A pocos pasos de la imponente Catedral de Sevilla, donde las calles huelen a historia y tradición, se encuentra Casa Morales, un emblema de la gastronomía y la cultura sevillana que este año celebra su 175 aniversario. Se dice pronto. Enclavada en la calle García de Vinuesa, esta bodega es mucho más que un simple bar: es un testimonio vivo de la evolución de la ciudad y un referente del tapeo tradicional.
Fundada en el año 1850 por Leocadio Morales Prieto, Casa Morales nació como una bodega dedicada a la venta de vinos de Valdepeñas. “Mi bisabuelo tenía una bodega en Valdepeñas y se estableció en Sevilla con la intención de vender sus vinos aquí”, nos cuenta Reyes Morales, actual propietaria y cuarta generación al frente del negocio. “Se vendía a granel, directamente desde las tinajas que aún conservamos en el local”.
El negocio familiar ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su esencia. Reyes y su marido fueron los encargados de dar el siguiente paso en la evolución de Casa Morales: “Nos dimos cuenta de que para disfrutar del vino también hacía falta comer, así que comenzamos a ofrecer tapas”. Lo que empezó con una oferta sencilla de chacinas y montaditos, hoy se ha transformado en una carta variada y cuidada, siempre fiel a la cocina tradicional sevillana.
Uno de los aspectos que más cautiva a quienes cruzan las puertas de Casa Morales es la atmósfera que se respira en su interior. El local conserva sus barras de caoba, las tinajas centenarias y los antiguos ventiladores de techo, que aunque ya no funcionan, forman parte de la decoración y del alma del lugar. “Hemos hecho reformas necesarias, pero siempre respetando la esencia del local. Mi padre y mi tío conservaron todo esto tal y como estaba, y nosotros hemos seguido su ejemplo”, explica Reyes con orgullo.
La autenticidad es la clave del éxito de Casa Morales. En una ciudad donde cada esquina esconde un bar con encanto, este establecimiento sigue destacando por su carácter inalterable. “Somos un sitio muy peculiar y hemos sabido mantener el encanto del siglo XIX, a pesar de las reformas necesarias”.
A lo largo de su historia, Casa Morales ha sido refugio de artistas, escritores y toreros que han encontrado en sus muros un lugar de inspiración y encuentro. “Mi padre era muy amigo del pintor Gustavo Bacarisas, que venía con frecuencia. También recuerdo haber visto a Lola Flores en alguna ocasión”, rememora Reyes.
El magnetismo del lugar sigue atrayendo a personalidades de todos los ámbitos. “Hace poco nos visitó Eva Longoria y, algo después, estuvo Rosalía”, comenta entre risas. Casa Morales se ha convertido en un rincón donde conviven el pasado y el presente, con clientes fieles de toda la vida y turistas que llegan buscando una experiencia auténtica.
La carta de Casa Morales es un homenaje a la gastronomía sevillana. Platos como la pringá, el bacalao con salmorejo o las espinacas con garbanzos son un reflejo del respeto por la tradición y la calidad. “Nos enfocamos en el sevillano, pero nuestras puertas están abiertas a todo el mundo. Sevilla nos ha acogido durante 175 años y seguimos aquí gracias a su gente”, asegura Reyes.
La clave de su éxito radica en la calidad de los ingredientes y en la fidelidad a las recetas tradicionales. “Siempre estamos innovando y variando en función de la época del año y la temporada, pero sin perder nuestra esencia”.
De este modo, llegar a los 175 años no es solo un logro, es un testimonio de esfuerzo, pasión y amor por la tradición. “Es un orgullo haber mantenido este negocio en la familia durante tantas generaciones. Me da mucha satisfacción pensar que fue mi bisabuelo quien comenzó todo esto”, confiesa Reyes.
La conexión de Casa Morales con Sevilla es profunda y recíproca. “Si no fuera por la ciudad y por la gente que nos ha apoyado durante tantos años, no estaríamos aquí celebrando este aniversario”, concluye emocionada.
En cada rincón de Casa Morales se respira historia, en cada sorbo de vino se paladea tradición, y en cada tapa se rinde homenaje a la ciudad que la ha visto crecer. Son 175 años de historia, y todo indica que seguirán sumando muchos más.
Texto: Carlota Acuña
Fotos: Gerardo Morillo