En la localidad cordobesa de Palma del Río, la familia Moreno de la Cova mantiene y cuida un monasterio que fue construido en 1492, año clave en la historia del mundo con el Descubrimiento de América. El Monasterio de San Francisco es propiedad de esta familia desde 1870.
La historia de este lugar lo llevó a convertirse en cabeza de la provincia de Los Ángeles de la orden de San Francisco. Por ello, monjes de este Monasterio fueron a California con la expedición de Fray Junípero Serra y fundaron allí numerosas ciudades entre otras San Francisco y los Ángeles. En la actualidad sigue siendo la casa de familiar y un hotel donde cada habitación y celebración es diferente y única. Allí reciben a Escaparate Alonso Moreno de la Cova y de Silva a la cabeza y sus hijas Beatriz y Catalina Moreno de la Cova, peinada y maquillada por Beatriz Fernández Ruiz para esta sesión fotográfica.
El Hotel Monasterio de San Francisco se ubica en el centro de Palma del Río, en la confluencia de los dos ríos más importantes de Andalucía, el Genil y el Guadalquivir, que cruza (y riega) la región de Este a Oeste. Capital agraria de la Vega del Guadalquivir, cuna de toreros, poblada de naranjos en la antesala de Sierra Morena, Palma del Río es también un balcón sobre Sevilla (a una hora de camino) y un anticipo de Córdoba (a 30 minutos). Este contraste queda patente en su arquitectura lo mismo que en el acento de sus habitantes.
A 10 km. del Parque Natural Sierra de Hornachuelos, con un recinto amurallado de origen romano del siglo I con adiciones almohades del siglo XII (declarado Bien de Interés Cultural) y un puñado de edificios históricos, Palma del Río es uno de los municipios más representativos de la provincia cordobesa. Entre sus fiestas destacan la Semana Santa, la Feria de Mayo y la Romería de Belén. En el parque natural se puede practicar senderismo, cicloturismo, caza, pesca, avistamiento de aves y deportes náuticos en los embalses.
LOS SERVICIOS Y LAS ESTANCIAS DEL MONASTERIO
El Monasterio de San Francisco ofrece servicios de hostelería y eventos. Las 35 habitaciones del Hotel son únicas, cómodas y espaciosas, pero mantienen la esencia austera que se espera de una casa como esta. Como comenta Catalina, “del Huerto recogemos frutas y verduras que se consumen en el restaurante
¡y son espectaculares!”
El fresco de la entrada celebra el trabase de frutas entre ambos continentes, por un lado el higo y la naranja de Europa y en el otro el melón y la sandía de América. En el S.XVII, el Monasterio albergó un hospital y una escuela. Tras eso, fue almacén de cereales hasta que se convirtió en casa familiar en
el S.XIX. El hotel como se ve hoy se abrió hace 40 años.
Catalina apunta que “cuando entras en el Monasterio te sientes en un mundo silencioso lleno de paz.” Todo ello, en un edificio que tiene tres campanarios: el más pequeño habla con el Monasterio y se utilizaba para llamar a los monjes a oración, otro mediano habla con el barrio para las horas de prácticas religiosas y el tercero, el más grande de todos, habla con el pueblo en casos concretos como podía ser un incendio, inundación etc.
Catalina acompaña a la revista por sus magníficas estancias de un Monasterio que llegó a esta familia en el S.XIX. Como comenta, “mi hermana Beatriz y yo somos la sexta generación de nuestra familia en un edificio que alberga “una gran responsabilidad” en su mantenimiento”