Mario Niebla del Toro Carrión.
Director de la Revista Escaparate
«Vivimos en una nación que encumbra a quienes fueron la peste de otras épocas»
Escribo estas palabras bastante confundido y sin cesar en el empeño de comprender qué pasa ahí fuera. Últimamente no entiendo nada de lo que sucede. Quiero identificar las claves pero no atino. Llego a pensar que vivo en un mundo paralelo. Palabra de honor. Leo las noticias y me entero que dos mil quinientas personas votaron en Andalucía a la candidatura de Puigdemont en las últimas elecciones. Los que pactaron con terroristas pasados a la política arrasan en las urnas. Una ciudad como Barcelona, que siempre fue la más cosmopolita del territorio nacional, se atrinchera en el independentismo republicano radical. Un buen número de votantes de centro derecha han votado a la izquierda en mi ciudad. En la cuna del liberalismo como es Cádiz gana un individuo destacando en su discurso que ha parado a los “fachas”. A estas alturas manejando esos discursos es de traca. Miren ustedes el Congreso de los Diputados. ¡Ojo! Usen gafas para no perder detalle. ¿Se acuerdan cuando ser diputado o ministro era algo aspiracional de una elite intelectual? En él ocupan asiento, porque así lo hemos votado, unos presos que han dado un golpe de Estado a nuestro propio país por ejemplo y por imperativo legal. Llámeme exagerado pero hasta ahora no he dicho ninguna mentira. Joseph de Maistre sostuvo “que cada pueblo o nación tiene el gobierno que merece”. Años después, el francés André Malraux la modificó para aseverar que “no es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen”. Si tomamos de referencia esta sentencia última… ¡qué feo somos! ¡Qué catetos! En todos los aspectos. Quizás el que está equivocado soy yo y mi percepción distorsiona la realidad política actual, pienso que no. Por ello no puedo evitar lo que está pasando en el mundo al revés y mirar a otro lado para dedicarme como cada mes a soltarles la parrafada de inteligencia emocional y positividad en vena para lidiar el día a día a lo que les tengo acostumbrados. Este mes me sale dejarles por escrito mi desazón, incomprensión, por si tiene a bien mandarme un email y me saca de este atolladero de dudas. La parte positiva de estos días que emprendemos es que al menos en una temporada nos desintoxicaremos de tanta campaña política propiciada por tele maratones de elecciones de todos los tipos en tiempo récord. Vivimos en una nación que encumbra a quienes fueron la peste de otras épocas. Será que el mundo está cambiando, que no evolucionando y este es el pastel que nos toma comernos a los hombres y mujeres de nuestro tiempo y que nada tiene que ver con la España que nos cedió Su Majestad el Rey y unas mentes privilegiadas con pensamiento de Estado a los que fuimos niños en los ochenta. A colación de la retirada de la vida pública del Monarca haremos en la edición próxima un bonito reportaje sobre su prolífica vida y el Reinado más próspero de la Historia de España en señal de gratitud. Por mi parte nada más. En un mes nos volvemos a ver en la vuelta de esta esquina. Gracias por estar ahí.