaban allí. Finalmente decidí viajar allí en agosto.
Unas vacaciones para mi, realmente no son vacaciones, no dejo la cámara en ningún momento. Me puse a buscar caras nuevas por la isla y encontré a unos chicos con la belleza que me gusta. Los cité y retraté. Más tarde publiqué algunas de las fotografías en mis redes sociales. Cuando estaba a punto de acabar el verano, a dos días de coger mi vuelo de vuelta a Madrid para un trabajo, veo que recibo un mensaje en mi cuenta de instagram. “Io voglio parlare con te”. Estaba en una playa casi sin cobertura y no podía creer que alguien que ha marcado un antes y un después en el mundo de la moda, que ha sido inspiración de muchos y que ha trabajado con las casas de moda más prestigiosas del mundo me acababa de decir que quería hablar conmigo. Era Mario Testino. Me pidió mi teléfono y estuvimos hablando alrededor de una hora. Le dije que era sevillano y no italiano y que estaba pasando mis últimos días en la isla. Las casualidades de la vida habían traído a Testino a tan solo tres horas de donde yo estaba. Él solo decía que quería conocerme. Me dijo por teléfono que había sentido una atracción visual muy grande al ver mi trabajo y que se sentía muy inspirado. Yo no daba crédito. Explicó en aquella llamada que quería conocer también a los chicos que yo previamente había fotografiado, que si podía organizar para que vinieran conmigo. Era la primera vez que delegaba en un desconocido un trabajo ( me dijo), pero según él notaba que había algo en mi que le empujaba a confiar. Y así lo hizo.
Llamé a los booker de los modelos y expliqué la situación, buscamos un coche, preparé algo de ropa y partimos a las seis de la mañana del día siguiente hacia donde él y su equipo estaban. Nos citó en un restaurante vacío a pie de playa. Sin saber lo que me deparaba en los próximos diez minutos, ni lo que tenía preparado para mi, sin creerme aún que iba a trabajar con la persona que había fotografiado a los talentos más reconocidos del mundo, respiré. Me bajé del coche y allí estaba. A lo lejos, localizando entre las rocas de aquella playa del sur de Italia, con camisa blanca y bermudas azules. Con unas cuatro o cinco personas de su equipo. Saludaba desde lo lejos y poco a poco fue acercándose. -Gracias por venir, dijo sonriente. Tenía muchas ganas. ¡Parece que las constelaciones se unieron! Nervioso aún por lo que iba a suceder que aún desconocía. Me dio una cámara y me dijo, fotografía a los chicos. Imagina que yo aquí no estoy. Así lo hice. Los dirigí mientras el observaba y al más puro estilo Isnard posaron una vez más para mí. “Eres especial, me inspiras. Adoro” pronunció Esas son las palabras que dijo antes de que me mirase a los ojos fijamente dándome una camisa azul marino y una cámara de fotos. “Tú vas a ser el Testino de hace cuarenta años. Y te voy a retratar tal como yo fotografiaba por entonces. Hay muchas cosas de ti que me recuerdan a mí.” Me quedé impactado con sus palabras. No podía creer que quisiera fotografiarme haciendo lo que más me gusta. Además con la idea de hacer de un documento gráfico una retrospectiva de su vida. Estuvimos todo el día trabajando. Pedía todo el rato mi opinión. Cuando terminamos le pregunté si era creyente. Él me dijo que creía en todo. Y que la vida era como un pañuelo que iba contorneándose hasta que termina cayendo. Tienes que rodearte de los mejores, me dijo. Nos dimos todos un baño en aquella playa y, sin aún creerlo, del todo nos despedimos. Agradeció cien veces y me dio un fuerte abrazo de despedida, insistiendo en que lo llamase pronto… A los pocos días tuvimos una videocall y ahora estamos trabajando en un proyecto juntos…
Por Jesús Isnard