A lo largo de dos décadas de carrera dedicada a la Anestesiología y el Tratamiento del Dolor, el Dr. Domingo Ventura Vargas se ha posicionado como una de las voces más influyentes en su especialidad. Con formación en prestigiosas instituciones como la Universidad de Sevilla y la Pablo de Olavide, su enfoque combina innovación tecnológica y humanidad, elementos que considera imprescindibles para abordar los retos de pacientes con dolor crónico. Su experiencia abarca desde el uso de técnicas avanzadas, como el láser intradiscal y la medicina regenerativa, hasta la integración de acupuntura médica, consolidando su compromiso con tratamientos personalizados y de vanguardia.
En esta entrevista, el doctor reflexiona sobre los avances en el tratamiento del dolor, los desafíos de liderar la Unidad del Dolor del Hospital Quirón Infanta Luisa y la importancia de la investigación y la educación médica. Su visión sobre la medicina, centrada en el respeto al paciente y la búsqueda constante de soluciones efectivas, nos permite conocer en profundidad a un profesional cuyo mayor logro, según él mismo, es aprender a escuchar el sufrimiento humano y contribuir a mejorar la calidad de vida de quienes acuden a su consulta. Todo un reto en la actualidad.
Lleva más de 20 años trabajando en el campo de la Anestesiología y el Tratamiento del Dolor, ¿qué le motivó a especializarse en esta área tan específica de la medicina?
Me impactó un concepto tan implantado como el de que ciertas enfermedades producen dolor y había que asumir ese dolor como algo inherente a ellas. Esta terrible certeza activó, en lo más profundo de mi mente, una actitud rebelde, a través de la cual, mi misión en la vida sería la de evitar que las personas sufriesen dolor.
A lo largo de su carrera ha incorporado técnicas avanzadas como el láser intradiscal, radiofrecuencia y tratamientos con Plasma Rico en Plaquetas, ¿cómo han revolucionado estas herramientas el tratamiento del dolor crónico?
Lo que mayor impacto ha supuesto en el tratamiento del dolor ha sido, de forma muy dirigida y precisa, poder abordar estructuras tan nobles y delicadas, como son los nervios, la médula espinal o los discos intervertebrales que se sitúan en la columna vertebral, utilizando tecnología de alta precisión y seguridad.
En la actualidad, lidera la Unidad del Dolor del Hospital Quirón Infanta Luisa, ¿cuál considera que es el principal desafío al dirigir una unidad de este tipo?
Es un interesante desafío, pues no solo es dar pautas de actuación a un determinado grupo de profesionales, con una excelente formación, sino impregnarlos de ese espíritu y encontrar a las personas adecuadas. Es todo un reto.
La educación y la investigación parecen ser aspectos clave en su trayectoria, ¿qué avances recientes en el tratamiento del dolor destaca de los congresos en los que participa o ha participado?
Soy de los impulsores y máximos exponentes nacionales en el uso de la ecografía para el tratamiento de estructuras nerviosas celebrando, anualmente, un curso para formar a médicos de toda España. Del mismo modo, tengo una amplia experiencia en uso de la terapia láser para hernias de disco. Además, hemos sido de los primeros centros nacionales en implantar técnicas de medicina regenerativa.
Complementó su especialización con un Máster en Acupuntura Médica para el Tratamiento del Dolor, ¿cómo integra esta práctica en su enfoque médico, y qué beneficios aporta a sus pacientes?
La medicina tradicional china es una alternativa en el tratamiento del dolor y permite complementar el arsenal de herramientas terapéuticas.
El dolor lumbar y el síndrome postlaminectomía son problemas comunes y debilitantes, ¿qué enfoque recomienda para abordar este tipo de dolor?
Sin duda, la entrevista en la consulta es el elemento primordial y fundamental para enfocar adecuadamente algo tan frecuente y limitante, como es el dolor lumbar. Dadas las diversas causas que lo provocan, requiere un profundo y exhaustivo estudio de la situación individualizada de cada paciente. El caso concreto del síndrome postlaminectomía es la consecuencia de la cirugía de columna lumbar que, aun con buen criterio a la hora de ejecutarlas, lamentablemente, acuden a nuestras consultas por secuelas dolorosas, que suponen un desafío, ya que afectan incluso a edades muy jóvenes, con un sombrío futuro.
Es miembro de asociaciones científicas como la Sociedad Española del Dolor y EMNIPRE, ¿qué importancia tienen estas redes en el desarrollo de nuevos tratamientos y en la formación de los especialistas?
La oportunidad de compartir conocimientos y experiencias, así como de estar a la vanguardia de la mano de los mayores expertos de la materia. También servir de guía, para una mejor asistencia a nuestros pacientes.
En los últimos años, ha habido un creciente interés en tratamientos no invasivos y personalizados, ¿cree que esta tendencia seguirá marcando el futuro del tratamiento del dolor?
No me cabe la menor duda, las técnicas intervencionistas, de las cuales me confieso un enamorado, no solo marcarán, sino que ya son el foco hacia el que navegamos los especialistas en dolor, creyentes de los beneficios de aquellos procedimientos que con una asombrosa precisión actúan sobre las estructuras anatómicas, implicadas en los procesos dolorosos. La inteligencia artificial va a suponer un avance en el seguimiento de los pacientes que ya está implantándose; nos muestra un futuro muy prometedor.
Como médico con una trayectoria tan consolidada, ¿qué consejo le daría a los jóvenes médicos que deseen dedicarse al tratamiento del dolor?
Que nunca pierdan la humanidad hacia el que sufre, ni la humildad del que se equivoca. Somos seres humanos ayudando a otros, no somos héroes, pero sí podemos ayudar a otros.
¿Cuál considera que ha sido su mayor logro profesional en estos 20 años de dedicación a aliviar el dolor y mejorar la calidad de vida de sus pacientes?
La vida profesional de todos nosotros es un arduo camino de aprendizaje y crecimiento en el que, cada paso, te acerca y al mismo tiempo te aleja del éxito; dado que mientras más aprendemos y experiencia adquirimos, más nos damos cuenta de nuevas inquietudes y dudas. Sin embargo, la única certeza que tengo y, por tanto, supone mi mayor logro, ha sido aprender a escuchar a mi paciente y entender su sufrimiento. De este modo, y con independencia de mis conocimientos y habilidades adquiridas con los años y que espero seguir adquiriendo, el poder irme a la cama todos los días con la satisfacción de pensar que estoy intentando ayudar a las personas que sufren dolor para que tengan una vida más feliz. Es así como consigo acercarme al sueño de aquel muchacho que quería ser médico para ayudar a los demás.
Texto: Carlota Acuña
Fotos: Gerardo Morillo