Heredera de uno de los marquesados más importantes en la historia de España y propietaria de algunos de los edificios nobiliarios más relevantes de la geografía nacional. Entre las paredes de la hermosa y rotunda masía castellonense de Torre Matella (siglo XVI-XVIII) o la Casa de los Barones de la Puebla Tornesa (siglo XVIII) se funde parte de su legado que hoy vive en Sevilla. De familia paterna ligada al Levante y de raíz junto a la Plaza de la Virgen de los Reyes. Actualmente, su familia es la historia viva del Hotel Doña María, uno de los más conocidos de la ciudad y situado en uno de los enclaves más espectaculares. Su padre murió con veintiséis años como piloto en la Guerra. La madurez le llegó a los dieciséis años para hacerse cargo del legado familiar. Así es Federica de Vallés, así es la Marquesa de San Joaquín.
¿Quién es Federica de Vallés?
Una señora que nació en Sevilla pero parte de su familia paterna era de Alicante. Soy hija única y tengo cuatro hijos, doce nietos y seis biznietos. Soy empresaria.
¿Cómo llegan a Sevilla?
Mi abuelo era el Conde de Albalat, era militar y viene destinado a Sevilla. Se casa con Celia Catalina García de Leániz. Su hijo, que es mi padre, se casa con otra sevillana, Ángela Huesca, que es mi madre.
Actualmente posee uno de los hoteles referencia de la ciudad, ¿cuándo comenzó con la hotelería?
Me hice cargo de mis cosas con dieciséis años. Mi padre murió a las veintiséis en los últimos días de la Guerra antes de yo nacer, era piloto, alférez de aviación.
Y siendo tan joven se enfrentó a una vida de adulto…
En Inglaterra me firmaba mis propios cheques para pagar el colegio.
¿Cómo era la vida en España?
En mi casa se vivió con naturalidad. Tenía mucho respaldo de la familia y era una familia de mujeres con peso.
¿En qué proyecto ha estado dedicada en toda su vida?
Casi siempre en la agricultura. Tengo distintas tierras con cultivo de naranjo, olivo, arroz…
¿El mundo del campo es complicado para codificar el mensaje de lo urbano?
Siempre ha sido complicado pero tenía gente que me ayudaba.
¿Cómo ha visto la evolución del turismo en Sevilla?
Desde el año 2000 hasta ahora ha sido la bomba. Cuando mi marido hizo el hotel había tres o cuatro hoteles de cuatro estrellas en Sevilla.
¿El hotel, desde su nacimiento, pertenece a su familia?
Sí porque esa casa era de mi abuela. Se hizo a finales de los sesenta. Yo vivía en una Hacienda a dos kilómetros de Sevilla que se llamaba El Pino de San Antonio y me vine entonces en Sevilla.
¿Por qué “Doña María”?
Porque la casa, aunque era de mi abuela, se la quedó mi tía abuela soltera y se llamaba María Sasiaín Aguirre. Hija de los Marqueses de la Peña, vascos que se fueron a Perú.
¿Entre tanta mezcla de lugar, de dónde se siente?
De Sevilla.
¿Qué es lo que tiene de sevillana?
No soy muy flamenca que digamos, pero sí me gusta el color, el tamaño de la ciudad… La encuentro estupenda.
¿Qué papel ha jugado aquella responsabilidad tan temprana?
Siempre he sido bastante madura. Con dieciséis años tampoco era una niña. Estuve en Inglaterra dos años, después en París en un colegio. Había salido un poco de la falda de mi madre.
¿Conoció a la Reina de Inglaterra?
Me presenté a la Reina en Buckingham Palace. Hice el debut con el embajador de España de entonces.
La sociedad ha evolucionado mucho…
Claro que sí. Todavía cogí la sociedad aquella inglesa que la gente preguntaba: “¿Qué hacemos hoy?”.
¿Cómo era Federica en su más tierna infancia?
Fui una niña muy protegida. No tenía padres, mis tíos no tenían hijos. Hija única, nieta única y sobrina única hasta los once años…
¿Es fácil la vida?
Claro que no, pero vamos, se va viviendo.
¿Qué le da miedo?
Me da miedo la enfermedad y ahora me da mucha tristeza lo que está pasando en Cataluña.
¿Que está pasando en España?
Esperemos que no llegue eso, pero la cosa está difícil. Pero vamos, oyendo a Quim Torra… Ahora quintan el 155 y me figuro que en 15 días lo volverán a poner.
¿Qué le emociona?
Muchas cosas. La naturaleza.
¿Pasa mucho tiempo en contacto con ella?
Tengo bastantes fincas y entonces sí. He vivido en una Hacienda hasta que me casé.
¿Qué encuentra en la naturaleza que no lo encuentre en la ciudad?
Por lo menos no hay mucho ruido. A mí me marea mucho el ruido.
¿Hay mucho ruido en la sociedad?
Estamos en la época que menos nos escuchamos, sobre todo cuando estás en una reunión que está todo el mundo pendiente del móvil.
¿Duda con frecuencia?
Claro que sí.
De todos los sentimientos, ¿cuál es su favorito y cuál es el peor?
La alegría y la negatividad
¿Es una persona positiva?
Intento serlo pero la vida me da a veces muchos palos.
¿Sabe para qué se vive?
Para que la vida evolucione. En estos últimos años se ha evolucionado muchísimo.
¿Que es lo que más le llama la atención de la evolución de los últimos años?
La informática ha cambiado la sociedad y las relaciones del mundo. Ya empezó con el fax, pero eso se ha quedado antiguo.
¿A quién admira?
A las personas que han tenido una trayectoria brillante.
¿Qué opinión tiene de la monarquía española?
Buena. El Rey Felipe está muy bien preparado. Es prudente, cosa que en estos momentos es necesaria. Creo que la prudencia es buena compañera de viaje.
¿Ha sido prudente?
Bueno, he hecho un poco lo que he querido. Nunca he tenido un jefe que eso me figuro que te coarta mucho.
¿Qué papel juega la fe en su vida?
Importante. Dios me escucha a menudo.
¿Cuál le gustaría que fuera su legado el día de mañana?
Que piensen que fui una buena persona.
En una vida tan intensa, habrá conocido a mucha gente, ¿no?
He tocado todos los palos. Mi marido era muy animado. Tocábamos el mundo del flamenco, el caballo, los toros…
¿Una receta para ser feliz?
No desear mucho. Contentarse con lo que hay.
Un libro favorito
La narrativa sudamericana me llegó a gustar mucho. Ahora leo biografías. La última- la de Carmen Franco de Nieves Herrero.
Un plato
La paella.
Un color
Azul.
Una ciudad
Sevilla.
Un lugar
La plaza de Cuba.
Un personaje histórico
Admiro mucho a Napoleón.
Textos: Mario Niebla del Toro y Javier Comas
Fotografías: Raúl Caro