La pandemia del COVID-19 dejó una huella profunda en nuestra sociedad, exponiendo vulnerabilidades que hasta entonces no se habían revelado del todo. Sin embargo, también sacó a la luz el poder de la solidaridad, el apoyo mutuo y la colaboración. En medio de la incertidumbre y el miedo que marcaron esos días de confinamiento, surgió un rayo de esperanza en forma de un grupo de mujeres comprometidas con el bienestar de los demás: ‘Corazones con bata’.
Esta asociación sin ánimo de lucro, nacida en pleno confinamiento, ha evolucionado hasta convertirse en una red solidaria de ayuda y acompañamiento, no solo para quienes estaban en primera línea de la lucha contra la pandemia, sino también para los más vulnerables en nuestra sociedad. Su historia es la de una comunidad que decidió poner manos a la obra en los momentos más oscuros, cosiendo hilos de esperanza, uno a uno, con cada corazón, cada prenda y cada gesto solidario.
Todo comenzó en abril del año 2020, cuando las restricciones del confinamiento estaban en su punto más álgido. La presidenta de la asociación, Lorena Leyva, junto con un pequeño grupo de mujeres del Aljarafe sevillano, comprendió que los profesionales sanitarios se enfrentarían a una batalla dura e incierta. En ese momento, nació la iniciativa de crear ‘Corazones con bata’, una propuesta simbólica y emocional: corazones de tela acompañados de mensajes de ánimo para los sanitarios, quienes entonces llevaban ya meses en la primera línea de la crisis sanitaria.
Estas pequeñas obras de arte pronto se convirtieron en un símbolo de apoyo a todos aquellos que luchaban contra el virus. La red de voluntarias comenzó a crecer exponencialmente, y lo que empezó como un pequeño esfuerzo local se convirtió en una iniciativa nacional. En pocos meses, más de 241 mujeres se unieron al proyecto, conectadas por WhatsApp, con el objetivo de reforzar la salud mental.
Lo que surgió como una respuesta inmediata a la emergencia sanitaria no se quedó allí. La solidaridad que se había tejido durante esos meses no desapareció con la llegada de las vacunas ni con el alivio de las medidas de confinamiento. Al contrario, ‘Corazones con bata’ continuó ampliando su alcance, con nuevos proyectos y causas que atender.
Uno de los primeros pasos fue expandir la red de voluntarias por toda España, y de esta forma, los corazones de tela empezaron a cruzar fronteras. A día de hoy, más de 170.000 corazones han sido distribuidos, no solo en España, sino también en otros países, llevando con ellos mensajes de ánimo y apoyo.
La ayuda no solo se dirigió a los sanitarios, sino también a otros colectivos vulnerables. Un ejemplo de ello fue la acogida de refugiados de la guerra de Ucrania en Andalucía, quienes llegaron en busca de un lugar seguro tras escapar del conflicto. ‘Corazones con bata’ les brindó apoyo, poniendo nuevamente el bienestar de los demás en el centro de sus esfuerzos.
En la actualidad, el grupo continúa creciendo y diversificando su ayuda. Su proyecto más reciente, denominado ‘Hadas de la Infancia’, pone el foco en un colectivo especialmente sensible: las mujeres en riesgo de exclusión social y sus bebés. Este proyecto tiene como objetivo confeccionar canastillas así como artículos de ganchillo y punto para madres y recién nacidos en situaciones vulnerables. Estos productos también los venden en los mercadillos artesanales de AFDAI, en Sevilla, para recaudar fondos y comprar pañales, leche, productos de higiene y otros.
Cada semana, un grupo de voluntarias se reúne en la localidad sevillana de Tomares, donde trabajan incansablemente para crear estas canastillas que se entregan a mujeres que acaban de dar a luz o están a punto de hacerlo. Las canastillas contienen prendas esenciales para los primeros dos años de vida del bebé, asegurando que estos pequeños comiencen su vida con dignidad y bienestar, sin importar las dificultades económicas que puedan enfrentar sus familias.
El primer lugar donde este proyecto ha comenzado a tomar forma es en la Asistencia Social de la Macarena, donde las ‘hadas’ entregan ropa, calzado y productos de higiene tanto para las madres como para los pequeños. Aquí, se pone en práctica uno de los pilares fundamentales de la asociación: cuidar no solo el cuerpo, sino también el alma. El proyecto se basa en la creencia de que cada bebé merece comenzar su vida con amor y protección, y cada madre merece recibir el apoyo necesario para ofrecer ese cuidado.
La historia de ‘Corazones con bata’ es un claro ejemplo de cómo la solidaridad puede nacer en los momentos más difíciles y perdurar más allá de ellos. Lo que empezó como un simple gesto de apoyo hacia los sanitarios, se ha convertido en una extensa red de voluntarias comprometidas con causas diversas, pero con un objetivo común: ayudar a quienes más lo necesitan.
Además, esta asociación ha logrado tender puentes entre personas que, aunque no se conocen personalmente, están unidas por un profundo compromiso con los demás. De este modo, han demostrado que la ayuda no necesita ser grandiosa para marcar una diferencia; a veces, un pequeño gesto puede ser el comienzo de un cambio significativo.
En palabras de Lorena Leyva, “seguimos poniendo el corazón en cada cosa que hacemos”. Y es, precisamente, ese corazón el que ha llevado a ‘Corazones con bata’ a ser una luz de esperanza, tanto durante la pandemia como en los tiempos que han seguido. Su labor continúa creciendo, al igual que el número de corazones y mensajes de apoyo que entregan. En definitiva, ‘Corazones con bata’ nos recuerda que la solidaridad no tiene límites, y que, cuando se teje con amor y dedicación, puedes cambiar la vida de quienes más lo necesitan.
Texto: Carlota Acuña
Fotos: cedidas por la asociación