Teresa Viejo
Periodista y escritora
Era una niña seducida por lo misterioso y su nuevo libro es precisamente una regresión de alguna manera a su más tierna infancia. Mientras llueva es su nueva novela y en ella queda ensalzada la idea del amor romántico, la importancia de los matices y la apertura de mente que nos conduce al buen momento para ser feliz, amando y siendo amado. Ese momento es siempre. Una novela de superación de nudos del pasado que nos hace fluir por el mundo de las emociones. Hablar con Teresa Viejo es empaparse de psicología y de vitalismo. Un placer.
Ha hecho radio, televisión, prensa escrita… ¿en qué medio se siente más a gusto?
Pues fíjate, creo que depende del momento vital, profesional también, pero especialmente vital sobre todo; en el que tú te encuentres. No tiene la misma exigencia emocional la televisión que una radio mucho más placentera, que el pulso de la actualidad que tiene la prensa escrita. Ahora mismo reconozco que estoy en un momento muy cómodo, porque la radio me permite hacer algo que a mí me gusta que es conversar, mirando a los ojos con gente muy sabia de la que aprendo muchas cosas, y me deja el tiempo suficiente para escribir. Si abordara ahora televisión tendría que ser por períodos cortos con cosas muy concretas. He estado veinte años todas las semanas haciendo televisión y eso es una esclavitud. De hecho hay momentos en los que miro hacia atrás y parece que no he vivido ese tiempo y no quiero eso. La televisión es algo que se cuela en tu vida y que lo ocupa todo. Yo siempre digo una cosa: Cuando escribo no me cabe una cosa más en mi cabeza que la novela. La novela se expande y ocupa todos mis compartimentos cerebrales. A la televisión le pasa un poco eso y no me apetece. Me apetece con un libro porque es mi creación. Es mi hijo intelectual. La televisión es un producto de una cadena, con un director detrás… La inmediatez y la intimidad de la radio es maravillosa. Escribes un artículo y es un empiezo y un acabo. La televisión no se puede compartimentar con otras tareas. Los míos eran semanales pero me comían toda la semana. Quería bajar el ritmo para hacer otras cosas. Mi segunda novela yo la pude escribir a otro ritmo porque no hacía tele y además me permitió vivir, enamorarme, desenamorarme… Vivir. Esta segunda ha sido distinto. Ahora hago cincuenta cosas, hago mi blog…pero también me gusta mucho desde que tengo uso de razón llevar varias cosas para adelante. Necesito saber que tengo que escribir un artículo y mañana tener radio, etc. Me gusta probar de diferentes cosas.
¿Qué sensación tiene el escritor cuando llega al epílogo?
Horrible. En mi caso fatal, porque tengo cierto mono. Debe ser lo más parecido a la depresión posparto, un vacío brutal. Tengo satisfacción cuando toco el libro pero el tránsito desde que lo envío hasta que pasa un mes estoy desnortada, como si me moviesen el suelo debajo de los pies y no sé donde apoyarlos.
¿Cómo era Teresa en su más tierna infancia?
Esta novela de algún modo significa una regresión a mi más tierna infancia. Era una niña seducida por lo misterioso. Al mismo tiempo me producía morbo, miedo, temor infantil por lo misterioso. Era una niña muy lectora, muy buena cría, muy dócil. No era una niña rebelde pero incluso a mi madre le parecía una niña rara, porque estaba siempre leyendo a Agatha Christie, Los Cinco…Novelas de misterios que me apasionaban. Me fascinaba una casa abandonada, una leyenda que contara alguien… Si alguien hablaba de fantasmas yo me colaba en esa conversación.
En la novela tiene mucho peso el pasado con el que se enfrenta la protagonista en un viaje. ¿Qué papel juega en nuestro presente y en nuestro futuro el pasado de cada uno?
El pasado es el cimiento de la vida en tiempo presente. Somos deudores de lo que hemos sido. Nos vamos a proyectar en el futuro en la medida que gestionemos nuestro pasado. Nos condiciona todo. La manera de ver, de entender, etc. Ese debate entre la sociología y la psicología. ¿Hasta qué punto somos genética y hasta qué punto vamos configurándonos con el paso del tiempo? Los psicólogos dicen que la personalidad se fragua entre el minuto cero y los tres años.
Nuestra infancia es nuestra verdadera patria…
Absolutamente.
¿Se puede ser feliz sin resolver conflictos del pasado?
Es decir, si uno no ha arreglado los nudos de su pasado difícilmente puedes serlo, algunos son de nuestra más tierna infancia y otros de nuestros primeros amores por ejemplo o de hace cuatro días. Esos nudos nos van acumulando insatisfacciones que en algunos casos se convierten en patologías y otros en enfermedades. Hoy por hoy, alejándome de la novela, en medicina se escucha más al paciente, tratando de ver dónde se sitúa su nudo de emociones mal gestionadas y eso le obliga mirar atrás sin ser psicoanalistas.
Ya lo dicen los médicos más veteranos, escuchar a los pacientes es fundamental para un buen diagnóstico.
Efectivamente y, de hecho, en la novela hago un homenaje a ese tipo de médicos en la figura de don Sigfredo Costales que es neumólogo y que practica la hipnosis y que cura los pulmones. Él mismo dice que es un médico atípico y atópico.
¿Qué mensaje nos desvela Mientras llueva?
Tiene muchos. Tiene primero todo un análisis del amor romántico y ahí es cierto que no dejo moraleja porque dejo al lector que se responda a sí mismo. El amor romántico entendido como el amor idílico que defiende que pueda existir el amor cósmico entre dos personas que coinciden y que parece que están predestinados a estar juntos o la opción del amor cómodo que aunque sin estrellas por encima de la cabeza pero que funciona bien en pareja y poco más. La moraleja es “abre tu mente” y no todo lo que ves es lo que existe tal como lo ves, desde lo tangible. No se puede interpretar todo lo que sucede desde lo racional y lo lógico.
Hablando de lluvia, ¿cómo ve la que está cayendo en España en este momento?
Por una parte es una especie de lluvia perenne como la que tiene Alma en Mientras Llueva que va repitiéndose de día en día, de día en día, y parece que no escampa nunca. Por otro lado son pequeñas tormentas puntuales que pasan y se olvidan. Yo creo que la lluvia de verdad que cambia comportamientos es esa. La lluvia rápida es un poco como la lluvia caribeña, que te empapa pero con la que en seguida te secas. Lo que no podemos es acostumbrarnos a la lluvia.
No se ha mojado mucho…
Lo que pasa es que me has llevado a un terreno comprometido y he nadado un poco pero guardando la ropa (risas).
¿Todos los cambios son para bien?
Los cambios son renovadores. A mí me gustan. Antes no me gustaban los cambios. A mí la ideología me aburre mucho. La política que es una ciencia que respeto no me gusta. Yo estoy en una apertura de mente tal que fluyo. Si quieres es unos escalones por encima de las ideologías. Lo único que me interesa es donde está nuestra esencia. Cuando nos acercamos al mundo de las sensaciones y ves que es tu lugar natural fluyes. No sé explicarlo pero fluyes. Todo lo demás es más baladí.
¿Cuáles son las claves para ser feliz?
Esencialmente no perder la curiosidad nunca. Entender que no hay momento, ni tiempo, ni condición, que te impida amar y ser amado y que además a una puerta cerrada siempre le seguirá una puerta por abrir. Comprender que este es un tránsito de aprendizaje continuo.
Dicen que la felicidad precisamente no es una meta sino un camino…
Exacto.
¿Qué queda en su tintero?
Me quedan mil historias que contar. Me quedan muchas. Me queda algo que me ronda desde hace tiempo que es escribir en primera persona del masculino singular. Me apetece todo y si lo logro y los varones que me leen me dicen que se identifican conmigo entonces habré logrado una de las cosas que quería en esta vida que era conocer al hombre.
Aunque dicen que es más difícil conocer a las mujeres.
Sin duda. Tengo una personalidad súper femenina. Soy súper “estrogénica”. Me lo dicen los psicólogos: “Teresa, todo lo que le pasa a las mujeres a ti te pasa”. Desde lo hormonal hasta en las sensibilidades. Mis mejores amigas de hecho no son como yo. Son todas mujeres masculinas. Las necesito así creo que para compensar. Ellas dicen que lo mío no puede ser…(risas).
Dicen que los periodistas somos transmisores de libertad, ¿es caro ser libre?
Es dificilísimo, porque hay una servidumbre de la que no nos podemos alejar. Y es que ejercemos nuestro oficio dentro de grupos mediáticos que tienen sus propios peajes. También es verdad que entre la libertad, la congruencia personal y la deontología profesional hay equilibrio y parcelas en las que te tienes que mover. También está la honestidad. A lo mejor no eres libre todo lo que quisieras pero eres honesto y no mientes que es distinto. Entre la mentira y la verdad hay líneas muy finas. La vida está en los matices.
¿Cómo lleva ser rubia e inteligente?
Es que tengo muchas canas (Risas). Lo cual me vacuna. Es genial… (Risas).
¿Puede decirme algo que no se sepa de usted?
Supongo que hay muchas cosas que no se saben de mí, quizás de mí se sepa muy poco o casi nada. ¿Si te digo que soy muy llorona se sabe? Soy una gran llorona.
Me encantan las películas de llorar.
(Risas). A mí también. Lloro continuamente, de felicidad y de alegría. Te voy a decir alguna cosa más… Digamos que tengo muy desarrollado el lenguaje de la piel y otras percepciones. Ahí lo dejo… (sonríe).
Pues eso que llorar es buenísimo…
A mí me mantiene muy joven. Voy a patentar mis lágrimas (risas).
¿Un día del año?
La noche de San Juan, el veinticuatro de junio.
¿Un número?
Te iba a decir el siete, pero no. Quinientas, páginas de mi novela.
¿Un color?
El blanco.
¿Un plato?
Jamón de bellota de Jabugo. El mejor que haya.
¿Un libro?
La voz a ti debida, de Salinas.
¿Un lugar?
La playa de Bolonia.
¿Una ciudad?
Cartagena de Indias.
¿Un personaje histórico?
Akhenaton o Amenofis IV, el primer emperador hereje.
¿Una manía?
Tengo muchas. Ordenar la ropa por colores en el armario.
¿Una frase?
Esta es del libro. Lo dice un protagonista, masculino, homosexual que deja de serlo: “Has nacido para reventar las reglas mal escritas en mi cuerpo”. Bestia. Se lo dice a una mujer. Imagínate el amor que tenía con ella. Era bisexual obviamente. Como todos… (risas).
Hemos terminado.
Ha sido un placer (sonríe).