Mario Niebla del Toro Carrión.
Director de la Revista Escaparate
“Incluso en las páginas más oscuras de tu vida has podido ver los colores más brillantes”
Sucede que en la búsqueda de la felicidad nos olvidamos a veces de empezar por contentarnos a nosotros mismos. Alejados de opinión alguna, al margen de nuestra gran estrategia, atreviéndonos a desplegar nuestras personalísimas prioridades. Siendo valientes. De un tiempo a esta parte me ocupo de sentirme bien en mi piel, dándole prioridad a empaparme de buena energía en forma de personas, momentos, actitudes y dejando a un lado el querer llevar la razón. ¿Para qué? Para ti, la perra gorda. Fin. Vivimos en un mundo del “yo más”, pues tú más. Resuelto. Todo el mundo trabaja más que nadie, se merece todo más que todos y aquí el resto comiendo pipas, de calabazas que me encantan. A mí suéltame que estoy en otra cosa y esa cosa es en estar feliz de lo más sencillo a lo más complejo. Quiero chimenea y alegría. Dictámenes de buenas maneras, de correcciones políticas, de máximas impepinables, de barreras infranqueables ya estoy un pelín cansado y estoy más fuerte que el vinagre de Jerez en reírme y en estar siendo y mi cara reflejando un interior curtido en mil batallas, ganadas y perdidas, pero pleno en mi imperfección. No quiero la perfección porque además no está a mi alcance. Quiero brindar por la vida, reírme y que no me quiten lo bailado. Asumido y firmado ante notario que no podemos contentar a todos siempre y ser fieles a uno mismo, vamos a soltarnos y a dejarnos galopar por la senda de nuestro confort emocional, en consonancia con nuestro compás. Si lo inevitable va a darse vamos a darnos a lo inapelable en esa gesta que es asumir, encajar y reubicar todo y a todos en la dirección de nuestra sonrisa, tatuada, grapada, grabada, registrada en nuestra cara. Serenos, pero sonrientes. ¡Por favor! La vida a veces invita a lo fácil, a dejarnos llevar por la marea del “esto es lo que hay” pero con esto no es con lo que tenemos que vivir toda la vida, al menos de la manera que nos viene. En la vida da tiempo de todo pero sobre todo si no lo perdemos seremos capaces de tenerlo para ser felices, razonablemente, tampoco nos volvamos locos, como cabras asomadas a un barranco. Dicen los mayores que no se termina de aprender en la vida y es por lo que en ese aprendizaje infinito debemos lograr emplear esos frutos de la experiencia para mimarnos y minarnos de alegría, de salud de la del cuerpo, pero sobre todo de la del alma. Reza, ama, come y bebe, salta, ríete, llora, sé auténtico. Hazte asiduo y compañero de viaje de la alegría y de la positividad con mesura o sin medida y corre de la melancolía, del gusto por la tristeza. Salgamos llorados de casa y riamos dentro y fuera de ella, solos o en compañía. Bailemos solos o en pandilla peladilla, pero bailemos. Brindemonos esta vida a nuestra salud para proyectarlo a nuestro mundo. Si otros tienen lo que a nosotros nos falta, hagamos un equipo invencible. No todos somos delanteros, defensas y porteros. A algunos no nos gusta ni el fútbol. Raro, tú. Desenvolvamos cada día el regalo de la vida y aunque no hay nada más difícil que vivir, recuerda y rebusca en la memoria que incluso en las páginas más oscuras de tu vida has podido ver los colores más brillantes. Vivimos en números rojos, en deuda con la vida y con Dios. Usemos ese privilegio del descubierto en nuestra cuenta vital para sentirnos afortunados. No seremos héroes pero seamos los reyes de nuestras vidas. Escuchémonos y dejemos nuestro sermón de mediodía en el cajón de abajo. Empaticemos con el silencio y la escucha. Muchas veces los amigos nos convierten en mejores personas. No perdamos la ocasión de serlo. Ensanchemos nuestra vida poniendo a los problemas al tamaño que realmente son, relativizando, siendo nuestros mejores entrenadores personales. La lástima que coja otro camino que con nosotros no tiene nada en común. Hagamos un mundo mejor a la altura de nuestros niños. Sonríamos, por amor de Dios y por Trajano, pero sonríamos. Si todo fuera perfecto, no se entendería el valor de una sonrisa. La felicidad es una criatura caprichosa. Constante compañera para algunos. Totalmente oculta para otros. A veces parece esquiva. A veces tarda en llegar, pero acaba sentándose a nuestro lado si la buscamos con toda nuestra alma. Me voy callando un ratito que estoy más visto que el tebeo. Vamos a ponernos las pilas, en definitiva. Sé feliz. Hazte ese favor y pon de tu parte porque solo desde tu parte puedes serlo. ¡Feliz Navidad!. Catapún, chimpún.