En el corazón de Sevilla, donde la tradición y la modernidad artística se entrelazan, surge la figura de Inés Salinas, una pintora que ha heredado no solo el talento sino también la pasión por el arte de su padre, el reconocido Manuel Salinas. Criada en la atmósfera creativa de la Alameda de Hércules, un barrio bohemio que marcó la vanguardia cultural sevillana de los años 80, donde absorbió desde temprana edad el lenguaje del color, la abstracción y la experimentación. En su hogar, convertido en taller, la pintura era más que una disciplina: era una forma de vida. Este entorno único influyó en su técnica, pero también moldeó su sensibilidad artística, llevándola a desarrollar un estilo personal que combina intuición y emoción.
En esta entrevista, Inés Salinas nos abre las puertas de su mundo creativo, donde el arte abstracto cobra vida en formas orgánicas y colores vibrantes que interactúan con el espectador. Desde los recuerdos en el estudio de su padre hasta su visión del arte como un vehículo de conexión emocional, la artista nos invita a un recorrido por su trayectoria, sus procesos y su constante búsqueda de innovación. Una conversación que refleja la profundidad de una sevillana que, mientras honra el legado familiar, sigue construyendo su propio camino en el universo del arte contemporáneo.
¿Cómo cree que el legado de su padre ha moldeado su estilo y visión artística?
Crecer viendo a mi padre trabajar me marcó mucho. Desde pequeña entendí lo que significaba dedicarte al arte con pasión y disciplina. Su manera de experimentar con el color y las texturas me enseñó a explorar sin miedo y a encontrar mi propio camino.
Crecer en el estudio de su padre en la Alameda de Sevilla debió ser una experiencia única, ¿cómo describiría la influencia de ese ambiente bohemio en su desarrollo?
Fue una infancia muy especial. Ver a mi padre crear en un espacio tan vivo y lleno de artistas me abrió los ojos a un mundo creativo que no todos tienen la suerte de vivir. Ese ambiente me enseñó a valorar el arte como una forma de vida y no solo como un trabajo.
En alguna ocasión, ha mencionado que su pintura sigue un ritmo espontáneo, basado en series de color que se entrelazan, ¿cómo decide cuándo una obra está completa?
Es algo que siento. Llega un momento en el que miro la obra y sé que no necesita nada más, que cualquier cosa que le añada ya no sumaría. Es un proceso muy intuitivo.
Sus cuadros son algo vivo y que interactúan con el espectador, ¿qué tipo de conexión emocional espera despertar en quienes contemplan sus obras?
Me gustaría que las personas conecten con lo que ven de una forma personal, que cada uno saque su propia interpretación o emoción. No busco imponer un mensaje, sino que cada cuadro sea una experiencia distinta para cada espectador.
Ha destacado, al igual que su padre, en el arte abstracto, ¿qué considera que aporta este lenguaje artístico en comparación con otros estilos más figurativos?
El abstracto permite comunicar algo sin decirlo literalmente, y eso me parece fascinante. Cada persona lo interpreta de una forma diferente, y eso lo hace más libre y abierto a posibilidades.
¿Qué aspectos de la efervescencia cultural sevillana de esa época cree que se reflejan en su obra o en su manera de abordar el arte?
Sevilla siempre ha sido una ciudad con mucha vida cultural y eso, sin duda, se nota en mi forma de trabajar. Crecer en un entorno lleno de música, arte y movimiento me ayudó a ser más creativa y a buscar siempre algo nuevo que decir.
¿Cómo ha cambiado su enfoque artístico desde sus primeras obras hasta las creaciones que realiza en la actualidad?
He cambiado mucho. Al principio, estaba más centrada en aprender técnicas y descubrir mi estilo. Ahora siento que tengo más claro lo que quiero transmitir y me permito ser más libre y experimentar más.
¿Tiene algún proyecto artístico en puerta o alguna idea que esté deseando explorar en sus próximas series?
Estoy trabajando en una nueva serie que me tiene muy ilusionada. Estoy experimentando con materiales diferentes y buscando nuevas formas de expresar el movimiento.
Inés, ¿cómo es su día a día?
Suelo empezar el día con un café y organizando lo que quiero hacer. Paso muchas horas en el estudio pintando o trabajando en nuevas ideas. También dedico tiempo a responder correos, preparar exposiciones o buscar inspiración.
Y ¿cómo sería su día ideal?
Un día tranquilo en el que pueda pintar sin interrupciones por la mañana, comer con mi familia o amigos, y luego dar un paseo o ver una exposición. Me gusta combinar el tiempo en el estudio con momentos para desconectar.
Texto: Carlota Acuña
Fotos: Ángela Muruve