26 Jul, 2024 | entrevista a

La cocinera Gioconda Scott, figura prominente en el mundo culinario internacional, muestra una profunda conexión con Andalucía, donde nació y creció. Aprendió los fundamentos de la cocina en el idílico entorno del hotel Trasierra en Cazalla de la Sierra (Sevilla), y perfeccionó su arte en destinos culinarios tan diversos como Londres, Italia, Uruguay y Líbano. Con una trayectoria que incluye colaboraciones con reconocidos chefs y proyectos gastronómicos alrededor del mundo, Scott se ha establecido como una creativa y versátil maestra culinaria.
En la actualidad, no solo deleita a clientes internacionales con experiencias gastronómicas únicas en su hogar en Carmona, sino que también planea expandir su influencia mediante colaboraciones con destacados cocineros a partir del mes de octubre. Con una inspiración que abarca desde las estaciones hasta las influencias de sus viajes por el Mediterráneo, Marruecos, México, India y más, Gioconda continúa definiendo el arte de la cocina como una expresión cultural y personal que une a través de la comida y la creatividad.

Teniendo en cuenta que proviene de padres británicos, ¿dónde nació?
Nací en Triana, en la Cruz Roja, al igual que mis hermanos. Mi padre es escocés/inglés y mi madre, aunque inglesa, nació en Madrid y pasó su infancia allí hasta que se mudó a Londres a los cinco años. Yo siempre me eduqué en España y nunca asistí al colegio en Inglaterra. He vivido y trabajado en varios lugares, incluyendo Londres, pero toda mi educación la recibí aquí en España.

¿A qué se dedica profesionalmente en la actualidad?
Me dedico profesionalmente a la cocina, aunque no tengo formación académica formal en gastronomía, ya que he aprendido de manera autodidacta. Mi interés por la cocina surgió en la finca de Cazalla de la Sierra, donde crecí, llamada Trasierra. Mi madre organizaba cursos de arte eventualmente hasta que la finca se convirtió en un hotel, casi por accidente. Durante los veranos, los cocineros que venían nos involucraban a toda la familia, ya fuera como camareros o ayudantes de cocina. Esa experiencia despertó mi pasión por la gastronomía. Posteriormente, estudié en Italia, donde realicé un curso en un restaurante. Esa experiencia fue muy enriquecedora, lo cual me encantó y consolidó mi amor por la cocina.

¿En qué se inspira para cocinar nuevas recetas?
Me inspiro en diversas fuentes. Después de mi experiencia en Italia, regresé a cocinar en el hotel familiar. Más tarde, me trasladé a Inglaterra para perfeccionar mi técnica trabajando en restaurantes. Ahora, mi inspiración proviene de viajar, leer e inventar constantemente nuevas recetas.

¿Dónde y de qué manera ejerce su profesión a día de hoy?
He ejercido como cocinera durante los últimos 25 años pero, debido a que ahora tengo hijos pequeños, he decidido reducir mis viajes para eventos. En lugar de viajar, organizo los eventos en mi propia casa y el público viene aquí. A pesar de esto, continúo realizando eventos para clientes, principalmente internacionales. El proceso generalmente comienza con los clientes compartiendo la experiencia que desean tener. A partir de ahí, sugiero un menú basado en sus deseos y ajustamos los detalles. Ellos me explican la sensación que quieren lograr y yo adapto el ambiente en consecuencia.

¿En qué se basan esos encuentros?
Organizo encuentros culturales en mi casa que giran en torno a diversas manifestaciones artísticas: música, literatura, poesía, cine y pintura, utilizando la gastronomía como hilo conductor. Considero que la gastronomía es un arte que conecta a todos, ya que comer es una necesidad básica que se transforma en un medio para celebrar, perdonar o expresar amor. Estos encuentros crean un espacio de conexión entre personas de diferentes disciplinas, como arquitectos, matemáticos, músicos o cineastas. La experiencia de compartir una comida juntos fomenta la unidad y el diálogo. Siendo cocinera y amante del arte y la literatura, organizo estos eventos donde invito a un escritor, pintor o músico a hablar sobre un artista que les haya inspirado. Preparo un almuerzo inspirado en la vida del artista elegido, creando un ambiente propicio para la conversación y el intercambio. Me gusta organizar estos encuentros en mi casa porque quiero que mis hijos crezcan rodeados de cultura. Sin embargo, el proyecto es flexible y planeamos realizar algunos en Madrid y Londres. Estos encuentros son inmersivos y me benefician tanto a mí como a los invitados, creando un intercambio cultural enriquecedor.

 

¿Cuáles son los productos habituales en su cocina?
Me encanta cocinar con verduras, ya que son muy versátiles y cada una tiene un sabor único. Cocinarlas al fuego resulta muy interesante y suele sorprender a la gente. Aunque no soy vegetariana y consumo pescado y carne, he cambiado mi forma de hacerlo. Prefiero comer carne de calidad una vez a la semana en lugar de todos los días. Tengo un huerto y me divierte recoger y cocinar productos de temporada en mi horno de barro, como remolachas a la sal. Los menús que diseño se basan en la temática del encuentro cultural y en los productos de temporada disponibles. Siempre empiezo consultando al hortelano para saber qué hay disponible, y a partir de ahí elaboro el menú.

¿Quiénes han sido o son sus referentes en la cocina?
Mis referentes han sido las cocinas tradicionales de los pueblos y aquellas personas que cocinan de la tierra. A parte de eso, he aprendido mucho de mis experiencias con Kamal Mouzawak y de las cocinas de fuego de Francis Mallmann, entre otros. Kamal es un chef que me impactó profundamente. Él promueve el diálogo a través de la comida y, en su restaurante en Beirut, reunía a mujeres de diferentes religiones y comunidades de Líbano para cocinar juntas, mostrando cómo une la cocina.

¿Qué conexión tenía con Carmona para acabar viviendo aquí?
Mi conexión con Carmona eran los amigos de mis padres que veníamos a visitar, sobre todo, un pintor llamado Tony Fry y su mujer Sabrina. Mis padres nos llevaban mucho al parador a tomar el té o el aperitivo de vuelta a casa. Siempre me pareció una ciudad histórica llena de belleza. Finalmente, elegimos esta casa porque lo consideramos el lugar idóneo por su encanto y la historia detrás de ella: la compré a un galerista estadounidense, quien a su vez la había adquirido de la señora con la que mi madre vivió en los años 60 en Marbella. Nos hemos sentido muy acogidos aquí.

¿Echa de menos la ciudad? ¿vuelve a Sevilla con frecuencia?
Visito Sevilla con frecuencia, pero voy con poco tiempo por cosas que tengo que hacer allí. Reservo mis visitas tranquilas para ir en épocas menos concurridas, como en febrero, cuando puedo disfrutar de los bares y conversar tranquilamente con los camareros. En esos momentos, redescubro la Sevilla que recuerdo. En cambio, durante las temporadas de alta afluencia turística, la ciudad está saturada y eso se refleja en los negocios. También me gusta en Semana Santa, por ejemplo, me conmueve. Es una manifestación increíble de una sociedad llena de fe. A veces, lloro al ver un paso, y aunque no pertenezco a ninguna hermandad, la emoción es contagiosa y me afecta de manera inexplicable.

Texto: Carlota Acuña Ruano
Fotos: Pablo Pérez Rojas

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