9 Sep, 2014 | callejuelas

 
Antonio Romero y Rafael Ruiz

«Los del Río» – Cantantes

Los nombres y apellidos de la alta sociedad española se apilan en sus recuerdos. Grandes personajes de todo el mundo se han levantado de la silla para aplaudirles y dejarse contagiar con una gracia innata que no pueden remediar desde la cuna. Le han cantado agarrados de las manos al Papa Juan Pablo II y su canción “Macarena” acabó siendo la canción de la campaña en las presidenciales de Estados Unidos que llevaron a Bill Clinton a la Casablanca. “Sevilla tiene un color especial” fue el himno de la Expo 92 y han cantado para la Familia Real en privado tantas veces a la que admiran. El tablao de El Guajiro fue su primer trabajo y escuela y junto a Farruco, Matilde Coral, Rafael “El Negro”, Barrilito, las Hermanas España o Luis Amador ganaron sus primeras trescientas pesetas diarias. Han cantado con Montserrat Caballé, Plácido Domingo, Julio Iglesias, Raphael o Rocío Jurado y cumplen medio siglo de carrera con más de cuarenta discos a sus espaldas. Este dúo, que ha conocido desde dentro las grandes fiestas de sociedad desde los años sesenta, ha sembrado alegría y lo sigue haciendo pues queda maná de Los del Río para rato. Felicidades.

¿Cómo fueron sus comienzos?

Antonio: Los comienzos fueron muy divertidos, porque teníamos doce o catorce años. Yo estaba trabajando de dependiente en “La Favorita”, una tienda de calzado de Dos Hermanas, que hoy es la Casa de la Madre de la Iglesia de la Trinidad y Rafael estaba en una heladería a veinte o treinta metros.

Rafael: A mí no me dejaban vender los helados, yo los repartía porque era muy chico.

Antonio: Había unos villares y unos futbolines al lado de donde yo trabajaba, y esos villares y esos futbolines nos sirvieron para juntarnos todos los amigotes a mediodía y le dábamos la siesta a todos los vecinos porque acabábamos cantando siempre. Cantábamos todas las cosas de Los Hermanos Reyes y de Los Hermanos Toronjo, que eran nuestros ídolos. Eran los que sonaban a tope en aquella época. De ellos cogimos los primeros repertorios de “Los del Río”. Fuimos a una emisora de radio en la que estaba Manolo Varal de locutor. El programa se llamaba “Ronda del domingo”. Tuvimos un éxito bárbaro.

Rafael: Tuvimos que hacer unas pruebas antes, para que los del programa vieran que esos niños cantaban. Nos llevó un maestro de escuela, don Juan Reina, que era muy amigo del locutor y, a través de aquel hombre pudimos acceder a las pruebas aquellas.

Antonio: Todos los artistas de la época, como Manolo  Escobar, don Enrique Montoya… todos los que pasaban por los teatros de aquí, iban allí los domingos a hacer su promoción. Estaba el gran maestro Moradiellos con su orquesta, que es padre de otro pianista muy importante, Rafael Rabey, el que llevó último a Marifé de Triana.

¿Cómo recuerdan aquellos comienzos cantando en casetas de Feria? Quizás fue una buena cantera para empezar a rodar la carrera de artista, cantando siete días seguidos en un espacio muy reducido, oliendo a pescado frito…

Antonio: Para nosotros fue muy importante entrar a trabajar durante tres meses y pico en la sala de fiestas “El Guajiro”, en el barrio sevillano de Los Remedios. Para comunicar Los Remedios con Triana tuvieron que cortar medio Guajiro para lo que hoy que hoy en día es la calle Esperanza de Triana. En ese momento, 1.963, entramos nosotros a trabajar. Allí estaba Farruco, Matilde Coral, Rafael “El Negro”, Barrilito, las Hermanas España, Trini España con su padre Pepe España a la guitarra, Trini era un fenómeno; Luis Amador, que es el padre del célebre guitarrista Raimundo Amador…

Rafael: Ahí estaba lo mejor de la época del flamenco.

Antonio: Ahí aprendimos a recoger y acompañar a una bailaora cuando salía por rumbas y que la gente le hicieran el aplauso. Después, junto con las casetas y las fiestas de sociedad, supimos levantar a una señora de su silla, ponerla a bailar con nosotros, sin dejarla sola, recogerla y devolverla a su silla. Dándole esa gracia de bailaores que aprendimos de Matilde Coral, de Rafael “El Negro”… “El Guajiro” fue nuestra escuela.

Rafael: Nosotros queríamos encontrar un sello de identidad propio. Nosotros nos fijamos en “Los Tres Sudamericanos”, porque uno tocaba la guitarra, otro las palmas y el tercero la pandereta. Antes no tocaba la pandereta nadie, el aro con platillos: la sonaja, vamos. Yo entonaba con la guitarra la pandereta, en eso fuimos pioneros. No había nadie que lo hiciera en el flamenco. Gastábamos una pandereta en tres golpes con tanta fuerza y tanto ritmo (risas).

Antonio: No existían ni “Marismeños”, ni “Romeros de la Puebla”, ni “Amigos de Gines”, ni “Cantores de Híspalis”… que surgieron después. No habían grupos. Éramos “Los Hermanos Reyes”, “Los Hermanos Toronjo” y “Los del Río”. Había un dúo muy bueno que le escribía Manolo Garrido que eran “Los Giraldillos”. Otro dúo eran “Los Tarantos” que eran Paco Taranto y Salvador Távora, el escenógrafo. Otros eran “Los Rocieros de San Juan de Aznalfarache”, eran los grupos y dúos que habían. Nosotros en ese panorama y con la escuela de los grandes, a través de “El Guajiro”, empezamos y eso nos marcó. Allí iba la gente más importante de Sevilla y de los que venían de paso por Sevilla, ya que además cerraba a las tres o cuatro de la mañana que no era tampoco muy común.

¿Dónde reside el éxito de “Los del Río” para que después de cincuenta años sigan dando ruido?

Antonio: El respeto a nuestras familias. Creamos dos familias que son como una. “Macarena” puede ir y venir en las emisoras pero la familia es lo que siempre queda. Son dos familias que sin emparentar son una. Mis hijos son sobrinos de Rafael y los de Rafael son mis sobrinos, entre ellos se llaman primos.

Rafael: Tienen por cierto nuestros hijos una terraza aquí en Dos Hermanas que está de moda. Son socios Rafael y Antonio Junior. Se llaman como nosotros dos (sonríe).

Antonio: Ir por derecho nos ha ayudado mucho también y el apoyo de muchos señores como don Ramón Ybarra que nos ayudó mucho en los comienzos nuestros, contando con nosotros para el Real Club Pineda y en el Real Aeroclub de Andalucía y todo lo que se movía en Sevilla. Los clubes y las casetas buenas, como el Club Náutico, empezaron a llamarnos. Otro apoyo importante fueron las Hermanas Cobo que en su casa que tenían encima de la farmacia que regentaban nos llamaban para cantar con sus padres y hermanos. Manuela Ybarra también nos llamaba todos los años para cantar en su finca o la familia Fernández-Ordás, que llegó luego de Madrid, y nos apoyaron muchísimo. Los Fernández-Ordás siempre nos llamaban a la gran finca de “La Corchuela” que compraron. José María Jiménez, ex hermano mayor del Rocío de Triana, fue uno de nuestros primeros compositores, un innovador tremendo, y con él empezamos a olvidar las letras de “Los Hermanos Reyes”, aunque se las hacía el mejor de la época que era Manuel Pareja-Obregón, aunque de Pareja-Obregón uno no se puede olvidar.

Rafael: Nuestra segunda Sevilla fue Madrid, donde nos acogieron fabulosamente bien. Donde Lucio nos hizo entender su casa como la nuestra, donde de la mano del marqués de Cubas conocimos las mejores casas de Madrid y con él fuimos al Rocío. Nos enseñó las grandes fiestas y el Madrid de noche y de día. Nos presentó una sociedad madrileña de elite siendo nosotros parvulitos.

Antonio: En Madrid, nosotros empezamos en el tablao flamenco “Las Brujas”, donde actuaban las niñas más guapas de Sevilla. Estaba allí “La contrahecha”, Merche Esmeralda, María Jiménez, Manolo Sanlúcar, “Terremoto” de Jerez, “El Soto Sordera” de Jerez… No veas lo que aprendimos, ¡ni en Operación Triunfo! (risas). De ahí tenemos mucho que agradecerle a Rafael Vega, el hijo de “Gitanillo de Triana”, que tenía el tablao flamenco “El Duende” que lo convirtió en una discoteca muy moderna: La Boite de Gitanillo . Allí se movía el Madrid de los Madriles y empezaron a conocernos en otros círculos: Marqués de Cubas, Fernando Fernández Tapias, Isabel Preysler, Lola Flores, José María García, Emilio Romero, director del Diario Pueblo; Antonio Blasco, de la Cuadra Rosales, el empresario de cine Antonio Rey… Allí nos movíamos en el Hotel Wellington.  El dueño de la discoteca “Mau-Mau” de Madrid y que luego la bajaba a Marbella, fue el que nos empezó a llevar en verano a Marbella. Estamos hablando de final de los sesenta y setenta. Luego empezamos a trabajar con Lola Flores en Marbella en una sala que montó: “Caripén”. Gracias a Lola, con la que trabajamos muchísimo, conocimos a Antonio “El Bailarín”, a la duquesa de Alba, a Manolo González. Todos los días tomábamos el aperitivo gracias a esa amistad con don Ramón Areces en el Chiringuito de Marisa, cuando El Corte Inglés estaba en plena ebullición. Inauguramos varios centros de El Corte Inglés y luego con su sobrino don Isidoro Álvarez.  En Marbella había veranos que hacíamos dos y tres fiestas. En el Chiringuito de Menchu nos salía mucho trabajo. Cristina Ordás, que fue muy generosa con nosotros, tenía incluso unas viviendas en las cocheras que nos reservaban, unos apartamentos preciosos, y lo usábamos de base. Esa era nuestra rotación. Bermúdez, representante de Raphael, nos llevó con ese genio a Méjico en 1969. Hemos ido con muchos grandes Julio Iglesias, Paco de Lucía, que es el artista español que más se mueve en el mundo y con el que convivimos junto a Camarón cuando llegamos a Madrid; Bambino, Gaspar de Utrera, Fernanda y Bernarda de Utrera…

Rafael: Sevilla, Madrid, Marbella, dieron paso a fiestas por toda España y por todo el mundo. Nos hemos pegado más de veinte años sin faltar a la Semana Grande de Bilbao al Hotel Hercilla. En Santander, con Manolo Huertas, que era entonces alcalde, en una caseta que montó en El Sardinero reproduciendo las de la Feria de Abril de Sevilla, conocimos a la familia Botín. Donde hemos estado hemos dejado siempre huella y hemos dejado amigos y eso nos ha mantenido tantos años en la carrera. Nos llaman todos los años los mismos, como si tuviésemos una cartera de seguros (risas). En Barcelona don Leopoldo Rodé, que vino un año al Rocío con el conde Godó, con don Carlos y don Juan Marx… cuenta con nosotros y sigue nuestra amistad y saben lo agradecido que estamos. Siempre íbamos con unos matrimonios de los que no nos despegábamos como eran José María de la Lastra, Carlos Beca, Armando Soto, padre de José Manuel Soto, Jaime Ray, Alfredo Jiménez, Juan Guardiola… Maravillosa una fiesta de Juan Guardiola con las Infantas Doña Elena y Doña Cristina en El Rocío. No podemos olvidarnos de Rafael Peralta que es un sonajero y con su hermano Ángel nos dieron muchas cosas y por tantos buenos ratos en El Rancho del Rocío que nos ayudaron desde los comienzos. También nuestro amigo Javier Maza y el marqués de Casa Ochoa nos echaron una mano.

Antonio: Hemos vivido un Rocío con la Reina de España, siendo Princesa. Seguimos teniendo nuestras grandes fiestas de sociedad y pequeñas fiestecitas. Nosotros conocimos a los Reyes una noche con el Rey Constantino de Grecia en el Hotel Alfonso XIII de Sevilla. Al día siguiente dio una fiesta en “Majaloba” el marqués del Saltillo y cuando los Reyes nos vieron allí a mediodía nos dijo el Rey: “Amigos míos, tenéis que ser los mejores porque os veo sólo en los mejores sitios con las mejores gentes”. Ahí entramos en contacto con la Casa Real para la que también hemos trabajado. Fuimos a la Zarzuela en muchas ocasiones, gracias a Manolo de Prado y Colón de Carvajal, y a Palma de Mallorca en el Palacio de Marivent en varias ocasiones… Todas esas fiestas nos daban otras fiestas.

¿Qué significó “Macarena” en sus carreras?

Rafael: Un antes y un después.

Antonio: Como decía el mejor representante de artistas que ha dado Sevilla en toda su historia, José Antonio Pulpón, teníamos que tener una canción. Sacó a la Pantoja, por ejemplo. Nosotros como trabajábamos mucho con las fiestas de sociedad y seguimos trabajando en ellas no le prestábamos mucha atención a los discos, aunque llevamos más de cuarenta. “Macarena” nos permitió hacer galas con contratos de los ayuntamientos que querían bailarla con Los del Río y conciertos públicos.

Rafael: Antes “Sevilla tiene un color especial” fue un gran éxito y se hizo tan popular que se convirtió casi en el Himno de la Expo 92 y sonó en todo el mundo.

Antonio: Tras “Sevilla tiene un color especial” nos preguntaban que cuál sería el siguiente tema que podríamos sacar con tan buena fortuna. Sin planearlo fue en una fiesta con Carlos Andrés Pérez, presidente de Venezuela, en una fiesta de sociedad en Venezuela. Hemos dormido en barcos y casas que nunca podríamos imaginar que acabaríamos durmiendo. Recuerdo una fiesta con don Carlos March y Conchita Lastra, hija del sevillano José María de la Lastra, en el puerto de Palma de Mallorca, con Plácido Domingo, con el restaurador Miguel Arias, tras una cena fantástica. Todo el puerto en silencio, con las velas encendidas, y cantamos el “Olé” rociero con Plácido y el puerto entero se fundió en un aplauso cerrado que nunca olvidaremos. Otra fiesta maravillosa fue con el Rey y Farah Diva, estaban todos los reyes de Europa…

Rafael: ¡Faltaba el Rey de Bastos! (risas).

Antonio: Bueno, que me enredo, vuelvo a Macarena, Macarena nace como te decía en Venezuela. En casa de la familia Cisneros. Viene una chica venezolana, Diana Patricia, que era una preciosidad de mujer, monísima, y en esa fiesta me dio por decirle por rumba “Dale a tu cuerpo alegría, Magdalena, que tu cuerpo es para darle alegría y cosas buenas”, Magdalena porque rimase, como un piropo. Y ya en el hotel, dándole vueltas se me ocurrió añadirle toda la historia.  La hicimos en un momento en el hotel. Al llegar a España, caímos que había una canción que se llamaba “Magdalena” de un cantante mejicano que se llama Emmanuel. Entonces, como mi hija se llama Esperanza Macarena y somos tan macarenos, la cambiamos por Macarena. Un día, en la sierra de Sevilla, en la finca de Higuera de la Sierra de Manolo de Prado y Colón de Carvajal, en una fiesta con Rocío Jurado, cantamos con ella “Macarena” y entendimos que iba a ser una bomba y así fue. Lo grabamos en 1993 y en la Feria de Sevilla todo el mundo la pedía y llegó tres años después a la Casablanca… (sonríe). En el año noventa y tres fue la canción del verano.

Rafael: Macarena sale de España, arrasa por todos los países hispanoamericanos y vuelve a España. Fue el zambombazo. En 1996 Clinton la llevaba en su campaña electoral. Imagínate estadios llenos cantando con un presidente de los Estados Unidos de América la canción de dos catetos de Dos Hermanas (risas). Nunca estuvimos con él. Nos llamaron una vez para una fiesta en Granada que la organizaba José María Aznar con Clinton y no sé qué pasó que no fuimos, no sé qué pasaría con nuestro representante. Clinton ganó y seguro que le hubiese encantado conocernos. En el Sur de La Florida no habían ganado los demócratas no recordaban desde cuándo.

¿Tienen mucho “off the record” en sus memorias que jamás contarán?

Rafael: No se pueden contar, porque además a la gente no le importa nada (sonríe). Además sería muy feo.

Antonio: Si nosotros nos hubiésemos apuntado al carro de contar chismes no estaríamos aquí. Muchas veces vemos la televisión y decimos: “¡Qué barbaridad! si esta criatura supiera lo que nosotros sabemos y hemos vivido”… La discreción siempre nos ha acompañado.

Rafael: La gente nos ven sin problemas. Saben que vamos a lo nuestro y somos discretos. Alguna vez han hecho la prueba y no nos han llamado un año y al año siguiente nos han vuelto a llamar. El cenicero de plata que estaba en tal repisa, seguía estando después de irnos (risas).

Antonio: Con Los del Río no ha faltado nunca un cenicero de plata, ni un mantón de Manila (risas). Nosotros vamos con los tiempos y nos adaptamos y estamos caros para diez mil personas, pero no para veinte.

Rafael: Para veinte reducimos gastos y por eso siguen contratándonos. Una pequeña percusión y un piano y listo. Estamos adaptados a los tiempos.
Son una de las parejas más estables del panorama nacional, ¿cómo se consigue si no lo logran fácilmente los matrimonios?

Rafael: ¡Porque son matrimonios! Nosotros nos casamos una vez pero la gente no lo saben (risas).

Antonio: Nosotros nos fundimos con catorce años, muy jovencitos. Veíamos tanto sacrificio el que teníamos que hacer y nos sirvió de diversión y de risas, además de que podíamos mantener nuestras familias. Ya ganábamos trescientas pesetas cada uno en El Guajiro y llegábamos a Madrid ganando cuatrocientas diarias cada uno en Las Brujas.

Rafael: De risas pero que aquello era muy serio, porque iba para nuestros padres y nuestras madres…

Antonio: Luego empezamos a ganar cuatrocientas cincuenta pesetas en El Corral de la Morería que nos llevaba Félix de Utrera.

Rafael: Las cincuenta era para comernos un pollo asado que entonces para nosotros era un lujo.

¿Hay continuidad generacional de Los del Río?

Rafael: Pues sí. Tenemos ahora mismo al mejor grupo que suena en España, pero te lo digo de verdad (sonríe). Nuestros hijos suenan distinto. Tienen la escuela de sus padres, honestos y con vergüenza torera. Son chicos que no miran el reloj, como nosotros, que hasta que no sacamos la basura de la fiesta no nos conformamos… (risas).

Antonio: Eso le pasa a Machucamba, que son nuestros hijos. Mi hijo Antonio y su mujer, Rocío; la hija de Rafael, Carolina. Unas voces muy flamencas que se mezclan. Carolina tiene una voz de Góspel, que le sale Manhattan por la garganta y eso da una mezcla maravillosa. Rocío es una dulzura. Les aconsejamos que sean honestos y muy respetuosos con quienes les contratan. Son muy jóvenes, lo hacen muy bien y si continúan con nuestra forma, convirtiéndose en un invitado más, sin prisas y dando gloria bendita tienen el éxito asegurado. Siempre dijimos que si la fiesta no era un éxito no cobrábamos (sonríe). Hay gente que se gastan mucho en comida y ahorran en animación y eso es un error. Al público hay que entretenerlo.

Rafael: Nos ha pasado alguna vez que hemos ido a una fiesta y se han plantado cien más de lo esperado. Nos pasó con el gran empresario de catering Alfonso del Bosque. Pensamos entonces en arrancar la fiesta sin llegar al salmón y la gente se olvidó del plato y se lo pasó en grande. Adelantamos los acontecimientos con música y el problema ya no era problema. Esas salidas son las que tienen que entender nuestros hijos.

¿Qué personalidad de las que han conocido les ha impactado más?

Antonio: María Teresa de Calcuta.

Rafael: Y el Papa Juan Pablo II. Cuando le vimos venir parece que veíamos venir a Dios. Lo vimos tan cerca, agarrándolo de las manos… aquello fue demasiado.

Antonio: Como había estado en Sevilla y en El Rocío, me inventé una sevillana que decía “El Papa en el balconcillo de la Ermita de El Rocío se sintió marisma y jara, se sintió romero y lirio, ¿qué tendrás, Rocío divino, que hasta el Papa preguntaba por las cosas del Camino?

Rafael: Se la cantamos tan cerca que parecía que le estábamos riñendo en un sitio donde nunca antes se había cantado, en la Sala Clementina.

Antonio: Íbamos de la mano del Cardenal Carlos Amigo Vallejo. Él nos dijo: “Si cuando estéis delante de Su Santidad os dicta el corazón que le cantéis, lo hacéis”. Y así fue. Cuando llegó Su Santidad nos repetía “Rocío, Rocío, Rocío” y nos arrancamos a cantarle muy fuerte.

Rafael: Tan fuerte que si no nos ayuda Dios no llegamos al final (sonríe). Doscientas y pico personas estaban allí y todos aplaudieron. El primero que lo hizo fue el que nos dijo que no se podía (risas).

Antonio: Era Ratzinger…

¿Queda mucho de Los del Río?

Antonio: Queda de Los del Río para rato. Estamos con la misma ilusión. Mira, hemos estado ahora en Santander con Mariano Linares, del periódico cántabro, y con Pedro Trapote, otro de los grandes apoyos y nunca paramos. Seguimos dando vueltas. Pedro Trapote siempre contó con nosotros, tanto para Joy Eslava como para Pachá. Estar en Madrid nosotros es estar con Lucio y Pedro Trapote. Trapote nos ha promocionado mucho y gracias a él nos han salido muchas fiestas.

Rafael: No hemos hecho disco por el cincuenta aniversario, porque estamos promocionando el que sacamos hace nueve meses, ¨Vámonos que nos vamos”. En ese disco hay una canción que está gustando mucho dedicada a Sanlúcar de Barrameda y que suena en todas las radios.

Antonio: Dice así “Oye mira, soy de un pueblo donde baja la marea y hay carreras de caballos entre  coquinas y almejas”. De hecho la Sociedad de Carreras de Caballos de Sanlúcar de Barrameda nos nombraron el tres de agosto “Embajadores” de sus centenarias carreras. Nosotros la vivimos mucho con Manolo Sanlúcar y su padre que era el panadero más popular de España.

Llevan el nombre de Dos Hermanas por el mundo, ¿se sienten profetas en su tierra?

Antonio: Yo creo que sí.

Rafael: Yo no sé lo que es profeta, porque no somos profetas seguro, pero que nos quiere la gente, sí. Nos sentimos queridos por el pueblo, pero profetas no (risas).

Antonio: Cuando salimos del pueblo, sabíamos que dejábamos a nuestras mujeres en muy buenas manos.

Como embajadores que han sido de Sevilla fuera de ella, ¿pueden decirme si se entiende Sevilla fuera o se quedan en el tópico?

Antonio: Se entienden algunas cosas. Nosotros le hemos dado seis vueltas a Brasil. Cuando tú hablas de Sevilla y no saben dónde está te duele y que “Macarena” piensen que es el nombre de un marisco te ofende un poco. Nosotros les hablamos del barrio de la Macarena donde vive la Virgen de la Esperanza Macarena… y en muchos sitios te cuentan de su amor a nuestra tierra y a Andalucía y España entera. Recuerdo que hicimos un recorrido con “La Contrahecha” y Manolo Molina, el de Lole y Manuel, por Méjico, con esas barbas que parecía un Cristo y yo le cantaba saetas en esas casas de las grandes familias de Méjico y a lo mejor nos convertíamos en unos momentos por unos embajadores de Sevilla basándonos en el folclore y sí que transmitíamos y emocionaba.

Rafael: Nosotros cuando estamos fuera de Sevilla tenemos que pensar que no tenemos que hacer a Sevilla más grande de lo que es, que es muy grande, porque hay mucha gente que no la conocen. Me hace mucha gracia cuando me dicen que Sevilla no le gustó a alguien y le pregunto: ¿usted cuando estuvo? “En agosto”. Entonces yo respondo claro, a mí en agosto tampoco me gusta. No es un mes para ir a sus museos, como mucho es para andar por la sombrita (risas). El otro día dijo uno en televisión que Sevilla eran los chistes de Lepe, la Semana Santa, la Feria y El Rocío. Me indigné, porque eso también es Sevilla, pero no es sólo eso. También es Velázquez, Murillo. Andalucía también es Picasso, José María Pemán, Rafael Alberti… A mí me duele cuando salgo de Sevilla que creemos que la conocen en el mundo entero y no es así. ¿Tú sabes dónde está Florianópolis? Pues allí son como los sevillanos, que se creen que los conocen en el mundo entero porque son una zona de maravilla de Brasil.

Si no hubiesen sido cantantes, ¿qué hubiesen sido?

Antonio: A mí me hubiese gustado haberle quitado el puesto a Espartaco. Me hubiera encantado ser torero. Le pegaba también a la pelota, fui uno de los fundadores de la Peña Sevillista de Dos Hermanas…  Con catorce años empezamos a ganar dinero y ya conocimos ese mundo con Lola Flores y todos los que te hemos nombrado y se me pasó esa ilusión.

Rafael: Yo hubiese sido cocinero seguramente (risas). No, te lo digo de verdad. Me encantaba la cocina. Cocinero ahora, antes no que echaban muchas horas (risas).

¿Están satisfechos con estos cincuenta años?

Antonio: Muy satisfechos.

Rafael: Sí, sí, pero sí de verdad.

Antonio: Muy satisfechos por tanta gente que nos ha ayudado y tantos que nos dejamos en el tintero porque no podemos hablar de todo el mundo. No hay casa o pueblo en el que no nos elogien.

Rafael: Nos ven muy cercanos, como de sus familias.

Si tuviesen que resumir cincuenta años de carrera en una canción, ¿cuál sería?

Antonio: Cincuenta años de historia y cincuenta de camino, con mucha verdad y mucho  brío, te damos las gracias Los del Río (risas).

¡Olé!

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