Manuel Ceballos nos recibe acompañado de Patricia, su mujer, para contar la historia de esta empresa que puede presumir de celebrar un cuarto de siglo. Santa Amalia Alta Decoración está ubicada en una antigua bodega familiar, concretamente, en el municipio de Montilla (Córdoba). “Vivimos en una tierra de vinos donde se cultiva la variedad de Pedro Ximénez y contamos con bodegas de gran prestigio, entre ellas, Bodegas Alvear la tercera más antigua de España”.
Los ojos y el corazón de esta firma dedicada al diseño, edición y comercialización textil tienen el nombre de su gerente “yo vendo la ilusión”. El empresario cordobés nos habla de su último proyecto, “Tela y Vino”, una casa rural señorial que ofrece al cliente como experiencia real para compartir la filosofía de marca y el producto de una manera cercana y especial “lo hago desde el cariño”. Manuel confiesa tener nuevos proyectos, como el de fusionar su negocio textil con la bodega familiar. Un sinfín de metas que ha proyectado y proyecta, llevándolas a cabo de manera andaluza, con fuerza, arraigo y persistencia.
¿Cuándo y cómo surge esta empresa?
La tradición textil en mi familia puede estar vinculada a mi madre, ella ha sido empresaria y he tenido este mundo muy presente. Mi familia se ha dedicado, principalmente, al vino, han sido corredores de vino y bodegueros. Yo empecé trabajando para una empresa textil y, con posterioridad, monté mi propio negocio en 1999, hace ya 25 años. En la actualidad, también tenemos sede en Madrid y trabajamos con más de 30 países de exportación.
¿Por qué Santa Amalia?
Era el nombre del lagar donde está ubicado, un lagar-bodega que se llamaba Santa Amalia y hemos querido respetar ese nombre. Además, nos ha traído muy buena suerte siempre.
¿Qué servicios y productos ofrece Santa Amalia a nivel decoración?
Nuestro principal producto es el textil, somos fabricantes de tejidos y de tapicería para la decoración. Somos mayoristas, estamos enfocados en hoteles y hostelería. Sin embargo, en nuestro showroom en la sede de Santa Amalia, también tenemos una exposición con muebles, tapicería, lámparas, alfombras, en la que ofrecemos una muestra completa para el cliente particular con un grupo de arquitectos y diseñadores para un asesoramiento personal. Contamos con nuestro taller de costura, instaladores propios, fabricación de muestrarios, con lo cual, hay una cadena que nos permite dar un servicio muy difícil en los tiempos actuales, casi inmediato, puesto que no dependemos de terceros. Uno de los esfuerzos más grande que ha hecho la compañía, en estos últimos años, es el de reinvertir los beneficios en tener existencias: tenemos más de 3 millones y medio de metros en el almacén, listos para salir en 48 horas a cualquier parte del mundo.
¿En qué se basan para crear productos o colecciones?
Santa Amalia se ha ido transformando a medida que ha ido creciendo. Con lo cual, se han generado añadidos. La línea Santa Amalia ha seguido fabricando un producto genérico y básico de fibras naturales, texturas muy domésticas y muy al uso que, incluso, vendemos a otros editores. Tenemos otra marca, “Costa Este”, que es la marca editora en la que sacamos 2 colecciones al año, donde utilizamos tejidos de mayor nivel. En esta línea nos esforzamos en tener diseños mucho más particulares y diferenciados.
¿Se ha visto beneficiada esta industria a raíz de la pandemia o nunca ha dejado de funcionar?
No beneficiada, muy beneficiada. Los 2 años posteriores a la pandemia han sido los años de mayor facturación en la historia de Santa Amalia. Sin embargo, eso ha cambiado con la subida de precios en todas las materias primas, especialmente, han sido bárbaras en los hilos más caros y en los linos. De una manera evidente, ha ralentizado mucho el consumo, pero nosotros siempre intentamos seguir creciendo.
¿Cuál es su filosofía o valores de marca?
La singularidad de nuestra empresa es que el producto es nacional, excepto una pequeña parte que no llega al 5%, debido a su dificultad de elaboración. Nosotros estampamos con productos naturales que, por ejemplo si son algodones o linos, no llevan ningún tipo de poliéster; llevamos cerca de 7 años estampando con tintes ecológicos y naturales.
¿Cómo es el equipo que está detrás de todo este proyecto?
Santa Amalia es una pyme, pero realmente somos una familia. La empresa cuenta, en la actualidad, con 32 empleados. Un equipo que lidero, yo selecciono el diseño, los tejidos, las tendencias, los colores; soy quien arriesgo, quien pone ojos y corazón a nuestros productos, pero hay un gran equipo detrás que forma parte del éxito.
¿Cuál diría que es el secreto (confesable) de su éxito?
Tener una idea muy clara y una meta a la que quieres llegar. Mantenerte es fundamental, por eso para nosotros es tan importante la calidad y el diseño, para llegar a una cima alta.
¿Imaginaba llegar hasta aquí en sus comienzos?
Lo tenía clarísimo. De hecho, tengo aún más proyectos; hace un año aproximadamente, compramos una finca para crear una casa rural que se llama “Tela y Vino” un lugar con capacidad para 20 personas para que nuestros clientes puedan venir a disfrutar de una experiencia completa y diferente. Tiene su encanto, una casa solariega de bodega con una capilla incluida que se llama la capilla de Santa Amalia. Mi otro gran proyecto es recuperar lo que hacía mi familia, el envasado de vino, fusionar vino con la marca textil.
Si tuviera que elegir un lugar de Andalucía, ¿cuál diría?
Me lo pones difícil, pero me quedo con Córdoba.
¿Un sueño por cumplir a nivel laboral? ¿y a nivel personal?
Sacar mi marca de vinos. Y, a nivel personal, seguir siendo feliz.
Texto: Carlota Acuña Ruano
Fotos: archivo de la empresa