Utrera es su cuna, su escuela, su patria. Su saga, la de los Montoya. Aunque reconoce no cantar flamenco, su voz transmite flamencura, envuelta en un pop actualizado que le lleva a colgar el no hay billetes semana tras semana. Sus hijos Juan Luis y María ocupan, junto a su mujer, su día a día. Bocanada de calma ante la llegada de fines de semanas repletos de abarrotados conciertos. Su abuelo, Enrique Montoya, fue su maestro y junto al desaparecido Moncho, sus referentes musicales. “Anamaría” le dio el salto musical y “Arrebato de Amor” nos hizo a muchos hacernos seguidores de nuestro entrevistado de este mes. Juanlu Montoya es su nombre, el de su nuevo disco y el del protagonista de esta íntima y sencilla entrevista con la que le mostramos el alma de un gran artista.
– ¿Quién es Juanlu Montoya?
– Un chico de Utrera, ya un hombre (risas), que empezó en la música hace diez años. Ahora es padre y músico. Soy un luchador. Me lo he currado poco a poco hasta que ha llegado mi momento.
– ¿Es su momento?
– Creo que sí. Es cuando mejor me van las cosas. Siento que llevo diez años dedicándome a lo que me gusta que es ya un éxito. No me hace falta ser millonario. Dedicarme a lo que me gusta ya es un éxito para mí. Ahora me sonríe la vida.
– ¿Imagina la vida sin música?
– No. Es imposible y se ha demostrado en la pandemia que la gente se agarra a la música para afrontar los problemas que estamos viviendo.
– ¿Necesitamos como sociedad crisparnos menos y escuchar más música?
– Pues sí. Estamos en un momento político por el que por cualquier motivo nos enfrentamos, nos rebelamos. La solución la digo en mi música: Hay que hablar las cosas, mirarse, revolcarse (risas).
– ¿A qué suena la música de Juanlu Montoya?
– Me he preocupado, desde que empecé en esto, en que sonara a mí y que cuando la gente encendiera la radio me pusiera a mí. Sí tiene connotaciones de mi familia, de mi pueblo. Tiene connotaciones de mis inicios. Sí es cierto que siempre he querido ser diferente. Cuando cantaba en los bares de Sevilla, hace quince años, buscaba ser distinto a mis compañeros. Si mis compañeros cantaban canciones de Niña Pastori o de Ketama, yo siempre hacía cosas de mi abuelo. Desde el principio he querido llevar mi propio sello.
– ¿Qué papel ha jugado la familia en su vida?
– Muy importante, porque me han dejado hacer lo que me gusta en todo momento. Siempre he tenido el apoyo de mi padre y de mi madre y ahora lo tengo de mi nueva familia que es mi mujer y mis hijos. Están conmigo a muerte.
– ¿Es tímido?
– Sí, algunas veces (risas).
– ¿Y flamenco?
– Sí, además me encanta el flamenco. Siendo del pueblo que soy, vivo el flamenco desde pequeño. Es cierto que no lo he practicado nunca, ni he cantado flamenco nunca. Es verdad que mi voz suena aflamencada y en determinadas radios no he salido por sonar a flamenco. No es flamenco lo que yo hago.
– ¿Su música es flamenco o flamenquito?
– (Risas). Mi música es una expresión de pop con una voz que suena aflamencada.
– ¿Sabría decirme qué es ser flamenco?
– No sabría decirte, porque creo que no lo soy. Me gusta el flamenco. A veces he escuchado a gente decir que es flamenco desde que se levanta. No me encasillo en un estilo.
– Una vez dijo Alejandro Sanz que no era flamenco gastarse dos mil pesetas en un taxi. (Risas).
– No lo es.
– Flamenco es un potaje de berza.
– Eso sí lo es (risas) y un pájaro del Coto de Doñana es el flamenco (risas).
– ¿Cuáles son sus referentes en la música?
– Moncho es uno de mis grandes referentes en la música. Por supuesto, mi abuelo, con el que he aprendido desde pequeño, escuchando sus discos. Por su manera sencilla de decirlo, por hacerlo bonito. Por no ser chabacano a la hora de cantar. Por no querer abusar de sus facultades.
– ¿Qué ha aprendido de su abuelo?
– Creo que todo o casi todo. Sobre todo eso: la sencillez y su musicalidad.
– ¿Prefiere cantar o componer?
– Antes prefería componer, estar en el estudio y su soledad. Desde el año pasado, estoy deseando de que llegue el día del concierto. Antes no me gustaba nada ir a cantar. Será que los conciertos ya son más grandes, que va más gente a verme, que disfruto más.
– ¿Qué significó “Anamaría” en su carrera?
– Anamaría fue mi canción hasta hace poco. Hablaban de Juanlu Montoya y decían: “¡Ah!, sí, el de Anamaría!”. Con eso te lo digo todo. Fue mi primera canción, con la que me di a conocer y con la que llegó el primer gran empujón profesional.
– ¿Qué tiene que tener una canción para que sea quedadiza?
– Lo más importante es hacer una letra bonita, que tenga un significado. No es el caso de Anamaría. Sí es verdad que casi todas mis canciones tienen una historia detrás y una letra bonita. También hacer una producción que sea actual. Mis discos anteriores tenían letras muy buenas, pero en la producción no estaba actualizado. Creo que por eso no acababan de romper. Cuando me he ido adaptando a los tiempos, porque las letras son las mismas, sí han tenido más repercusión.
– ¿Qué tiene “Arrebato de Amor” para que nos encandilara a tantos y triunfara en las redes sociales?
– Lo que te decía antes, una letra bonita, con la que te puedes sentir identificado, y un ritmo pegadizo actual. A la gente le ha llegado (sonríe).
– ¿Qué nos trae su nuevo disco?
– El disco lo voy sacando poco a poco- Empecé con “Cupido”, “Alegra los días malos”, que fue durante la pandemia; “Arrebato de Amor”, “La solución” que ha sido la penúltima; y la reedición de “Anamaría”. Son mis mejores canciones, también por mi experiencia, mi madurez y por haberme actualizado en la música.
– ¿Tiene miedo al fracaso?
– No, porque ya lo he tenido. Yo he ido a cantar con mi segundo disco y no se había vendido una entrada. Estoy inmunizado de eso ya (risas). Si este disco no triunfa no pienso coger una depresión, aunque sé que va a gustar.
– ¿Cómo es su día a día?
– Llevo una vida muy familiar. Juego con mi hijo al fútbol. Soy muy sevillista (risas). Me meto en el estudio y trabajo y lo combino con el tiempo que le dedico a mi familia. Entre semana vivo más en la calma.
– Si no hubiese sido cantante y compositor, ¿a qué se hubiera dedicado?
– Cuando me quitó mi padre del colegio, me puso a trabajar con un primo suyo a colocar antenas. Ese trabajo me gustaba, subiéndome a los tejados y poniendo cables. Así que no me hubiera importado seguir de antenista (risas).
– ¿Hacia dónde le gustaría llegar en la vida?
– Aspiro a estar como estoy, con mi familia, con salud. Que todo siga igual. La música me da para vivir y con eso me conformaría.
– Por último, ¿tiene una receta para ser feliz?
– Rodearse de gente buena. Poco más.
Texto: Mario Niebla del Toro
Fotos: Javier Comas