“Nos hemos trabajado la vitola de capital de la piedad popular, pero corremos el serio riesgo que, al igual que con el turismo, se nos vaya definitivamente de las manos la fiesta más hermosa de la ciudad”.
Tómese con calma la Semana Santa que nos disponemos a vivir. Ignoramos si lloverá o si disfrutaremos de días espléndidos. En cualquier caso sea muy paciente y déjese llevar. La Sevilla de los excesos, con procesiones todo el año y un intenso debate sobre los límites rebasados, se dispone a vivir una Semana Santa que presenta grandes diferencias con las de hace solo 25 años. Todo ha cambiado. Y sigue haciéndolo a gran velocidad. Nos hemos trabajado la vitola de capital de la piedad popular, pero corremos el serio riesgo que, al igual que con el turismo, se nos vaya definitivamente de las manos la fiesta más hermosa de la ciudad. Hace años se podía instar a los jóvenes a ‘patearse’ las calles. Ahora es mas conveniente animarlos a que sean pacientes. El público en la calle ha cambiado, es más estático y consumista. El callejeo sigue siendo la opción más hermosa, pero es más difícil de practicar por efecto de las sillitas plegables y la falta de criterio de parte de un público que
prefiere aguardar horas la llegada de un cortejo y no facilita la movilidad de los demás. La Semana Santa se presenta como un verdadero ejercicio de convivencia en el que todos tenemos que poner de nuestra parte. Cada tiempo tiene sus retos.
Foto: Antonio Pizarro (Diario de Sevilla)