Hace medio siglo que, de la gubia de Luis Ortega Brú, llegó a Triana, a la blanca cal que envuelve el olor contenido de azahar de aquella plaza del barrio León que se convierte en epicentro cada Lunes Santo, Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder ante Caifás.
Medio siglo, cincuenta años, una vida para muchos y media para otros. Un camino que han recorrido los hermanos de capirote blanco con creciente devoción y con un crecimiento exponencial de una hermandad cada vez más popular en la nómina del lunes, desprendiendo una alegría especial: la Hermandad de San Gonzalo.
Su Hermano Mayor, Manuel Lobo, hace referencia a que este aniversario no es una mera conmemoración; es un tiempo de balance, de agradecimiento y de mirada hacia el futuro. Según destaca: “los hermanos lo están viviendo con muchísima ilusión porque para la mayoría es su gran devoción”.
Una devoción que ha ido creciendo y se ha enraizado en el corazón del barrio León, traspasando fronteras. Se observa un claro paralelismo entre la llegada del Señor y el crecimiento exponencial de la Hermandad, sobre lo que el Hermano Mayor comenta que “durante los últimos 50 años, la Hermandad ha crecido mucho, y ha sido por la devoción que la hechura del Señor ha despertado en mucha gente”, creciendo de la mano la devoción, el número de hermanos y de nazarenos. Desde el pasado Lunes Santo, la Hermandad ha incorporado 900 nuevos hermanos y tiene previsto contar con unos 3.200 nazarenos para este año.
Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder ante Caifás representa a Cristo ante el sanedrín judío, con Caifás a su cabeza. Hace alusión a uno de los momentos más relevantes de la Salvación, cuando Jesús, ante la pregunta del Sumo Pontífice: “¿Eres tú el Hijo de Dios Bendito?”, responde con todo su poder: “Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo con las nubes del cielo”.
De su imagen se ha dicho: “Tan portentosa testa refleja toda la dignidad, belleza y serenidad de Jesucristo en el instante mismo en el que se proclama Hijo de Dios”.
Hijo de Dios que llegaba con todo su Soberano Poder a una Triana que cambiaba a la vez que lo hacía la ciudad, que crecía y se miraba a sí misma para abrirse al mundo. Hijo de Dios que fue obra cumbre del imaginero sanroqueño y que marcó, y sigue marcando, un antes y un después con su imponente zancada en la historia de la Hermandad y de las devociones de Sevilla.
Como muestra de esta gran devoción al Señor, los hermanos de San Gonzalo le han ofrecido su amor y fe en forma de una nueva túnica: “Es un recuerdo a la primera salida del Señor con una túnica blanca y, por eso, ahora la tendrá bordada”, señala Lobo.
Este regalo no es casual; evoca la memoria de la primera vez que el Señor salió, luciendo una túnica lisa y blanca. Aquel recuerdo primigenio se ha transformado en el diseño de Javier Sánchez de los Reyes y la ejecución de Joaquín Salcedo. Se trata de una túnica de estilo persa, bordada en oro, realizada en tela de tisú blanco, la misma con la que se confeccionó el manto bordado de Nuestra Señora de la Salud.
Desde la presentación del cartel del L aniversario, obra de José Antonio Zamora Moya, su celebración ha estado marcada por una serie de actos que buscan enriquecer la vida espiritual de los hermanos y compartir la alegría de esta efeméride. Manuel Lobo destaca que “hemos celebrado ya varios actos, como conciertos en la parroquia o conferencias, y continuaremos con un programa de actos en la misma línea”.
Pero si algo ha marcado esta efeméride ha sido el Vía Crucis extraordinario que se vivió el pasado viernes 20 de marzo por la feligresía. La multitud acompañó al Soberano Poder, que salió al encuentro del pueblo en sus XIV estaciones y recorrió calles por las que no suele pasar, en las que las miradas de los hermanos y devotos lo dijeron todo.
Como novedad, la Hermandad ha destacado el carácter extraordinario de este piadoso acto, pero ha anunciado que se ha aprobado una nueva regla para que, cada Cuaresma, se repita el rezo del Vía Crucis con la imagen del Soberano.
El L aniversario está siendo, en palabras del hermano mayor, un tiempo de “mucho recuerdo y convivencia ya que le debemos mucho”. Una mezcla de experiencias y generaciones unidas por la misma devoción, una expectación serena que no busca la locura de lo extraordinario, sino la celebración profunda de cincuenta años de soberanía y amor entregado. Una efeméride que se está viviendo con la intensidad del presente y la memoria agradecida de un pasado que sigue vivo en cada mirada al Soberano Poder de San Gonzalo.
Texto: Fernando Copete
Fotos: Jesús López