Se crió en un ambiente de libertad y tolerancia. Es sevillista, pero le simpatiza la afición del Betis. Es ateo pero recuerda con ternura cuando iba a ver recogerse en su templo a la Macarena con su padre, tíos y abuelo siendo un niño. Le gusta la Semana Santa y es un gran defensor de la labor social y de conservación que hacen las hermandades. Es alcalde de Sevilla por una sustitución y su empatía con todas las sensibilidades de Sevilla la hacen ser un político que cae bien. Asegura que se va a dejar la piel en ganarle la batalla de la limpieza a Sevilla, principal crítica de la oposición. Cree que la tradición y la modernidad deben ir de la mano y asume que lo que menos le gusta de los sevillanos es la auto complacencia. Apasionado de la cultura y de los viajes, aspira a dejar una ciudad donde la cultura sea un fundamental motor económico de Sevilla.
¿Quién es Antonio Muñoz?
Alguien que intenta ser mejor persona. Alguien que tiene un entorno de pareja, familia y amigos que me ayudan a crecer. Alguien que, en definitiva, Sevilla le ha hecho ser mejor persona.
¿Cómo era Antonio en su más tierna infancia?
Mi familia emigró hacia la Costa del Sol cuando yo tenía tres años y, por tanto, me he criado en un entorno completamente tolerante. Mis vecinos eran británicos, suecos, holandeses y, por tanto, teniendo en cuenta las diferencias que había entonces entre una zona de costa y una zona de interior, como puede ser Sevilla, yo sí puedo decir, en comparación con mi familia más inmediata, que me crié en un ambiente de más libertad y tolerancia. La madre de mi amigo se bañaba en topless en la piscina. Eso en aquel momento en Sevilla era impensable.
¿Recuerda su primera Semana Santa?
Yo la Semana Santa de Sevilla la disfruté ya de mayor. Después de terminar la carrera me vine de Málaga a vivir a Sevilla. Tengo un recuerdo de la Semana Santa que el otro día se lo conté al hermano mayor de la Macarena. A veces mis padres venían en Semana Santa a ver a su familia y los Viernes Santo por la mañana mi padre, con sus hermanos y su padre venían de La Rinconada, que es el pueblo donde nací, a Sevilla a ver la Macarena. Yo era ya un adolescente y ya sabía lo que era la Semana Santa. Siempre me llamaba la atención que a esa hora de la mañana mi padre se levantara y como un acto ceremonial de todos los años se fueran a ver a la Macarena en la entrada a su templo. Eso que hoy parece lo más normal para mí que venía de la Costa del Sol me resultaba tremendamente llamativo.
¿Soñó alguna vez con ser alcalde?
No. A mí siempre, desde que hice económicas, me ha atraído la política como un instrumento para mejorar la sociedad. La política en la carrera de ciencias económicas está muy presente en el sentido más noble de la palabra y, por tanto y por la especialidad que opté que iba encaminada al sector público, estaba ya eligiendo buena parte de mi futuro, a lo mejor sin darme cuenta. Lo estaba haciendo, que era prepararme para trabajar en la administración. Es verdad que yo he ocupado puestos de responsabilidad, como la de director general de Turismo de la Junta de Andalucía, pero en ningún caso, y tengo que ser honesto conmigo mismo, nunca había pensado llegar a la alcaldía, sobre todo de una ciudad como Sevilla.
¿Qué es ser socialista?
Para mí ser socialista es trabajar por una sociedad más tolerante, con más libertad, y trabajar por las diferencias sociales que pueda haber en las distintas capas de la población. Para mí esos son los principios del socialismo. Eso conlleva que a veces haya que intervenir, no digo que siempre se haga de la manera correcta, en la economía y en determinados ámbitos para corregir esas desigualdades que el mercado por sí no corrige. Los socialistas normalmente, como credo político, interviene más con las políticas económicas que cuando gobierna un partido conservador.
Lleva años en política, ¿de qué se arrepiente y de qué se siente orgulloso?
En este momento, me siento muy orgulloso de estar al frente de una ciudad como Sevilla, de una ciudad que es la capital de Andalucía y la cuarta de España, con un legado patrimonial e histórico sin igual y que fue la Nueva York de un momento de la historia. Yo he tenido propuestas a lo largo de mi vida profesional o política y siempre me he preguntado qué hubiera ocurrido si en vez de decir sí hubiera dicho que no y al revés. Siempre de una forma muy gráfica acudo, porque me gusta mucho, a la película Match point de Woody Allen. Comienza en un partido de tenis con una pelota que da en la red y hay
momento en el que la cámara se para. Si la pelota cae para un jugador el punto sería para el otro y si cae para el otro jugador el punto sería para el adversario. En ese sentido la vida está llena de interrogantes que cuando vas madurando te preguntas a ti mismo qué hubiera ocurrido si hubieran sido otras las decisiones. Si mis padres no se hubieran ido a vivir a Málaga, si hubiese hecho arquitectura, que era lo que siempre me ha atraído en vez de económicas o qué hubiera ocurrido si después de acabar la carrera, que mi pensamiento era volver a Málaga a ejercer la profesión; qué hubiera ocurrido si le hubiera dicho que no a Juan Espadas para renovar la candidatura del PSOE y, sin embargo, tuvimos un golpe duro al ganar el Partido Popular con veinte concejales. La vida está llena de esos interrogantes. A mí tampoco me obsesionan, porque forman parte de tu vida. Si en vez de tirar por una calle tiro por otra la vida me hubiese ido de otra manera. Yo a mi pareja le conocí corriendo por una calle que iba a hacer footing. Si aquel día tiro en lugar de por esa calle por otra o no hubiera hecho footing hoy no estaría con él.
¿En política hay más de valores o de intereses?
En política hay mucha impostura. Yo es una de las cuestiones que por llevo en política. En política hay un exceso de teatralización, un exceso de mantras, de anatemas, de roles prefijados, donde alguien del PP y alguien del PSOE no pueden entenderse. ¿Por qué? No siempre, pero por qué no va a haber un entendimiento que, incluso, pueda acabar en una acción de gobierno. ¿Por qué es predeterminación de las posturas? Por supuesto que la política en su parte menos peyorativa está cargada de valores. A mí me gusta la gente que es coherente en su acción política, sea de derecha o sea de izquierda. Debe
haber una coherencia entre lo que se dice, lo que se hace y en los comportamientos. Lo peor que llevo, como te decía anteriormente, es la impostura. Esa teatralidad que nos obliga a ejercer un papel que a veces no va con nosotros.
¿Ha conocido la traición?
Soy una persona que milita en el PSOE desde el año ochenta y tres. Sin embargo, nunca he sentido traición. Yo siempre me he sentido respetado. Lo digo sinceramente, pero nunca he jugado un papel en la vida orgánica del partido. He tenido puestos de responsabilidad en la gestión, pero nunca en la orgánica que es la que más se presta a las zancadillas. En algún momento hubo quien intentó dentro de mi partido quizás descalificarme llamándome tecnócrata y en cambio te puedo asegurar que me he sentido muy cómodo con ese calificativo en ese momento. Indudablemente en este momento no puedo convertirme en un alcalde tecnócrata.
¿Quién ha sido para Sevilla Juan Espadas?
Yo creo que Juan Espadas ha sido un buen alcalde con una gran virtud: Muchos sevillanos y muchas sevillanas pensaban que el PSOE tenía mayoría absoluta en el Ayuntamiento y gracias a su versatilidad y su capacidad de negociar unos temas con unos grupos más a la izquierda y otros más a la derecha. Ha conseguido darle una estabilidad política y económica importante a la ciudad. Quizás no haya sido un alcalde al que podamos recordar por una gran obra, como puede ser otro mantra de los gobiernos, pero no es menos cierto que le ha dado con once concejales y luego con trece una estabilidad que yo creo que ha sido su principal activo. Me sorprende cuando hay gente que aun piensa que tenemos mayoría absoluta en el Ayuntamiento. Ese es el modus operandi de Juan Espadas.
¿Qué le gusta y disgusta de Sevilla?
A mí me gusta mucho de Sevilla la creatividad. Una sociedad tremendamente emprendedora y con un clarísimo ADN en torno a la creación artística, cultural, empresarial… Lo que menos me gusta de Sevilla es la auto complacencia. Sevilla tiene un enemigo o tiene un adversario en sí mismo con esa auto complacencia. Hay gente que se auto aplaude cuando dice que no necesita viajar porque vive en la ciudad más bonita del mundo, que seguramente lo sea, no seré yo el alcalde que diga lo contrario. Viajar siempre es recomendable, porque te convierte en una persona mucho más tolerante, con una apertura de mente y eso te hace valorar más lo que tenemos. Yo estoy en contra del antagonismo al que muchas veces nos obligan a situarnos a los sevillanos. A veces es lógico, o te gusta el Sevilla o te gusta el Betis.
¿El alcalde es sevillista?
El alcalde es sevillista. Lo que es un error es el antagonismo entre dos hermandades o entre modernidad y tradición. Ese binomio de Sevilla no es sano, porque Sevilla tiene muchas caras. Sevilla es poliédrica y saca lo mejor de sí cuando la vanguardia reinterpreta la tradición. Eso lo vemos en la moda, en la música. Lo vemos en la moda flamenca y en Rosalía, que sin ser de Sevilla y desde el trumps interpreta una parte del flamenco. Triana, grupo mítico de los ochenta, interpretó el flamenco desde el rock. Por tanto, me niego a elegir entre tradición y modernidad porque desde la modernidad se reinterpreta la tradición y surge un producto que me parece tremendamente atractivo, competitivo y muy sevillano.
¿Qué Sevilla quiere dejar a los sevillanos el día que suelte el bastón de alcalde?
Yo creo que en Sevilla no está reñido para nada que sea una ciudad que no pierda su idiosincrasia, ni caiga en el error de la estandarización de otras ciudades, con mirar al futuro. Tenemos que ser una ciudad que no sea ombliguista y que mire a los retos del siglo XXI. Una ciudad donde la sostenibilidad sea visible, una ciudad amable, que respete el medio ambiente, una ciudad ejemplo de vivir bien en definitiva. Por supuesto, quiero dejar una ciudad, cuando yo deje de ser alcalde y que espero que no sea en mayo del veintitrés (sonríe), donde la cultura sea tremendamente protagonista y no sólo para el disfrute, sino de una actividad económica importante en las distintas disciplinas del teatro, de la música, de la danza, del flamenco, del rock, de la moda con un ecosistema que permita vivir a muchas personas de ello. Quiero dejar una Sevilla de creatividad y de empresas.
¿Conoce la libertad?
Sí, creo que sí. Yo me he sentido libre muchas veces. Otras veces me he sentido hijo de las circunstancias o hipotecado. No siempre he podido hacer lo que he querido o pensado.
Tiene fama de buen talante. No es creyente pero se desenvuelve con facilidad en los círculos cofrades y religiosos. ¿En qué beneficia ese perfil de alcalde a una ciudad como Sevilla?
Yo en este momento lo que tengo claro es que tengo que intentar ser el alcalde de todos los sevillanos, con independencia de religión, de sexo, de creencia de cualquier tipo. En el caso de la Semana Santa, yo siempre la he vivido a pie de calle, viendo las cofradías desde la calle, desde un balcón… He disfrutado muchísimo. Ahora tengo una responsabilidad y tengo que dar un paso más. Lo que sí puedo decir es que estoy descubriendo un mundo apabullante de solidaridad que, aunque tenía conocimiento, no lo era en toda su dimensión y de un tercer elemento, que es a la tarea que hacen las hermandades de cuidar
el patrimonio. Un patrimonio vinculado a las hermandades sin igual. Las hermandades estructuran a la sociedad sevillana en buena parte. En algunos barrios hacen una labor impresionante. Junto a los aspectos religiosos, litúrgicos de difusión de la fe católica, que es su principal cometido, tiene dos vertiente, que es donde me quito yo el sombrero; que es la parte social y la de respeto al patrimonio.
Dice la oposición que Sevilla está sucia.
Sevilla puede estar más limpia y creo que lo he reconocido desde el minuto uno. He hecho los cambios pertinentes en Lipasam, poniendo a una teniente de alcalde exclusivamente para el tema de la limpieza, cambiando la figura del gerente. Hemos contratado a más de ciento veinte trabajadores. Hemos
adquirido más de dos mil contenedores que estaban sucios. Hemos empezado a baldear más las calles que es lo que me decía la gente. La gente, te puedo asegurar, me dice que empieza a percibir los cambios de limpieza en algunos sitios. No en todos. A mí la limpieza me obsesiona. Creo que incluso mis colaboradores al principio de mi mandato me recomendaban no ponerme el listón muy alto en el tema de la batalla por la limpieza, pero la voy a ganar. La voy a ganar, porque es un problema que le preocupa a los ciudadanos y aquí estamos para resolverle los problemas a ellos. También pido siempre la colaboración. La gente tiene que cambiar ciertas conductas que deja bastante que desear. La propia hostelería en algunos casos si, después de retirar la ocupación de la vía pública, barriera y no esperase a que Lipasam el día siguiente lo hiciera también ayudaría. Entre todos podríamos mejorarlo, pero no me voy a esconder en el tema de la limpieza. El tiempo lo dirá.
¿Algo que le dé miedo?
Como alcalde de no cumplir las expectativas que en este momento noto en muchísima gente que me da ánimo y reconocimiento. No sólo en personas que militan en el Partido Socialista, sino de sevillanos que simplemente quieren que lo haga bien. Yo estoy notando muchísimo apoyo y muchísimo cariño de distintos sectores de Sevilla. Me da miedo no estar a la altura. Lo voy a intentar. Me voy a dejar la piel. Tengo una agenda desde por la mañana hasta por la noche y no estoy de campaña electoral. Depende de circunstancias externas también, un poco de suerte. No todo está en mi mano.
Como persona, la vida me quitó a mi madre muy joven, con cuarenta y dos años. Me quitó a mi padre también muy joven. Hace dos años a una hermana mía. Me da miedo que la vida, a pesar de que te vas endureciendo con esos asuntos, de ir perdiendo a mi entorno familiar más inmediato. Me da miedo que la vida me pudiera seguir dando golpes en esa dirección.
¿Tiene algún secreto inconfesable?
No. Los secretos depende. Con tu pareja tienes menos secretos. Con tu familia más inmediata seguramente algunos más. Con tus amigos… Depende del círculo vital en el que te desenvuelvas vas teniendo distintos comportamientos y niveles de sinceridad, pero algo que yo tenga guardado o que no haya compartido con nadie te puedo asegurar que no.
¿A quién admiras?
Soy poco mitómano. Es verdad que, si hablamos de la política, de Felipe González me gustó la apuesta que hizo por las infraestructuras del Sur, antes que articular una estrategia de Madrid y Barcelona. De Zapatero me gustó muchísimas leyes en el aspecto social, como la del matrimonio de igual sexo. Me gusta mucho lo que ha hecho Paco de la Torre en Málaga, fruto también de una estabilidad importante. Voy mucho por Málaga y he visto la evolución de Málaga y tengo que reconocer una buena gestión de Málaga. En este momento Paco de la Torre es un referente en el municipalismo español, por los años que lleva y por la poca controversia y pocas polémicas que están acompañando a su gestión. Ha transformado Málaga. A mí no me duele en prenda, porque sea un político que venía de la UCD, que luego recaló en el Partido Popular. Por cierto, llegó a la alcaldía por una sustitución. Me lo recordaba él mismo el otro día.
Por último, ¿tiene un secreto para ser feliz?
Ser lo menos impostor que puedas contigo mismo.
Texto: Mario Niebla del Toro
Fotos: Javier Abad