Las casas sevillanas están repletas de secretos, como si de un gran baúl de recuerdos se tratara. El pasado martes 13 de febrero y justo un día antes del Miércoles de Ceniza, no hubo precisamente mala suerte para el que lleva años viviendo por la Esperanza. De lo contrario, Manolo García, quien fue Hermano Mayor de la Hermandad de la Macarena, fue galardonado con “El Llamador Memorial Luis Baquero”, el premio que entrega cada año el programa de la Semana Santa de Sevilla de Canal Sur Radio desde 1990.
De su trayectoria de 90 años de tradición macarena, ha destacado como Hermano Mayor y, además, ha ejercido responsabilidades políticas en el ayuntamiento durante 16 años, de la mano del médico, pregonero y Hermano Mayor que fue de los Estudiantes, Ricardo Mena-Bernal Romero.
Manolo fue oficial de junta durante el mandado de José González Reina entre 1977 y 1985, ocupando el cargo de diputado mayor de gobierno. Regresó con Juan Ruiz Cárdenas en 2001, como consiliario primero y, a partir del año 2005, como teniente de Hermano Mayor. En el año 2009, pasó a ser Hermano Mayor siendo reelegido en 2013 hasta 2017. Al frente de la cofradía, cabe mencionar el año en que llevó a la Santísima Virgen al Estadio Olímpico para la beatificación de Madre María de la Purísima y, en el año 2014, a la Plaza de España por el medio siglo de la coronación canónica de la dolorosa, efemérides por la que, además, tuvo lugar la concesión de un Año Jubilar.
Este cofrade macareno de pro proviene de una familia humilde, ha sido comerciante del mercado de la Encarnación durante años como su padre y ha heredado de su madre la pasión y devoción por la hermandad de la que lleva formando parte toda una vida. El hermano número dos de la Macarena nos recibe en su casa para hablar de la satisfacción y alegría que ha sentido y siente al recoger una de las distinciones de mayor prestigio en el ámbito de hermandades. Una forma de creer, más allá de la suerte.
De dónde le viene esta pasión por la Semana Santa y, en concreto, por la Hermandad de La Macarena?
Mi madre se llamaba Esperanza por la Señora de la Esperanza Macarena. En mi familia, por parte de madre, eran todos macarenos y les gustaba mucho la Semana Santa. A mi padre le gustaba, pero no tanto debido a su trabajo como comerciante del mercado de la Encarnación, el cual no le permitía mucho tiempo de descanso. Su hermandad era la de los Gitanos, por el barrio en el que nació, pero nada que ver con el fervor que tenía mi madre por la Virgen de la Esperanza.
¿Desde cuándo está vinculado a su hermandad?
Soy hermano desde que nací. En la actualidad, la hermandad tiene alrededor de 17.000 hermanos y yo soy el número 2 de antigüedad.
¿Qué significa para usted la Hermandad de la Macarena?
Para mí lo significa todo, no solamente la hermandad sino también las imágenes. Veo a la Virgen de la Esperanza y estoy viendo a la Virgen María, veo a Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y estoy viendo a Jesucristo, ¿te parece poco? (sonríe).
Como macareno de pro, ¿propone alguna modificación para la hermandad?
Yo no cambiaría nada, la verdad. Además, es muy difícil cambiar las cosas y más en una hermandad con la idiosincrasia de la Macarena. Pienso que la junta lo está haciendo bien, igual que pienso que todas lo intentan hacer lo mejor posible. Nadie entra en una junta para hacer las cosas mal, otra cosa es cómo te salgan luego. Hay que adaptarse a las circunstancias. En la actualidad, se hacen cosas que en mi época no se hacían, por ejemplo, pasar por la Alfalfa cuando nosotros toda la vida de Dios hemos venido por calle Cuna parando en la iglesia de la Anunciación. Por lo tanto, las personas que hemos vivido eso hoy nos da pena que la Virgen no pase por esa puerta. Al igual que ocurre con el mercado de la Encarnación, otro de los sitios claves de la Macarena. Cuando no había tantos hermanos, la mitad de ellos eran del mercado de la Encarnación o del mercado de la calle Feria. Por eso, los veteranos echamos de menos que pase por ahí.
¿Considera que la hermandad debe tener un límite de hermanos? ¿y de nazarenos?
No, creo que no debe haber límite de hermanos. Tampoco de nazarenos, con las reglas actuales. Según indica el reglamento, una de las obligaciones que tiene el hermano es la estación de penitencia. Habría que cambiar las reglas entonces, no poner
un límite.
¿Cuál ha sido su profesión?
He sido comerciante en el mercado de la Encarnación aproximadamente unos 40 años. Mi hermano y yo nos quedamos con el negocio de mi padre porque murió muy joven. También he participado en política.
¿Cómo fue su paso por la política?
El médico Ricardo Mena-Bernal Romero, quien fue Hermano Mayor de los Estudiantes, era amigo mío y era presidente de Alianza Popular en aquel entonces. Yo me afilié a este partido porque lo consideré así, pero no iba por allí. Sin embargo, en las elecciones del año 1983, me llamó Ricardo para consultarme si estaba afiliado y le dije que sí, entonces me hizo saber que me iba a poner en la lista del partido en el ayuntamiento. Le indiqué que no podía dedicarme a la política por mi trabajo, aunque me gustaría, pero aun así me adjudicó un número dando por hecho que no iba a salir. Ese Miércoles Santo viendo pasar las Siete Palabras, estaba Ricardo Mena con Fernando Cano, quien fue pregonero, y este último me dijo “ya te veo ahí dentro” señalando al ayuntamiento. Finalmente, salió y acepté el cargo como concejal de Seguridad Ciudadana hasta el año 1999.
Respecto a su hermandad, ¿cuánto tiempo ha estado al servicio?
De Hermano Mayor, he estado lo máximo que está permitido, dos mandatos de cuatro años, en total ocho. Anteriormente, estuve de diputado mayor de gobierno hasta el año 1985; cuatro años de consiliario primero, tras dejar en el 99 la política; y cuatro años de teniente de Hermano Mayor. Al concluir mi etapa de Hermano Mayor en 2017, me jubilé.
Tras semejante trayectoria, ¿qué es lo más emocionante que ha vivido como Hermano Mayor?
Como Hermano Mayor he vivido tantísimas cosas que no cabrían en la revista (sonríe). Una de las más grandes, cuando llevamos la imagen de la Esperanza Macarena al Estadio Olímpico para la beatificación de Madre María de la Purísima. Vinieron a verme dos canónigos de la catedral, Manolo Soria y Luis Rueda para proponérmelo en nombre de las Hermanas de la Cruz, yo les dije que encantado, pero que antes debía llevarlo a junta. Hice la propuesta y por unanimidad respondieron que sí. Fue todo un éxito, recorrimos calles por las que no habíamos pasado nunca. Un acto muy importante. Los seis días que nos llevamos en la Catedral de Sevilla fue otro acto importantísimo. Recuerdo que la cola para entrar al besamanos de la Virgen de la Esperanza daba dos vueltas a la catedral.
¿Qué ha significado recibir el premio “El Llamador Memorial Luis Baquero”?
Ha significado una alegría muy grande. Ha sido inesperado, después de seis años sin aparecer en periódicos ni en ningún sitio, más que nada porque hace años que me retiré. Realmente, es una grata sorpresa que una empresa como Canal Sur y un programa como El Llamador se hayan acordado de mí con la edad que tengo, me ha dado mucha alegría.
Texto: Carlota Acuña Ruano
Fotos: Gerardo Morillo