“NO ME GUSTA PLANIFICARME EL FUTURO POR MIEDO A QUE ME MATE UN TORO”
Triunfador y peruano. 24 años y figura del toreo. Con 14 primaveras cogió un avión a España para ser torero, no quería otra cosa en la vida. Hoy es una figura incontestable de los ruedos que levanta emociones en el albero que pisa. Roca Rey se sincera y abre su corazón para Escaparate.
-¿Cómo se definiría?
-Me considero una persona normal, me gusta ser amigo de mis amigos desde siempre. Al mismo tiempo también me gusta hacer amistades nuevas, pero siempre y cuando se lleven a cabo los requisitos que sí tiene ser un amigo: la confianza, la lealtad y eso se demuestra con el tiempo. Soy tranquilo, aunque a veces no tanto. Soy una persona joven que le gusta todo lo que le puede gustar a un joven. Tengo una profesión que no me permite llevar a cabo todo lo que una persona joven podría hacer la mayoría de sus días. Pero, cuando puedo, me gusta estar con mis amigos, familia, tener algún hobby y también saber disfrutar y aprovechar la vida.
-¿Cuál es su hobby?
-El golf. No lo practico mucho con el tiempo que tengo pero cuando me apetece un fin de semana, lo hago. También me gusta comer bien.
-Con 14 años se vino a España a labrarse un futuro en el mundo del toro. ¿Le quedó tiempo para ser niño y tener infancia?
-Bueno, depende de lo que llames infancia. Si es a lo que hace la mayoría de niños, pues eso no. Pero ero la infancia que yo elegí y fue la de ser torero. Puedo decir que no he perdido ni un minuto de ella. Si hubiese sido un niño normal, hubiese estado desperdiciando parte de mi vida.
-¿Qué se le movió en su interior para que con 14 años decida venir al otro lado del mundo a enfrentarse a una profesión nada fácil y lejos de su circuito vital?
-A los 7 años tenía mi primera becerra y a partir de ahí me metí en el mundo del toreo, aunque desde que tengo uso de razón prácticamente soy torero. Me quería venir a España. Cuando era chico y me preguntaban ‘¿qué quieres hacer?’ Yo siempre respondía que quería venirme a España. La gente se reía y lo veía gracioso. Esa gracia se fue convirtiendo en algo serio mientras iban pasando los años y cuando llegaron los 14, ya lo decía en serio. Fue cuando les dije a mis padres que quería venir a España a ser torero. Sabía que el centro del mundo del toro estaba aquí. A parte, mi hermano Fernando me lo había dicho. No lo dudé.
-¿Sabría definirme “qué es torear”?
-Depende. Si torear es pegarle pases a un toro…. Pero yendo más allá de lo que puede ser torear, para mí es la forma que tengo de expresar mis sentimientos a base de lo más puro y lo más real que hay: la vida y la muerte.
-¿Cómo ha vivido este tiempo de pandemia?
-Como todo el mundo: con mucha incertidumbre, a veces con mucha tristeza por los muertos. Tristeza por no poder estar ejerciendo mi profesión metido solo en casa. Ha habido muchos altibajos. No voy a decir que fuera depresión, pero no tenía ganas de nada. No tenía una meta de una corrida cerca. Las que iba teniendo como Valencia, se suspenden por la pandemia. Luego iba a estar en Ronda y también se suspende por la pandemia. Tenía Sevilla el año pasado en San Miguel y también se suspende. Era prepararte y desanimarte, produciéndome cierto desgaste mental. Al menos, no he perdido la ilusión.
-¿Vive un buen momento la fiesta de los toros?
-Vive un momento de revelaciones, está habiendo un relevo. Y eso es muy importante para que la tauromaquia vaya a más.
-El torero, como al militar, se le predispone valor. ¿El miedo juega un papel a la hora de torear?
-Sí, por supuesto. El miedo escénico lo vas llevando mejor por las horas de entrenamiento, por tu mentalización. Luego está el miedo de que un toro te mate en una plaza de toros. Creo que los dos miedos juegan un papel muy fuerte dentro del corazón de un torero. El miedo que uno pueda sentir a que un toro lo mate algún día se prepara a base de mentalizarte, de superarlo día a día. De saber y asumir que tu filosofía de vida va con tu profesión. Una vez que consigues sacarla es cuando todo rueda sin costar tanto trabajo, asumiendo que cualquier día un toro te va a coger. Cuando uno cruza esa línea del miedo, es cuando piensa en lo peor. Cuando estás dispuesto a que un toro te mate, no hay peor miedo que ese. Luego, lo que tenga que pasar, pasará.
-¿Si no hubiera sido torero, que hubiera sido?
-Golfista, porque estudiar no me gustaba. Tener una carrera es importante y yo elegí la de ser torero. Fui hasta campeón nacional de golf en Perú. Si no hubiese sido por los toros, hubiese sido eso.
-¿A quién admira en el mundo del toro?
-Admiro mucho la personalidad de los toreros. Todos los que han llegado a algo, es porque algo tienen y de todo se aprende. Lo que verdaderamente me gusta es el fondo de las personas y los toreros.
– Si le pido que me resumas cómo le gustaría imaginarte en el futuro…
-Nunca me ha gustado, a partir de qué empecé a vivir muertos de toreros de esta época, no he sido realmente capaz de querer sentarme y planificar una vida a futuro. Me da miedo hacerlo y prefiero no hacerlo. Me gusta más vivir el día a día. Los toreros vivimos en una profesión de riesgo. Vive día a día a ese milímetro. Se vive tanto límite…
-¿Qué tiene el torero de arte?
-El torero de arte tiene muchas cosas: creas una obra, vas a la plaza con una puesta en escena aunque luego el toro sale y tienes que desarrollar algo no planeado, improvisar… pero todo lo haces sintiéndolo. Cuando uno deja de sentir, el público luego no lo siente.
-¿Con qué tarde se quedaría?
-Me quedaría con una tarde que fue clave para mí siendo novillero en las ventas, en Madrid. Me abrió muchísimas puertas. A partir de ahí, salió todo el esfuerzo y la disciplina que había llevado desde niño. No fueron faenas soñadas pero sí hubo una entrega que la recuerdo como única. Me acuerdo de la expresión del novillo, sus ojos,… de la tarde en general. No me estaba yendo bien en el campo y allí desperté.
-¿De qué se arrepiente en la vida?
-He cometido errores, como todo ser humano. Pero no me arrepiento de no haber hecho ninguna porque ya estoy aquí y no pasa nada. Todos los errores que he tenido los agradezco porque me han hecho aprender.
-¿Es creyente?
-Sí. Es importante creer en algo. A mí me enseñaron desde chico la religión y es en lo que he creído desde entonces. Fui a un colegio católico y me lo pusieron de primera hora. Uno tiene que ser creyente por sus raíces. No soy muy practicante pero sí tengo una conexión muy especial, por mi profesión, con mis seres queridos que han muerto, con Jesús, con Dios y con la Virgen.
-¿Tiene muchas manías?
Sí. Creo que no sería capaz de asumir el riesgo sin ellas.
-¿Tiene algún secreto que no haya confesado nunca?
-Sí, muchos.
-¿Me puede contar alguno?
-No, por supuesto.
-Un libro.
-Me gusta el libro de Juan Belmonte y uno que leí hace mucho tiempo: ‘Muhammad Ali, el más grande’. Habla del sacrificio, el esfuerzo y la gloria. Me inspiró mucho.
-Un color.
-Depende para qué.
-Para vestir de luces…
-Me gusta el grana, rojo oscuro. Los que dan fuerza: el azul marino. Colores que me gustan
-Un plato.
-Peruano, la Causa. Español, el jamón.
-Un personaje histórico.
-Jesús. Fue capaz de dar su vida…
-Un día de su vida.
-La tarde de novillero en Madrid.
-Una frase.
-Depende para qué. Desde niño me implantaron una cosa: siempre ser sencillo. Me dijeron: “es agradable ser importante pero más importante es ser agradable”. Es fundamental para cualquier persona.
Texto: Javier Comas
Fotos: Aníbal González