1 Jun, 2016 | cartas del director

Mario Niebla del Toro Carrión.

Director de la Revista Escaparate        

Si Dios nos ha hecho imperfectos por algo será. De esa imperfección de hecho pueden nacer obras magistrales, únicas, de belleza extrema y es entonces cuando esa imperfección dada por Quien todo lo puede encuentra su sentido. Puede surgir de esa imperfección lo más sublime que ennoblece la naturaleza humana y la desbarata. Soy fan del Síndrome de Stendhal. San Wikipedia lo describe como “una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión , temblor, palpitaciones, depresiones e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a obras de arte, especialmente cuando éstas son particularmente bellas o están expuestas en gran número en un mismo lugar”. Aquellos que emplean esa imperfección para “stendhalizar” al mundo es para sacarlos a hombros por la puerta grande de la vida. Aquellos otros que emplean esa imperfección de nacimiento para no dar su mejor versión de sí mismo son un relato viviente de una derrota de una parte de la humanidad. Decía Jean-Jacques Rousseau que “el Hombre es bueno por naturaleza”. Yo así lo creo. Incluso el que obra con dolo como dicen los juristas lo hace porque no sabe hacerlo de otra manera. Mi padre, un hombre sencillo y cabal, con matrícula de honor en la carrera de la vida, entre su repertorio de frases lapidarias y veraces hasta decir basta está la de “En la vida no hay hombres malos, los hay buenos y desgraciados”. Yo estoy con él. Cuando veo en ocasiones a quienes proyectan sus miserias o sus derrotas en energías y críticas destructivas hacia el de al lado pienso que quizás no hayan aprendido a vivir aun y que por tanto su vida no debe ser tan bella como la que con esfuerzo otros nos empeñamos en vivir. Estoy enganchado a la vida y quiero vivirla en la mejor de sus versiones, desde mi imperfección. Nada como la película La vida es bella de Roberto Benigni para servirnos de muestra, aunque en la ficción, de cómo se pueden sacar los mejores sentimientos de la raza humana, incluso cuando la hostilidad es casi insufrible. El ser humano, está demostrado, está hecho para soportar mucho dolor, pero también para dar mucho amor y para ser íntegro incluso en la vida por muy selva que en ocasiones se pinte. Esta carta la encauzo abogando por la nobleza del hombre. Cuando uno se quita lo que le resta, sean personas, rencores, actitudes, vanidades, complejos, frustraciones nacidas de caminos equivocados, tan necesarios por cierto… puede llegar a encontrar esa serenidad que predispone a dar lo mejor de nosotros mismos. Me gusta que la gente no tire la toalla. Podemos hacernos entre todos la vida más fácil que no fácil porque nadie dijo que lo fuese. Lo bueno que tienen estos momentos en los que todos nos consideramos los mejores en lo nuestro es que luchamos por lo que creemos. Me da igual que todo el mundo crea que sabe de sociedad por conocer al listado de la ruta del canapé (que no es la sociedad de puertas para adentro, sino un aspecto parcial y superficial de esta). Me da igual que todo el que arranca rápidamente se compare sin pudor con los que ya llevan unos méritos, una trayectoria y un bagaje profesional a sus espaldas. Me da igual que todo el mundo sea bloggero experto en moda, o que todo el mundo sea diseñador de Alta Costura de repente… Me da igual que sea así, lo importante es luchar, hacer lo que uno cree y por lo que se entiende un afán de perfección. Pero ¡ojo! la honestidad no puede faltarnos. Ya se sabe, engañar está feo, pero engañarse a uno mismo es de idiota. Seamos honestos para luchar en lo que nos hace sentir plenos, huyendo de lo que nos reste, para sacar lo mejor de nuestro interior y proyectarlo al mundo para conseguir que la vida sea tan bella como la que nos pintó el italiano Benigni en su peliculón. En sus manos dejo una edición abrileña que mayea con un personaje en portada tan disparate como entrañable e íntegro. Genial, a su aire y sin complejos. Lina nos enseña “Por las callejuelas” cuál es el camino hacia la perfección desde la imperfección de la que les hablaba y nuestros colaboradores nos dan una pincelada de lo mejor de ellos para entretenerle sin más pretensiones que brindarle un rato agradable. Son 87 ediciones, un plantel de personajes en nuestros contenidos y una difusión de nuestros propios actos con un alcance nacional a nuestras espaldas, gracias a tantos que nos apoyan, y sólo lo traduzco en extracto de una única forma: responsabilidad y compromiso. Es la responsabilidad y el compromiso lo que en cuanto sale esta tirada nos impulsa a seguir fieles en nuestra línea para, desde nuestra imperfección, seguir dando lo mejor de nosotros. Por mi parte nada más. Le invito a vivir la vida en la mejor de las versiones que ofrece, con la mejor versión que sea capaz de dar de usted, para que sea “perfecta”. ¡El mes que viene más!

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