“Almonte abre su corazón y las puertas de su casa para celebrar su particular “Rocío” de Agosto. Es el “Rocío Chico”, ese entrañable “Rocío” del verano que disfrutamos desde la infancia a lo largo de distintas generaciones. El que nos trae al recuerdo el calor de la siesta, el de los grillos cantando en la noche marismeña, el del agua fresca del pocito de la Virgen, la inmensa sombra del eucaliptar o el sonar lejano de guitarras y sevillanas en las terrazas de las casas rocieras. El Rocío Chico, siempre vinculado al veraneo y a la infancia de los niños y niñas almonteños, es sobre todo una historia que ha unido siempre al pueblo de Almonte con su Virgen, y un eterno Voto de Gracia para con Ella por el singular favor de la salvación del pueblo”.
De la mano de María J. Faraco, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Almonte, quien nos aporta imágenes e información, nos recreamos en la historia de una tradición de este tan sonado pueblo de Huelva. Almonte se viste de fervor y solemnidad para conmemorar un episodio histórico cada año que, pese a su antigüedad, sigue vivo en la memoria colectiva de sus habitantes. Este evento, conocido como El Rocío Chico, no es solo una celebración religiosa, sino un acto de agradecimiento y fe que se remonta a los días de la invasión napoleónica en España.
En el contexto de la Guerra de Independencia, el 17 de agosto de 1810, Almonte se convirtió en escenario de un acto heroico y arriesgado. Un grupo de patriotas locales decidió asaltar el cuartel establecido por el ejército francés en la antigua casa de los Ortiz de Abreu, en la calle El Cerro. Durante el ataque, el capitán Pierre Douseau y cinco de sus soldados fueron abatidos, desencadenando la furia de las fuerzas napoleónicas. La represalia no se hizo esperar: se ordenó el saqueo, incendio y matanza de la población almonteña, con un contingente de ochocientos soldados franceses dirigiéndose desde Sevilla con el único propósito de aniquilar a los insurgentes.
En medio de esta crisis, el pueblo de Almonte se refugió en su fe, invocando la protección de su Patrona, la Virgen del Rocío. La respuesta divina, según la creencia de los almonteños, no se hizo esperar. Los soldados franceses nunca llegaron a la villa, un hecho que se interpretó como un milagro, una intervención celestial en respuesta a sus fervientes oraciones. En agradecimiento, el 16 de agosto de 1813, los representantes del pueblo, junto con el clero y la Hermandad Matriz, hicieron un voto solemne: cada año, la madrugada del 19 de agosto sería dedicada a la Virgen del Rocío, celebrando una Solemne Misa en su Ermita como acción de gracias por la salvación del pueblo.
“En adelante y para siempre jamás, pasarán la madrugada del 19 de agosto en El Rocío, celebrando por la mañana Solemne Misa en la Ermita, en acción de gracias por el singular favor de la salvación del pueblo”.
Este voto, conocido como El Rocío Chico, ha perdurado durante más de dos siglos, y cada año, Almonte renueva su promesa con una serie de cultos y ceremonias que culminan en la Solemne Función Votiva el 19 de agosto.
Más allá de una tradición, El Rocío Chico es la esencia de la identidad de los almonteños y se celebra en la misma aldea de El Rocío. Representa una gratitud perpetua a la Virgen del Rocío por la salvación en un momento de gran peligro. Cada año, comienzan con un triduo preparatorio del 16 al 18 de agosto, seguido por el rezo del Santo Rosario en la noche del 18, recorriendo las calles de esta aldea. La mañana del 19 es el momento culminante, con la Solemne Función Votiva y la Procesión Eucarística con el Santísimo bajo palio por el entorno del Santuario.
El portón de madera de la casa solariega de los Ortiz de Abreu, emparentados más tarde con los Cepeda, preservado como una reliquia con las marcas de los disparos de aquel fatídico día, se ha convertido en un símbolo tangible de este pasado heroico. Desde mayo de 2022, puede contemplarse en el Museo – Tesoro de la Hermandad Matriz en El Rocío, recordándonos el sacrificio y la valentía de aquellos patriotas. El portón no es solo un pedazo de madera; es un testimonio de la historia y de la fuerza de la fe de este pueblo.
De este modo, la celebración de El Rocío Chico es una reafirmación de los valores y la espiritualidad que han moldeado a Almonte a lo largo de los siglos. En un mundo en constante cambio, esta festividad ofrece un punto de anclaje, una oportunidad para que las nuevas generaciones comprendan y aprecien el legado de sus antepasados.
La noche del 18 de agosto, cuando las calles de El Rocío se iluminan con las velas del Santo Rosario, y la mañana del 19, con la Solemne Misa y la Procesión Eucarística, son momentos de profunda conexión espiritual y comunitaria. Los almonteños se reúnen para renovar su voto, recordando que, hace más de dos siglos, su fe los salvó de la destrucción.
En esencia, el Rocío Chico es una celebración de la vida y de la fe. Un recordatorio anual de que la unión y la devoción pueden superar los desafíos más oscuros. Es una historia que se cuenta no solo con palabras, sino con actos de devoción que han sido transmitidos de generación en generación. Se trata de una mezcla de historia, fe y comunidad, sin dejar de ser un pilar de la identidad almonteña. El Rocío Chico es una celebración que conmemora el pasado y fortalece el presente, asegurando un futuro donde la gratitud y la devoción continúan guiando a este pueblo andaluz.
María J. Faraco nos indica que, en torno a las fechas más significativas del llamado Rocío Chico, tienen lugar tradicionalmente una serie de actividades relacionadas con el mundo ecuestre que cada año ayudan a hacer más fuerte de cara al turismo esta tradición de la fe almonteña, a la vez que asienta y refuerza su arraigo en el tiempo.
Hoy en día la aldea, que es Aldea Internacional del Caballo, se convierte con sus calles de arena, picaderos, rampas y abrevaderos, y sus establecimientos y casas adaptadas, en el mejor lugar para disfrutar del paseo a caballo o en carruajes, tanto como del arte y las competiciones ecuestres: “así tenemos citas con las tradicionales Carreras de Cintas, Concursos de Doma Vaquera, y otras exhibiciones ecuestres para todos los gustos”.
El Ayuntamiento de Almonte, Asociaciones de vecinos del Rocío, Clubes de enganche o distintas Hermandades de Penitencia, se entregan a la organización de estos eventos que llenan las tardes y noches del verano rociero, sumándose a la esperada agenda de cultos conmemorativos y religiosos en cumplimiento del voto de acción de gracias que El Rocío Chico nos ofrece a través de los tiempos para honra y gloria de la Patrona Almonteña.
“Este año, además, la Asociación de Trabuqueros de la Virgen del Rocío estará presente para recordarnos en momentos importantes y puntuales con sus salvas el inicio de esta antigua tradición de agradecimiento” nos detalla la concejala.
“En el corazón de Almonte, siempre, el Amor, la Fe y la Gratitud a nuestra Madre, PARA SIEMPRE JAMÁS”.
¡Viva la Virgen del Rocío!
Texto: Carlota Acuña
Fotos: Pepa Faraco – Ayuntamiento de Almonte y Patronato de Turismo de Almonte