El 2 de marzo de 2020 pasará a la historia por dos motivos: por ser uno de los vía crucis más multitudinarios de la historia de la ciudad y por ser la última gran salida de una imagen sobre masas en la calle hasta que, cosas de la fe, el propio Dios quiera.
Nadie de los lectores de este reportaje vaticinaba que, por aquella floreciente cuaresma, asomaba la negra sombra del mal que nos asola y del que todos esperamos que termine pronto. La ciudad se sumerge en una Semana Santa histórica, una celebración de interiores que pasa del bullicio de las calles a la estampa en la mesita de noche; del aroma del azahar al de nuestro viejo armario que nos trae el recuerdo de una túnica que no ha sido descolgada; de la luz de un Domingo de Ramos a la de la lámpara de un salón que alumbra el rostro de la devoción metida en un marco viejo.
El Señor de la Salud de los Gitanos presidió, aquel primer lunes de cuaresma, uno de los Vía Crucis de las Cofradías más multitudinarios que se recuerda en décadas. Tras el traslado masivo a la Catedral y posterior rezo de las estaciones en el interior de la Seo, la imagen regresó a su templo completando casi nueve horas de procesión histórico
Vestido de oro y formando un portentoso conjunto con las andas, el Señor de la Salud de Los Gitanos cerró una página inolvidable de la historia de su hermandad y de las cofradías aquel 2 de marzo de 2020. Quedarán en el recuerdo las fotografías y vídeos de cada momento, la salida portada solo por hermanos con la G marcada en el listado de la cofradía, la estampa ante las Hermanas de la Cruz o el contraluz en Laraña antes de llegar a un Salvador abarrotado. La fotografía de su silueta con la proyección del Señor de Sevilla en la fachada del Ayuntamiento, los rezos en el interior de la Catedral y su regreso por las calles de la Judería. La visita a sus sedes históricas como reencuentro con su pasado y la entrada de cara al pueblo. Instantes que se marcharon aquel día, el último de una última vida que la ciudad espera ver resucitar cuando todo acabe.
La ciudad pidió aquella tarde Salud para una cuaresma que bien vale para el año que resta. El Señor de la tez morena al que los gitanos cabales le rezan marcó el camino de la fe a la que debemos agarrarnos estos días. Salud a todos, salud por siempre.
Textos y Fotos: Javier Comas