Mario Niebla del Toro Carrión.
Director de la Revista Escaparate
Escribo estas palabras recién aterrizado de mi viaje a Colombia en el que he acompañado a mis admirados amigos y maestros de la Moda Victorio & Lucchino, como diseñadores internacionales invitados de honor de la XVII Caliexposhow. Sin lugar a dudas, una experiencia apasionante en un lugar con tan buena energía como hermoso, plasmado en sus mejores embajadores, los propios colombianos. Gente servicial, radiantes con sonrisas perennes y una versión dulce y rica de nuestra lengua común. Es un gusto ver cómo hablan de España, a la que se refieren orgullosos como la Madre Patria. Uno a veces tiene que salir de su zona de confort, de su ecosistema, para analizar con perspectiva nuestra propia situación. Alejarse para entenderse. Curiosamente estos embajadores de la Marca España, José Víctor Rodríguez Caro y José Luis Medina del Corral, Victorio & Lucchino en los carteles del planeta del diseño, hace unos años hicieron una colección españolísima, más que una peina y una corrida de toros, a la que llamaron “De España soy y de Sevilla vengo”. Viviendo los tristes e indignantes días que vivimos en ese maravilloso rincón de España que es Cataluña, fue emocionante palpar en primera fila de barrera el cierre de un extasiante desfile en el caleño Teatro Calima de manos de estos españolísimos creadores por el retumbe de las palmas que brotaron al paso de la bandera de Colombia y de España con tanto significado en este tiempo ondeadas por estos andaluces del mundo. Algo simbólico que no es más que la punta de iceberg de lo que estos señores, merecedores de la Medalla de las Bellas Artes, que en su día entregara Su Majestad; a lo largo de toda una carrera que atisba las cuatro décadas han llevado a pecho descubierto: el nombre de España y de Andalucía allí por donde han ido. Aquella colección a la que le hurto el nombre para titular mi carta de este mes acabó con una bandera patria que llegó al Libro Guinness de los Récords por sus dimensiones. Mire usted, no sé cómo hemos llegado hasta aquí, lo que está claro es que esto no acaba con la prohibición de un referéndum ilegal, ni con sus lógicas y esperadas consecuencias políticas y judiciales de sus cabecillas y secuaces. Esto debe ser el punto de inflexión para echar una vista atrás y mirar al frente con propósito de enmienda, sobre todo en todos los niveles de nuestra clase política. Estos días grises e instalados en el cólera tienen que servir para reajustar lo necesario para que el nombre de nuestra patria y de nuestro Rey no se vuelvan a ver manchados por tanto chapuza de cantamañanas líderes de la mediocridad que utiliza la pseudohistoria para intentar acabar con quinientos años precisamente de historia de la Nación más grande conocida. Si algo saco positivo de todo esto es el revulsivo que ha supuesto para muchos cientos de miles de españoles que han salido de su aplatanamiento y han lucido nuestra bandera en numerosos actos de reafirmación de algo impensable en cualquier otro lugar del mundo: De ser lo que son, españoles. Ha tenido que venir este tropel de minorías catalanas anti sistema para hacernos levantar de la poltrona y decir bien alto y claro que nos sentimos orgullosos de ser del país de Lorca y de los Machado, de Velázquez, Murillo, Dalí y Picasso; de Cervantes y de Balenciaga; del Cid Campeador, Cristóbal Colón y de Rafael Nadal, ante el que, por cierto, hay que quitarse el sombrero, por valiente y patriota, no sólo por ser el mejor que lo sabe el mundo entero. Espero que esta oportunidad que nos brinda una minoría corrosiva catalana la empleemos en salir de ese complejo generalizado para ser visiblemente patriotas y sentirnos orgullosos de la bandera por la que tantos hombres cabales dieron su vida hasta resultar la Nación que nos ha parido, competitiva, referente mundial, rica en historia y en personajes que la cambiaron. Deseo con todas mis fuerzas que ese sentimiento de orgullo nacional y apolítico por nuestra Bandera, por nuestra Nación en definitiva, sea duradero más allá de los días en los que luzcamos ese mágico paño sangre y oro que nos representa y nos une. Este tiene que ser el comienzo de un nuevo tiempo en el que también la Institución Monárquica sea entendida más que nunca y por fin como lo que es, una necesaria representación, también apolítica, que nos une y representa como nación plural y variopinta que somos. Alzo mi copa de Rioja y de Jerez. Alzo mi chacolí y mi sidra, mi mosto y mi manzanilla. Alzo mi vermú y mi cava para brindar por el resurgimiento del sentimiento patriota y por el orgullo de ser español. ¡Viva España! ¡Viva España! ¡Y Viva el Rey!.