9 Feb, 2024 | Blog

Habiendo acunado ya lo suficiente al niño Jesús y habiendo puesto punto y final al período de Navidad, toca mirar hacia adelante y lo que en Andalucía tenemos por delante es lo que ha plasmado de genial manera la última campaña de Cruzcampo: el acento. Y cuando hablamos del acento, hablamos de no cualquier acento, hablamos de nuestro acento.
El acento que explota cuando llega febrero no es otro que el acento de Cádiz y su Carnaval, el acento de la Cuaresma que tiñe de incienso la blanquiverde, el acento de nuestras ferias, el acento de Huelva y el Rocío, de nuestro sol, el acento de nuestra vida.
Esta es nuestra naturaleza, la de vivir disfrutando, no trabajar menos, no, trabajar para disfrutarlo como nadie. Eso es lo que debemos saber explotar y defender porque esa es nuestra identidad y no debemos avergonzarnos de ello.
Históricamente y por costumbre al andaluz se le ha obligado, en la mayoría de las ocasiones sin éxito, a disimularse. En medios y televisiones parecía que tener acento del sur era signo y objeto de menosprecio, el “Illo”, el “pisha” y el “mi arma” se han venido despreciando y no sabemos a juicios de quién. El andaluz de a pie siempre se ha visto como alguien que no sabemos cómo ni por qué trabajaba menos que el resto. Parecerá mentira que haya sido una campaña de cerveza la que haya puesto nuestro carácter en valor, pero es que tiene y debe ser así porque somos así: coloridos, jaleosos, disfrutones, trabajadores. Basta ya de poner Andalucía por debajo de nadie.
Gracias a Dios ya llega ese momento en el que toca abrir la “cara B” del armario para sacar los trajes de chaqueta, las túnicas de nazareno, el traje de flamenca, la mantilla, las botas de caballista, los vasos de caña, los catavinos.
En algo sí que hay que dar la razón a la opinión popular: somos incomparables. Nadie tiene nuestras ferias de abril y de Jerez, ni nuestra Manzanilla, ni el Carnaval de Cádiz, ni las Semanas Santas de Sevilla y Málaga, ni el Rocío, ni el aceite de Jaén, ni la gamba blanca de Huelva, ni el langostino de Sanlúcar, ni la Cruzcampo, ni nuestro acento. Ni tendrán por supuesto la nómina de arte y artistas que tenemos: a Lorca, a Lola, Camarón, Rocío, Curro, Velázquez, Murillo, Cernuda, la Alhambra, la Mezquita.
Y no, no tenemos acento por hablar de una manera u otra, tenemos acento porque le ponemos acento a nuestra vida. Sí, hacemos las cosas con mucho, mucho acento.

Texto: Enrique Galán Gómez

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