Decir Manolo «Caracol» es decir genialidad, es decir Sevilla, es llamar con nombre propio al cante gitano e, inevitablente, evocar lo que para nuestro mundo flamenco significó aquel Concurso de Cante Hondo de Granada en que él se dio a conocer en 1922.
Venido al mundo el 9 de julio de 1909, en la calle Lumbreras y junto a las Columnas de Hércules, Manuel Ortega Juárez pasó su infancia escuchando a la vez que jugaba siguiriyas, martinetes y fandangos en aquella Alameda, entonces centro neurálgico de los flamencos y en cuyo Casino se daban cita «La Moreno», Chacón, Manuel «Torre», Ramón Montoya, mis tíos Pastora y Tomás Pavón… Su vida transcurrió desde que nació rodeada de arte. No podía ser de otro modo, al ser su padre, Manuel Ortega «Caracol El Del Bulto», primo hermano y mozo de espadas de Joselito ‘El Gallo». ¿Cómo no iba a criarse entre arte
y artistas ni a contar entre sus más íntimos a Curro Romero, «Gitanillo de Triana» y «Cagancho»?
¿La gran pasión de mi abuelo? El Gran Poder, ante el que fue bautizado y contrajo matrimonio. Creo que no hubo una «madrugá» de su vida en que no le cantara. ¿La otra? Su Virgen de la Macarena, a la que veneraba con la misma fe e intensidad que su compadre Manuel Loreto.
Artista con Duende mayúsculo, cantaor que pasado medio siglo de su muerte sigue vivo para los aficionados y los artistas, este 2022 se han cumplido cien años de aquel certamen en Granada, del que con sólo doce años salió triunfador. Pero también en 2023, vuelvo a recordarlo, se cumplirán cincuenta
años de su partida a la Gloria. Como nieta suya y a día de hoy única cantaora en activo tanto de la casa de los Pavón como de los Ortega, me supone una alegría o una creo que fundada esperanza poder decir que la Junta de Andalucía y la Agencia Andaluza de Flamenco, con las que llevo tiempo en contacto en
este sentido, están por la labor de recordar a Manolo «Caracol» en los escenarios de 2023 como la gran figura que fue y la leyenda que es, y contando para ello con los artistas flamencos que, por lógica, tenemos que estar ahí. Así que parece haber motivos para esperar que en 2023 Sevilla exhiba con orgullo y con la elegancia que la distingue su herencia caracolera. Espero de corazón que así sea, porque
es de justicia artística e histórica y porque, además, estoy deseando reencontrarme con la afición sevillana que tanto calor siempre me ha dado.