Este verano, el Forum Grimaldi de la capital monegasca reunió algunas de las grandes joyas de la historia de la realeza Europea.
Tras pasar por Pekín en 2017 y Tokio en 2018, la casa de joyeros parisina Chaumet volvió a organizar, esta vez en Mónaco el pasado verano, una de las grandes exposiciones de joyas de la aristocracia europea que se recordarán durante décadas. Muchas se expusieron por primera vez y entre ellas se encuentran gemas históricas y joyas espectaculares, prestadas por museos, grandes familias o miembros de la realeza. Bajo el mecenazgo de Su Alteza Serenísima Príncipe Alberto II de Mónaco, bajo el nombre de ‘Majesty Jewels of Sovereigns Since 1780′, fue comisariada por dos ilustres curadores con reconocida experiencia en cortes reales: Stéphane Bern, un personaje importante en cultura y medios de comunicación y Christophe Vachaudez, un historiador especializado en joyería.
La muestra reunió un total de 250 creaciones de joyas, obras de arte y piezas históricas excepcionales. Un auténtico viaje para redescubrir el histórico de una joya de culto, la tiara, un símbolo de soberanía que irradia feminidad. Inicialmente, un emblema del poder de Napoleón, magnificado por Joséphine, la primera musa de Chaumet, destaca como la pieza central de la línea nupcial, transformándose de generación en generación en función de lo que dicta la moda. La muestra creó un auténtico diálogo entre la joyería y las artes bajo el embrujo constante de la silueta femenina.
La casa referencia de la realeza europea desde el siglo XVIII
Pablo Milstein es uno de los grandes expertos mundiales en joyería de alta gama. Para Escaparate analiza minuciosamente algunas de estas piezas que conforman esta exposición sin precedentes.
Para una de las primeras piezas a analizar, “nos vamos a julio de 1935. Allí, un caballero le pide a su futura nuera que le acompañe a elegir un presente para una señora. Al, llegar al establecimiento la joven elige un brazalete en rubíes y diamantes de delicado diseño. Más tarde, tomando un delicioso te, el caballero hace entrega a la joven de la joya por ella elegida, y ante el asombro de esta le dice que era su regalo de bodas y que quería asegurarse que le gustase. El caballero no era otro que S.M. el rey Don Alfonso XIII y la augusta dama S.A.R. Doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans, y como le dijo el rey al entrar: «Chaumet es el joyero de la familia». Tal es así, que la Maison fue la encargada de restaurar y de crear nuevas joyas que formaran parte de las canastilla de bodas con las que será obsequiada la futura princesa de Asturias”, documenta Milstein. Además, “uno de los regalos de bodas de Alfonso a Victoria Eugenia de Batenberg fue una corona de flores de Lys en diamantes y turquesas realizad por Chaumet en 1906”.
Así comienza este análisis de alguna de las piezas de la exposición que dan esta transcendencia fundamental a la casa parisina. Con esto, “cuando Marie Etienne Nitot crea su casa de orfebrería en París en 1780, sus inicios los realiza como aprendiz del joyero del rey M. Aubert. Posteriormente, en 1805, su hijo será nombrado joyero de la emperatriz Josefina, otorgándole el beneplácito de poner las armas de S.M. en la fachada de su establecimiento y desde entonces hasta el día de hoy los registros de los encargos abarcan desde el emperador Napoleón, al maharajá de India, la gran duquesa Vladimir y la reina Victoria Eugenia de España”. Ante esto y desde ese momento, desde el mundo de las artes y las letras, genios de las finanzas del globo entero; todos ellos caerán rendidos ante la seducción de sus piezas, pero sobre todo las diademas le convierten en el elegido hasta el día de hoy”, señala Milstein.
Ya en 1891 “Chaumet recibe el encargo de realizar la ‘corbeille de mariage’ de Doña Carlota Maximiliana de Escandón y Barrón hija de Don Antonio de Escandón y Garmendia, banquero e industrial mexicano inmensamente rico, residente en París, que depositará a Don Felipe Falcó y Osorio, VIII duque de Montellano, Gentilhombre, Grande de España con ejercicio y servidumbre del rey AlfonsoXIII”. Ante esto, Milstein señala que “la nueva duquesa de Montellano, como observamos, en la foto dispone de una ‘parure’ de turquesas y diamantes, compuesta de una diadema, collar y broche regalo de sus futuros suegros, de un ‘esclavage’ en rubíes y brillantes; de su tía Dolores Barrón, una vuelta de gruesas perlas, obsequio de sus hermanos, además de un abanico con sus iniciales, regalo de S.A.R la infanta Eulalia. Esto se une a un espejo soberbiamente trabajado en plata de S.M. la reina Isabel II, numerosos anillos, un broche con forma de mariposa en turquesas regalo del novio, un broche en forma de sol en alusión a las armas de los Montellano con un interesante rubí enmarcado en rayos de diamantes, regalo de los duques de Alba, el marqués de la Mina un brazalete en diamantes y zafiros. Así, podemos apreciar otro collar de tres hileras de perlas suscrito por varias personas”. Con todo esto, Milstein comenta que “si la diadema y el collar han sufrido transformaciones, observamos que en la actualidad carece del importante racimo floral de grandes turquesas que lucía originalmente en su parte central, al igual que el collar que ha mudado las grandes turquesas por otras más pequeñas. Sin embargo, nos sirven a modo de ilustración de las modas de la época en la cual tenían especial significado los nudos, símbolo del matrimonio”. Como anécdota, este experto recalca que “el ‘esclavage’ pertenece hoy día a S.A.R. la duquesa de Castro, Camilla Crociani.
La otra magnífica pieza es la importante diadema de rosetas encargada en 1920 con ocasión del matrimonio de la señorita María Cristina Falco y Álvarez de Toledo, condesa de Frigiliana, hija de Manuel Felipe Falco y Osorio, marques de la Mina, heredero del ducado de Fernán Núñez, con el señor Don Leopoldo Sainz de la Maza y Gutiérrez-Solana conde de la Maza, mayordomo de semana del rey Alfonso XIII, jugador de polo y medalla de plata en los juegos de Amberes en 1920. “La joya forma parte de una magnífica Corbeille de Mariage realizada por Chaumet que comprende igualmente entre otras piezas un suntuoso saurtoir de rubíes y diamantes, varios broches, dos agujas de sombrero, un par de peinetas, unos bellísimos pendientes de perlas y diamantes. La familia de la novia, fieles clientes de la casa Chaumet, confiaron está pieza más antigua a fin de ser modernizada, para así preparar parte del ajuar de la desposada. La diadema se compone de una sucesión de rosetas, elemento popular procedente del vocabulario arquitectónico de la antigüedad y que reinterpreta la corriente clásica siendo asimilado por las artes decorativas. Se completa con dos arcos opuestos que rodean un motivo popular de la casa. Las piedras que componen la diademas se engastan en grano, una nueva técnica empleada por Chaumet que permite realzar la luminosidad y el color de los diamantes”.
Con todo ello, Milstein señala que en esta exposición, “el hecho de tenerlas al alcance de mis manos no hizo más que acrecentar la emoción que cada una de estas ocasiones en mí despierta. Gracias al Forum Grimaldi y a Alejandro Espejo”.
Texto: Javier Comas
Fotos: © Chaumet – Nils Herrmann