Mario Niebla del Toro Carrión.
Director de la Revista Escaparate
“Cuando alguien les cuente sus sueños, sirvan de trampolín, nunca de freno”
Mario Niebla del Toro Carrión
direccion@revistaescaparate.com
@niebladeltoro
Foto: Jesús Aldebarán
Horas, más horas. Pasión, mucha pasión. Ganas, más ganas. Ilusión, de principio a fin. Esa fue precisamente la primera palabra de mi primer editorial en el número de octubre de 2006. “Ilusión, mucha ilusión” era el comienzo de una carta llena de miedos, inseguridades, incertidumbres, pocos palmeros, muchos sabios de tabernas mal agoreros, notable inexperiencia, verde como un melón y nervioso como un niño en la mañana del Domingo de Ramos. ¡Qué fuerza tiene quien cree en algo! Cuando alguien les cuente sus sueños, sirvan de trampolín, nunca de freno. Inviten al arrojo y no a la poltrona. No hay nada más estimulante que escuchar “tú no puedes”.
Si tuviese que resumir lo que han significado estos quince años de locura podría resumirlo en palabras contantes y sonantes como las que he nombrado. Una coctelera de ilusiones, horas, pasión y con un acento muy sevillano. Sevilla nos parió como medio de comunicación de vida social en septiembre de hace ahora quince años y no ha dejado de inspirarnos, de enamorarnos, de hacernos crecer, aprender y creer que sí se podía. Sevilla es una novia hermosa que no deja de regalarnos noches y días, primaveras y otoños de ensueño, pero no sólo es eso, es también el mejor lugar del mundo jamás soñado donde dar rienda sueltas a nuestros sueños. Sevilla nació del sueño de muchos que nos antecedieron. Sevilla ha sido el desvelo de generaciones de hombres y mujeres que se fijaron en ella para componer, crear, descubrir, enamorarse. Por aquí ha pasado la historia de la humanidad de la mano de soñadores que cambiaron el mundo a lo largo de los tiempos. ¿Cuántos secretos y desvelos tenemos a medias, Sevilla?
Sucede que a veces no sé qué más decirte, Sevilla, cuando todo está dicho, cuando todo se te ha dicho. No me imagino mi vida sin ti, ni Escaparate hubiera podido nacer en mejor cuna que en la que forman tus gentes y tus callejas rebosantes de historias, solera y de vida. Vida, precisamente. Sevilla es eso. Sevilla tendría que ser sinónimo de vida. Tú, sí que eres la fiesta de la mismísima vida. 175 ediciones, más de 400 entrevistas a personas del mundo del arte, de la empresa, de la sociedad, de la moda han ido enriqueciendo cada canto a Sevilla y a la vida que es cada edición de Escaparate.
Hoy celebramos en este rincón histórico de nuestra ciudad quince ediciones de unos galardones que nacieron justamente aquí y del brazo de la más grande de España, de nombre Cayetana, y hoy se nombran por España entera. Los Escaparates vinieron para quedarse y para rescatar aquella solera orillada de los grandes bailes de nuestra ciudad de su época dorada, como los que hizo nuestra inolvidable Pepita Saltillo. Los Escaparates premian la excelencia, pero reconocen a la versión más guapa y lustrosa de la Sevilla de siempre. Escaparate nació en mi cabeza hace quince años y me cambió la vida y me regaló la amistad de grandes y sencillos que llegaron a mi vida para pulirme y consolidar a un equipo de hombres y mujeres, sevillanos todos con los que forjamos un club, una familia, un equipo, una hermandad, con la que hemos sido compañeros de baile dando lo mejor de cada uno hasta llegar hoy y aquí con la ilusión renovada y con mucha tinta que dejar correr aun y mucho por descubrir y mostrar. Escaparate cumple tres lustros mirando hacia adelante pero con inevitable mirada hacia atrás con cierta nostalgia, porque la denostada nostalgia, medida, también eleva el alma. Esta nostalgia se me antoja dulce como la miel de una torrija de La Campana y con el aroma a plazuela en mayo o al azahar de nuestra cuaresma, con la alegría de los nacidos en este lugar, hombres y mujeres de sol, de tabernas, rezos y pavías. Esta nostalgia que hoy me atrae me nace en forma de gracias.
Gracias a todos los que no creyeron en nosotros, por darnos el coraje para pelear como jabatos por lo que creíamos. Gracias a los que nos apoyaron desde el comienzo por ser aliciente y razón por la que luchar. Gracias a los anunciantes, grandes y pequeños por ser combustible vital de nuestro barco, por querer navegar juntos y por creer en la suma que juntos resolvimos. Gracias a los patrocinadores por no tomarnos nunca por locos. Por disfrutar de nuestra osadía y por dejarnos entre todos tomarnos el pelo con matices frivolones para desenfadar la realidad imperante en esta aventura periodística y empresarial que acabó resultando de una cordura manifiesta contra todo pronóstico. Mi afán en estas quince ediciones ha sido el de alcanzar la concisión en mis palabras sin mucho éxito, pero no les niego que el orgullo y el agradecimiento me nace del pecho a la boca en una incontinencia emocional que me hace alargar mi verborrea en este atril cada año. Acabo mis palabras con un gracias, siete letras, como las que forman la palabra Sevilla. Ciudad, novia eterna, musa de lo efímero, locura de los enloquecidos y diosa de la estética. Estos quince años solo me entran en razones porque los entiendo como un brindis a Sevilla. Sueñen, luchen, crean, amen, vivan, equivóquense, acierten y dejen seducirse por la vida con mirada cómplice, rendidos a sus pies. Sevilla, contigo nacimos y por ti moriremos si falta hiciera. Sevilla, ¡viva tú! ¡Viva Sevilla!