Tomás Alía
Arquitecto, diseñador e interiorista
Es una de las firmas más internacionales que exporta España en el mundo de la decoración y la arquitectura. De sus manos ha salido el Estadio del Mundial de Qatar 2022 o la decoración de los grandes palacios de los emires árabes. Embajador de la cerámica de Talavera, amante de lo urbano o el arte antiguo. Su sueño es “democratizar” la decoración. Amante de la cultura y la estética andaluza, rompedor de moldes y creador incombustible. Así es Tomás Alía.
¿Cómo se definiría?
Arquitecto, diseñador, que se dedica a inspirarse en la gente. Extrovertido, simpático, que le gusta lo expresivo, lo que tenga que ver con las cosas no habituales, me gustan las cosas singulares, diferentes… Apasionado de la artesanía, de lo étnico y de las tribus urbana. Amante del diseño democrático, del confort de la gente, de la ergonomía y lo que suponga bienestar para el ser humano. Me preocupa mucho la estética del país. Tomás es un loco muy contemporáneo, muy nervioso, muy ecléctico y que le gusta arriesgar. Se me conoce como “El arquitecto de la luz», pinto con ella.
¿Cómo nació el Tomás decorador?
Desde pequeño, por un vínculo materno, vi en mi casa que se dedicaban a hacer exposiciones efímeras por todo el mundo. La estética en ese momento era artesanía de alta calidad que está instalada en casas reales y en muchos sitios. Desde el lado materno vi aquello como se movía. Mi casa era una plataforma donde pasaban muchas cosas, pasaban muchos intelectuales, gente de bastante nivel; políticos, artistas… y eso es lo que yo he vivido desde pequeñito y me ha hecho preocuparme por esa salud estética del país y empezar a proponer locales de ocio.
¿Cuál fue su primer trabajo?
Lo primero que hice, antes de acabar la carrera de Arquitectura y Diseño, es hacer los apartamentos de hotel Villamagna. A partir de ahí, hice mucha obra pública: locales de ocio, hoteles…
Y todo, hasta diseñar un estadio para la final de un Mundial de fútbol.
Sí. Mi carrera fue avanzando, estuve cuatro años en Qatar y diseñé el estadio Olímpico Qatar Foundation para el Mundial de fútbol y luego el palacio para el antiguo Emir.
¿Cuál es el estilo por el que se reconoce a Tomás?
Es muy reconocible, suelo revisar lo anterior pero siempre en clave contemporánea. Y, sobre todo, a la hora de ganar concursos internacionales, siempre me ha servido la premisa de defender la estética árabe en clave actual. Me han venido muy bien los concursos internacionales del mundo árabe.
¿Cómo cuáles?
Empecé diseñando la embajada de Argelia en Madrid, hoteles en Marrakech, a la Familia Real de Marruecos… Y ahí me presenté a concursos internacionales y gané dos importantes. Siempre, porque mi forma de abordar los proyectos es desde el concepto de la desnudez y el simplismo. Repasar el estilo Andalusí.
Entonces, imaginamos que Sevilla será importante en todo esto
Muchísimo. Me aporta la estética, la textura, el color, la luz, los contrastes, las capas sucesivas de cultura que están en el ambiente, la actitud de la gente y su carácter lúdico, su forma de vida; os gusta la vida. Todo eso tiene que ver con mi carácter. Sevilla me inspira profundamente. Es uno de los grandes centros de inspiración para todo artista que se precie del mundo arquitectónico. Tenéis símbolos arquitectónicos que pasan de la arquitectura palaciega a la actual, pasando por urbanismo peculiar de callejuelas, de luces, de sombras, de cortavientos, de mármoles, de cerámica…
Esa cerámica tan importante en su trayectoria
Claro. El Ayuntamiento de Talavera me designó embajador de su cerámica para el mundo. Mi obligación es promover, potenciar y difundir la cerámica a mis diseños.
La cerámica ha sido clave en la historia de Sevilla, ¿cree que está denostada en la actualidad?
El gran ejemplo de su belleza fue cuando el rey de Portugal se llevó la cerámica de Triana para rediseñar la estética de su país. En Sevilla hay tanta belleza que de repente os acostumbráis. De vez en cuando hay que refrescar las mentes.
Si el color de Sevilla es el almagra, ¿cuál es el de Tomás?
Mi color es el azul, pero los colores almagras y albero, que son los de aquí, cuando planteo un proyecto siempre lo hago con cajas muy neutras.
¿Qué mecenas le han impulsado?
He tenido mecenas como la familia Koplowitz o la cadena de hoteles Room Mate; ahora estamos haciendo uno en Vía Benetto y otro en Gran Vía. Koplovich me pidió en su momento que le ayudara a ordenar su impresionante colección de arte. Hice un pabellón de escultura en su jardín.
¿Qué es lo más extraño que le han pedido?
De todo. Desde una casa de citas, hasta espacios de relajación. He hecho trabajos muy raros. Soy muy camaleónico a la hora de vincularme porque hago desde interiorismo puro y duro hasta diseño industrial. Ahora estoy trabajando en República Dominicana en un Masterplan de urbanismo para hoteles con playas privadas, siempre respetando el ecosistema: palmeral que muevo, palmeral que vuelvo a plantar.
Y hasta un hotel viajero…
Me gusta que el diseño llegue a todo el mundo, que el bienestar le llegue a la gran mayoría de gente. He diseñado para ello una suite eco sostenible viajera que inauguró la Reina Sofía. Si quieres dormir en cualquier lugar del mundo, te la mueve un camión y tu suite, que no gasta nada de consumo, te la trasladan.
¿Quién fue el primer diseñador de España?
El primer gran diseñador –él se definía como “Aposentador Real”- fue Velázquez. Nunca se denominó pintor, sino Apostendar Real. Él fue el primer gran diseñador de interiores de este país
¿Hay vocación de interiorismo en España?
En España no hay cultura de interiorismo, nunca la ha habido. Tras los árabes, cuando construyeron la Alhambra y se recibía en el salón de Embajadores donde la luz incidía y aquella estación se iluminaba, el mundo castellano impuso todo lo regio. En la actualidad hemos pasado de la mesa de camilla al fenómeno IKEA. Un ejemplo histórico: los tapices no se hacían para decorar, sino para cubrir ventanas del frío.
¿Y qué solución tiene todo eso?
Hay que hacer grandes diseñadores, que en España hay mucha materia prima y de hecho somos muy valorados fuera. En este país solo se habla de comida o de ropa, de vino o de lana. El mundo de lo que rodea a la decoración (pintores, artesanos, carpinteros, etc.), supone cinco veces más de lo que engloba la moda en España. Supone tres veces más de lo que es el vino o la gastronomía, pero en la conciencia del español, no está. Un día me reuní con la Reina Letizia y le dije: “La Marca España no la están haciendo hoy por hoy ni el vino ni el jamón, la estamos haciendo nosotros”. Los grandes aeropuertos los hacen españoles, los grandes proyectos estadounidenses los hacen españoles, el AVE de la Meca lo hacen españoles… Falta apoyo, estamos absolutamente desprotegidos. ¿Qué entiende la gente por interiorista? Aquí es uno que pone cuatro flores. No, nosotros somos diseñadores y arquitectos que definimos desde una mesa hasta todo lo que tenga que ver con el bienestar del hombre. La cama del enfermo del hospital lo ha creado un diseñador, un edificio o un vaso con el que beber.
¿Qué importaría a España?
El corporativismo. Trabajo en proyectos gigantes con 250 personas a mi cargo. Y esa colaboración no existe aquí.
¿Cómo está resultando su nueva etapa televisiva en “Masters de la reforma» de Antena 3?
Diferente. He ido a la tele y la gente está expectante conmigo porque vengo de un mundo, supuestamente, de las elites y en la tele te desnudas, sacas tu verdadero yo. ¿Por qué estoy en la tele? Porque deseo crear conciencia de la necesidad de crear diseño. Hay que hacer edificios icónicos, pero que lleguen a todos.
En el ámbito general, ¿cómo ve el país?
Estéticamente, preocupante; políticamente, movida. En todas las cosas falta credibilidad y nos falta un líder a quien admirar. No quiero un tío que sea mono, sino un gestor que tenga capacidad de gestionar esta gran empresa que es España. Los grandes políticos como Fraga o Anguita ya no existen. También nos faltan identidades estéticas. Llegó el año 92 con los JJOO y los catalanes tenían ese icono de modernidad, ahora se han fumado la modernidad y la han tirado al suelo. Están en retroceso estético. Estas políticas acortan los niveles de expresión de los artistas.
Hablando de 1992, ¿qué recuerdos guarda de la EXPO 92?
Buenísimos. Estuve en la inauguración del pabellón de Castilla-La Mancha. Por la mañana con los Reyes y por la noche, en la gran fiesta. Venía cientos de veces porque tenía una forma lúdica de presentar España: fue la gran fiesta de España. Es lamentable no haber servido aprovechar bien las instalaciones.
Un personaje histórico.
Jesucristo.
Uno artístico.
Picasso. Llevó la pintura a los extremos. Fue a Francia y fue el más guapo de Francia, ese es el concepto que me gusta.
Un edificio en España.
Medina Azahara, que es más importante que la Alhambra. De lo contemporáneo, la torre BBVA de Madrid, que está sostenida sobre un pilar único y por debajo pasa el metro.
¿Qué siente con el incendio de Notre Dame?
Estaba grabando tres días antes allí y he sentido un apoyo excesivo de los grandes mecenas. Hace poco he leído que ese dinero no ha llegado todavía. Un arrebato de chovinismo. Yo reharía el clásico.
Una ciudad
Tánger, donde tengo mi casa.
Un lugar
Anatnapur, en la India.
¿Qué buscará el Tomás del futuro?
Intentar sentirme bien para hacer feliz a los demás.
Texto: Javier Comas
Fotos: Raúl Caro