1 Mar, 2022 | entrevista a

Acaba de presentar su primera novela “Si te digo lo que hice”, donde pone voz de mujer a la España mas cruda de posguerra. Policultural, polivalente y poliemocional pueden ser algunos de los adjetivos que definan a esta revolución política del siglo XXI que es Jaime de los Santos, senador, historiador, amante de la cultura y ahora escritor, es uno de los nombres del momento en España. Estuvo muy cerca de Rajoy cuando fue presidente del Gobierno y fue concejal de Cultura, Turismo y Deportes de la Comunidad de Madrid en el mandato de Cristina Cifuentes. Hoy viene a Sevilla cargado de historias y experiencias. Dice que tiene un TOC, pero en Escaparate vemos que es el TOC más productivo que hemos conocido.

Hace unos días dijo en una entrevista en El Mundo que “le han seducido hombres muy importantes”.

La política tiene mucho de seducción. Ha habido grandes políticos nacionales e internacionales por los que me he dejado seducir en la parte más positiva de lo que quiere decir. Es verdad que en ocasiones en la política olvidamos esa parte de conexión con el electorado. Hace falta que las medidas que se vayan a favor de la ciudadanía. Hay que usar la empatía y a eso es lo que me refiero con seducir. Me sedujo en
su momento Cristina Cifuentes y también Barack Obama en una cumbre del G-20 en Los Cabos. Soy facilón, me dejo seducir muy a menudo. Es una parte que no quiero perder.

¿Cómo es Obama de cerca?

Espectacular. A parte de su puesta en escena, como la de Merkel donde la conocí en Milán en una feria internacional… También la de Macron. Pero Obama tiene seducción permanente. Llámale luz, aunque suene cursi. Energía, carisma, como sonríe, como da la mano,… Hay grandes líderes a lo largo de la historia que lo convierten en icono.

¿Cómo definiría la erótica del poder?

Tiene poco que ver por lo que la gente entiende. Esa capacidad seductora que casi siempre acaba en otras cuestiones respetables. La verdadera erótica del poder tiene que ver con algunas características que tienen algunos responsables públicos. Algo que va más allá. Son capaces de interactuar con
ciudadanos de todo tipo y condición.

¿Quién es Jaime de los Santos?

Historiador, escritor político y un tipo profundamente feliz que disfruta con casi todo y que por abrir otra puerta: ama todo lo que tiene que ver con la cultura, la belleza… Como dice mi editora: tengo una obsesión rozando el ‘TOC’, con la belleza. Su vida es un poco Stendhal por lo que se ve… Al menos lo intento y me muevo por el mundo. Me voy manejando mi agenda nacional e internacional en función ver exposiciones y eventos culturales.

Si hablar aún del libro que nos trae hoy aquí, ¿en qué líos anda metido ahora?

Soy diputado en la asamblea de Madrid, senador del Reino de España, Presidente de la Comisión de Mujer en la Asamblea de Madrid, vicepresidente de la comisión de cultura en el Senado. Tengo una columna semanal dedicada a la cultura en El Confidencial, colaboro en Onda Cero en el Programa de David el Cura y en Espejo Público los viernes. Colaboro con Universidad, como ahora en el ciclo de posgrado de la Carlos III done daré una conferencia sobre la creación literaria.

¿Qué cuenta “Si te digo lo que hice”?

Es una historia femenina y feminista que habla de la peor España reciente, la de posguerra. Elvira nace el 6 de septiembre de 1939 y que va a ser una desheredada en todos los sentidos. Es nieta de un monárquico que son vistos con la peor de las miradas por los republicanos pero también por la nueva clase dominante franquista. De estar rodeado por oropel pasan a tener que quemar sus muebles en casas enormes con techos altísimos para calentarse. Esto fue real. Cuando estudié la carrera investigué mucho la década de los 40. Te enfrentas a un Madrid terrible. En aquel frente de la ciudad universitaria quedaron cadáveres durante muchos meses. Hay un dictador por calle y barrio, el miedo a todo. El uso que hacen las dictaduras a la población para desprogramarla. La mujer se convierte en una paria siete años después de que se aprobara el sufragio universal en la parroquia. Elvira es como tantas mujeres que nos han precedido y han construido el papel que tenemos.

¿Hay algo de Jaime en la novela?

Sobre todo lo de la belleza. Elvira se refugia en la cultura y ahí estoy yo. Se queda fascinada con el cuadro de la última comunión de San José de Calasanz. Le encanta la música francesa como la de Dalida, que es la imagen de portada del libro. Estoy yo en mi obsesión con Mozart, Händel y con el Madrid patrimonial que conserva una imagen tradicional aún hoy en día: las castañeras en las esquinas, musgo en Navidad y
todo rodeado ahora de grandes torres.

¿Cómo pasa de político a novelista?

Porque estando encerrados en 2020, recibo un email de la que hoy es mi editora pidiéndome escribir una novela porque es lectora mía de El Confidencial. No me lo creo y pienso que me están tomando el pelo. Ni le contesto y me vuelve a escribir. Entonces llamo a mi amiga Marta Robles y le cuento lo que me
estaba pasando. Me dice: “Investígame si existe esta tal Rosa Pérez”. Existió y quedar con ella fue mi primera salida después de 59 días de encierro. Me ofreció todo esto, me asusté, dije que no, me insistió un poco más y dieciocho meses después le entregue la novela. Me encanta escribir pero no me atrevía.
La diferencia de que te pidan una novela a ofrecerla, quita la presión.

¿Habrá más?

Me encantaría, porque se han quedado muchas historias por contar. La única manera de escapar en tu primera novela es pensando en la segunda. Hay personajes como Olga que se merece una historia, o los propios Tadeo o Cristóbal y su relación de pareja, etc. Elvira tiene principio y fin, pero en torno a su vida hay muchas piezas del puzzle que tienen que tener salida.

¿Qué le diría al ciudadano que no ve cosas positivas de la política?

A esa persona primero la entendería. Muchas veces no hemos conectado con esos ciudadanos. Luego está eso de la nueva política que venía a salvar el mundo. En especial, con dos responsables públicos de los dos grandes partidos que pretendían cambiar el mundo: Albert Ribera y Pablo Iglesias, mesiánicos como pocos, han demostrado que más allá de sus proyectos personalistas no han sido nada más. A esas personas les pediría que no se despisten otra vez con los nuevos proyectos populistas y mesiánicos.

¿Puede afirmar que no es un político al uso?

Yo soy yo y no voy a renunciar a mí jamás. En mi partido me han comprado como soy. Eso demuestra que en mi partido hay muchas sensibilidades y el día que intenten cambiarme, con todo el cariño, daré un paso atrás. Eso no ha ocurrido nunca y no creo que vaya a ocurrir.

¿Se fue injusto con Cristina Cifuentes?

Absoluta y completamente. Creo que los servidores públicos tendremos que estar a la altura de los actos pero no quita que seamos humanos y cometamos errores cada diez minutos. El filtro que pasamos los políticos no lo pasa ni Santo Tomás de Aquino. Cristina se equivocó y a Cristina no han conseguido condenarla por nada. No conozco en toda la democracia un caso de acoso y derribo como el que ç padeció Cristina Cifuentes. No hay persona que aguante una persecución constante y que atentaba contra su integridad. Eso no quita que quizás solo Cristina se hubiera ahorrado muchas penas si hubiera dimitido mucho antes.

¿Le afectó en lo personal?

Completamente. Es una persona a la que quiero, respeto y ver sufrir a un amigo es siempre terrible.

¿Qué tal es ayuso en las distancias cortas? Si tuviera que escribir una novela sobre ella, ¿qué personaje sería?

Yo siempre digo que en esa novela tendría que salir Pablo Casado, porque es quien la descubre. A mí esto de que la comparen con Agustina de Aragón es porque no conocen a Isabel, que es una tía moderna, con una fortaleza enorme, con un tesón infinito y quizás por hacer un paralelismo literario, es la Jo March de Mujercitas.

¿En qué situación ve España ahora?

Somos una democracia justa, madura y somos un país cojonudo. En la novela presento una España gris con una esperanza de vida ínfima. Reconozco que hoy vivimos en un país justo, igualitario y con un engranaje sanitario ejemplar. Los populismos hacen flaco favor a la democracia y no han ayudado estos años al concepto de España. Han venido a enfangar muchas visiones que ponen en tela de juicio quienes somos. Soy del 78, pero es injusto, terrible y peligroso poner en tela de juicio la Transición. Aun así, somos un país muy fuerte, muy solidario y que no puede permitirse ni los populismos de derechas ni de izquierdas. Pido que los partidas tradicionales no den espacios a estos y que tampoco intentemos imitarles para llegar a no se qué electorado.

Termine la frase: “La cultura es…”

Imprescindible, una oportunidad y una obligación.

¿Y la La vida?

Maravillosa, a pesar de todo y con todo. Soy super feliz. La
felicidad se entrena y cuando vengo a Sevilla es fácil entrenarla.

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