Partiendo del linaje histórico, es la XXI Duquesa de Medina de Rioseco. Grande inmemorial de España. Hija menor de la anterior Duquesa de Osuna, Ángela María Tellez Girón y de Jose María de Latorre y Montalvo, VIII Marqués de Montemuzo. Assumpta, tiene en sus manos un ducado concedido por el emperador Carlos V el 22 de abril de 1538 a Fernando Enríquez de Velasco, Almirante de Castilla, señor de Medina de Rioseco, Conde de Melgar y de Rueda. Pero, desde la perspectiva personal, Assumpta vive y disfruta de la cultura andaluza como si formara parte de sus extremidades. Rociera de nacimiento de Triana y, por amistad, de Sanlúcar. Devota inamovible de la Esperanza de Triana. Amante del campo en todas sus vertientes y enamorada del flamenco más auténtico. Sus raíces están en la calle Santiago, donde está su palacio. Su vida ha pasado por medio mundo al compás de un padre diplomático y estuvo en la famosa boda de Lolita Flores. Escaparate se ha trasladado a una aldea del Rocío vacía donde vive un remanso de paz. Allí la hemos entrevistado.
-¿Quién es Assumpta?
-Una señora sevillana a la que le encanta su tierra Andalucía, el Rocío y que es campera por encima de todo. Me han educado muy metida en el campo. Aunque fuera hija de diplomático, he vivido por todas partes del mundo, pero como nuestro lugar, ningún sitio.
-¿De dónde le viene esa afición por la naturaleza?
-Tengo muchas raíces en ello, muchas tradiciones. Mi casa fundamentalmente ha vivido mirando al campo. Mis recuerdos de pequeña son con los caballos, las borregas, las vacas o montada en las cosechadoras. Recuerdo que de niñas nos metíamos a bañarnos en las albercas y en las acequias. Allí había serpientes de agua y nos pagaban por matarlas para que no afectaran al riego.
-¿Qué vertientes del campo le apasionan más?
-El ganado me gusta muchísimo pero soy olivarera y saco un aceite manzanilla que es una maravilla. Lo tengo en Chucena.
-También sé que le encanta la montería…
-Soy montera desde los once años y tengo una reala de setenta perros en Hornachuelos. Por la zona de Córdoba y Cádiz monteo muchísimo, también por Toledo. Eso me viene de familia, desde chica lo he vivido. Siempre se ha cazado en mi casa, aunque a mis hermanas mayores no les guste.
-Todo ello puede estar relacionado a su pasión rociera. ¿Cómo recuerda los primeros caminos?
-Los caminos de antes no son como los de ahora. De los primeros que hice, era en carreta y no había carriolas. Allí hacíamos la vida y te dabas un lavado de gato con la misma agua de las bestias.
-Y siempre con Triana, ¿me equivoco?
-Bueno… He hecho muchísimos con Triana y Sanlúcar de Barrameda. Esta última me llegó por el camino que organizan de San José, que es una preciosidad. Amigos míos de Sanlúcar y Rota me atrajeron a ello. El de Doñana es muy duro pero es precioso.
-¿Con cuál de los dos se queda entonces?
-Con el de Triana. Cuando veo mis carretas… Mi tío, Ignacio Sánchez-Ibargüen, fue durante muchísimos años hermano mayor de Triana. Entonces, toda mi familia va con Triana. Y la carreta número 1 es de tío Ignacio.
-De ahí le viene todo…
-A parte, mi madre era trianera y de la Esperanza de Triana, que para mí es lo más grande, aunque también soy del Gran Poder. Mi padre era medio aragonés y medio vasco. Mi madre, de Sevilla. Todo esto me viene por ella.
-Una madre que le ha regalado un título y todas sus aficiones, ¿no?
-Mi madre, como Duquesa de Osuna, era sevillana. Toda mi familia estaba profundamente vinculada a Sevilla. Lo que pasa, es que por la corte y las cosas, tenían que vivir en Madrid. Y, por la Casa de Osuna, se juntaron varios títulos inmemoriales entre los que está el Ducado de Medina de Rioseco. Mamá lo que hizo fue repartir una de esas Casas a cada uno de sus hijos. A mí me tocó la de los almirantes de Castilla, uno de los más bonitos de España. Mi abuelo, también Duque de Osuna, se casó con una jerezana, de los Villapanés. Tengo muchas ligazones.
-Imagino que portarlo debe ser una responsabilidad.
-Es una responsabilidad y un orgullo grandísimo. Si tú no te comportas de una manera determinada, estás manchando toda una estirpe. En el día de mañana, cuando me vaya a las marismas eternas y me llame la Señora, pido que mi hijo lo lleve con la misma responsabilidad y orgullo como lo ha llevado durante muchísimos siglos su familia.
-Rememorando a la gran señora que fue su madre. El 29 de mayo se cumplieron cinco años de su muerte, ¿cómo la recuerda?
-Sí, fue a pocos días de volver del Rocío. Mamá era todo: muy sevillana y le encantaba el flamenco. Tengo una anécdota: mi madre se quedó huérfana de padre a los ocho meses y entonces, mi abuela, se fue a vivir a casa de sus padres: el palacio de Villapanés. Ella vivía allí, porque nuestra casa estaba al lado del primer palacio que tuvieron los Villapanés. Mi madre tenía una tata que debía tener un ‘noviete’ en el Corral del Conde y mamá se escapaba todos los días con la tata al corral, que está a unos metros de casa, a bailar y a cantar con la gente del corral. Entonces, mamá era una señora que cantaba y bailaba muy bien. Todos los viernes de feria organizaba un flamenco en casa a los que acudían personas como Enrique “El Cojo”, Matilde Coral, El Negro e incluso Lola Flores, que se conocían desde jovencillas.
-¿Cómo llegó esa relación con Lola?
-En Jerez, Lola iba a cantar mucho a casa de mi tío Paco Andes, el Conde de los Andes, primo hermano de mi abuela. Tío Paco, como le había dado siempre mucha pena mamá que se había quedado huérfana tan chiquitita, la llevaba todo el tiempo allí a sus flamencos. Una de las que iba siempre es Lola Flores. Como mamá estuvo muy acostumbrada a escapar al Corral, le divertía muchísimo lo que hacía su tío. Desde ese momento se hicieron muy amigas. De hecho, todas nosotras, hasta mis sobrinas, fuimos a la boda de Lolita.
-¿Sí? La boda más mediática de entonces… ¿cómo fue?
-Divertidísima. No recuerdo un flamenco más divertido y con más arte en mi vida. Fue una auténtica maravilla. Recuerdo a Lola como una señora cariñosísima, a parte del arte que tenía para reventar.
-Todo ese amor por la tierra se mezcla con su multiculturalidad gracias al trabajo de su padre. Volviendo a sus recuerdos, ¿por qué países ha vivido?
-Marruecos, Alemania, Estados Unidos, Inglaterra y Suiza. Luego, volví a Estados Unidos e Inglaterra para estudiar y trabajar.
-Y echando siempre de menos esto, ¿no?
-Todo el tiempo. He vivido desgraciadamente muchísimos Rocíos y Semanas Santas fuera. Aunque he aprendido mucho viviendo en el extranjero.
-Una vida que llega a un 2020 extraño. ¿Qué le pide a este futuro incierto?
-Le pido a la Virgen que tengamos salud, que es lo que precisamente estamos echando en falta ahora. He tenido primos y familiares que se han muerto y no hemos podido ni despedir. También pido esperanza para que los españoles que lo están pasando mal.
Texto: Javier Comas
Fotos: Aníbal González