Es hija de los Condes de la Maza y forma parte de una familia numerosa de siete hermanos: Leopoldo, Cristina, Almudena, Ignacio, Silvia, Micaela y Victoria. La escritora se fue muy joven a Estados Unidos, hasta enamorarse y quedarse. En la actualidad, reside en un pueblo de Carolina del Sur, llamado Charleston, donde vive felizmente involucrada en actividades locales que la mantienen inquieta.
A pesar de mostrar su amor por América, no olvida casa. En el presente, galopa entre Estados
Unidos y España, en concreto Sevilla, ciudad a la que echa mucho de menos. Reconoce que no le faltan motivos para volver con asiduidad, sobre todo, cuando se trata de una fiesta. Además, entre Sevilla, Madrid y Sotogrande viven el resto de sus hermanos.
La autora de libros de cocina nos recibe en Carmona, residencia actual de su hermana Almudena. Una casa que invita a quedarse en cualquier esquina, con columnas de ladrillo en su interior, una terraza sombreada por una escultura de Fernando Oriol y tres perros alborotados que le dan aún más vida a este hogar. Un lugar en el que se respira alegría, pero también paz y tranquilidad.
‘Diary of a Serial Hostess’ es el nombre de su blog, una plataforma digital donde describe, a día de hoy, su forma de amar la cocina y el arte de ser anfitriona. Una columna en la que combina la elegancia europea con el estilo americano para escribir sobre los entresijos de la alta sociedad, entretenimiento glamuroso, deliciosa comida y anécdotas ingeniosas de la vida cotidiana, con recetas, ideas y opiniones. Muchas opiniones.
¿Cuál es su residencia actual? ¿dónde nació?
Me siento de Sevilla pero, en realidad, he nacido en Madrid, aunque paso muchas temporadas aquí. En la actualidad, resido en Estados Unidos, si bien estoy como cuatro o cinco meses al año aquí en Sevilla de manera intermitente, voy y vengo.
¿Por qué América?
Me fui a Estados Unidos cuando tenía veintiún años oficialmente a pasar cuatro años y me quedé. Me encantó y me quedé. He vivido en Nueva York, en Florida y en Connecticut unos cuantos años. Ahora, vivo en un pueblo llamado Charleston en Carolina del Sur. Es un pueblo chiquitito, repleto de casas muy antiguas e históricas con origen en los años 1700-1800 aproximadamente. Es una maravilla. Estoy encantada allí.
¿Cuál es su profesión o a qué se dedica?
Soy escritora, he escrito tres libros de cocina sobre cómo recibir en casa. He participado en programas de televisión para canales de casa en España y para PBS en América. Tras ello, he lanzado una colección de comidas gourmet con un estilo muy mediterráneo y español, aunque la cerré en el año 2019. Entonces, he vuelto a escribir; he escrito para un periódico americano y ahora escribo un blog que se llama ‘Diary of a Serial Hostess’ que se traduce como ‘Diario de una anfitriona empedernida’.
¿Sobre qué escribe en este blog?
Se trata de artículos sobre cómo recibir, cómo preparar las flores o las mesas, para inspirar a gente a que sigan recibiendo en casa ya que es algo que se está perdiendo, especialmente, en Estados Unidos. Hacerlo de una manera fácil, pero bonita y elegante. Sin necesidad de hacerlo exagerado, con naturalidad. No tienes por qué cocinarlo todo, pero sí cuidar la presentación. Cuando tengo invitados en casa, lo que quiero es que se sientan cómodos, que sean bien recibidos. Anticipar un poco lo que quieren también es fundamental. Me gusta que la gente esté tranquila y que lo pasen bien, eso es lo que transmito en el blog.
¿Le viene de familia esta pasión?
A nuestros padres les encantaba recibir y somos siete hermanos, así que cada comida en casa era una fiesta. Luego venían primos y amigos y ya se multiplicaba. He aprendido eso de mi madre, cómo organizar almuerzos con mucha gente y comidas muy de última hora. De repente, mi padre llamaba y decía “hoy somos cinco más”. Me parecía muy divertido y un gesto de generosidad, siento que es un regalo a mis amigos. He mantenido esta costumbre, lo que pasa que ahora soy yo la que dice “hoy somos cinco más” (sonríe).
¿Cuándo cocina lo hace al estilo de esta tierra?
En el fondo, yo cocino lo que he aprendido de pequeña en casa. Sí, es todo inspirado en la comida mediterránea y española, sin duda.
¿Echa de menos Sevilla? ¿por qué?
Echo de menos muchísimas cosas, porque la alegría de Sevilla no existe en ningún sitio. Echo de menos la facilidad de la charla, el tiempo sin límites. Hay veces que voy a un restaurante aquí a las dos y nos dan las siete de la tarde. Eso no existe en América, el tema social allí es mucho más rígido. Por eso, cuando vengo aquí lo disfruto mucho.
¿Volverá a vivir aquí?
Sigo en duda, me encanta donde vivo porque además estoy involucrada en muchas cosas locales de allí. Por ejemplo, estoy muy metida en el departamento hispano de College of Charleston, una de las universidades americanas más antiguas; estoy involucrada con la ópera, les ayudo a hacer cosas; también participo en los festivales literarios de allí que son estupendos. Me va a costar mucho dejar de hacer todo eso y volver desde cero, aunque no sea desde cero porque tengo familia y soy de aquí, pero he perdido muchos años. Por eso, ahora estoy yendo y viniendo, de hecho, cada vez más (sonríe).
¿Cómo se encuentra en su momento actual? ¿algún proyecto por realizar?
Actualmente, me encuentro bastante bien. Estoy ayudando a pequeñas empresas, me dedico a fomentar su contenido para redes sociales, diseño para la web o fotografías. Todo con productos que a mí me divierten y que tengan algo que ver con el mundo que manejo; estoy trabajando con una señora que tiene una compañía de productos africanos, pero son bolsos de cocodrilo con un precio elevado; a una familia que hacen cakes y otro tipo de comidas muy ricas, les ayudo a multiplicar las recetas para que puedan abarcar más; estaba ayudando con el marketing a unas chicas que pintan platos a manos, etc.
¿Su filosofía de vida?
¡Carpe diem! Siempre miro hacia adelante, me cuesta mucho mirar atrás. Por supuesto, aprendo de lo que me ha ocurrido. Pienso que a los que nos gusta recibir en casa, somos personas generosas porque queremos que la gente lo pase bien y ser agradables.
Texto: Carlota Acuña Ruano
Fotos: Ángela Muruve